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Carrizal e intento de tiranicidio


Los infructuosos esfuerzos realizados por el Partido Comunista, hasta el año 1980, para lograr una amplia unidad antidictatorial, que incluyera a la DC y los partidos de la Unidad Popular, le hizo vislumbrar, que no habría freno a la represión sangrienta de la dictadura contra el pueblo. Más de 600 de sus mejores cuadros dirigentes eran ya víctimas del asesinato o la desaparición forzosa. Dos de sus direcciones habían sido aniquiladas. La gota que colmó el vaso fue la realización fraudulenta del plebiscito de 1980 con que se dio por aprobada la Constitución, que prolongaba indefinidamente a la dictadura, ahora institucionalizada».



Tal razonamiento llevó a los comunistas a proclamar la política de la rebelión popular y el uso de todas las formas de lucha para echar abajo la tiranía. No era posible seguir aceptando la impunidad con que se realizaban las más atroces violaciones a los derechos de las personas.



Este llamado tuvo eco en importantes sectores populares, se potenciaron y masificaron las grandes protestas nacionales, que adquirieron un carácter político desestabilizador. La respuesta de la dictadura fue más represión y crímenes, sin embargo ello no ahogó la lucha.



El año 1984, en una Conferencia Nacional clandestina, el Partido Comunista resuelve hacer un mayor esfuerzo para sacar al dictador del poder. Se enfrentaba sin embargo a una disyuntiva. A esa altura estaba claro que existían dos probables salidas a la dictadura, una, la que propiciaban los comunistas y otros sectores de izquierda, mediante un levantamiento popular, que creara condiciones para llamar a una Asamblea Constituyente y establecer una nueva Constitución de carácter democrático, o la salida pactada que ya propiciaban los círculos gobernantes de los Estados Unidos con la aceptación de la Constitución impuesta por Pinochet.



El PC determinó que cualquiera fuera la salida, sin una acción decidida del pueblo y de las fuerzas de izquierda no sería posible ninguna de ellas. Por tanto, igual había que hacer un esfuerzo supremo y lo hizo. Puso en tensión todas sus fuerzas. En diciembre de 1983 se había creado el FPMR y se decidió también el uso de formas de lucha armada para potenciar la lucha popular. Tal vez la internación de armas por Carrizal y el ataque a la caravana armada de Pinochet, son de los hechos político militares, que más van a trascender de esa etapa de lucha del pueblo contra la dictadura y por la democracia.



Aunque pueden considerarse fracasos desde el punto de vista operativo, no tienen la misma connotación desde el punto de vista político. Quedó de manifiesto que ni la dictadura ni el dictador eran invulnerables. La confianza del gran socio externo del régimen terminó abruptamente. A partir de esos hechos, la dictadura nunca más volvió a ser la misma, su deterioro era evidente.



Estos hechos aceleraron la búsqueda de la salida pactada. Los mismos que promovieron el golpe, EEUU en primer lugar, ahora le amarraban las manos a Pinochet. En la misma medida que se potenciaba la salida pactada, se debilitaba la posibilidad de una salida popular.



Los que se habían beneficiado enormemente con las privatizaciones forzosas y en muchos casos corruptas, preferían también una salida de ese tipo, que evitara los sobresaltos de un quiebre institucional, total, manteniendo los privilegios, que más da quien gobierne.



Esperemos que algún día se reconozca el papel jugado por quienes sacrificaron de verdad sus vidas en la conquista de un Chile sin dictadura y que se pueda avanzar hacia una democracia verdadera de profunda justicia social.



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* Guillermo Teillier es presidente del Partido Comunista de Chile

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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