Publicidad

La Concertación no puede ser una junta


Comienzan a dar miedo las reuniones de los cuatro presidentes de partidos de la Concertación los días lunes. La Concertación como pluralidad de fuerzas progresistas de centro-izquierda no puede reducirse a la voz, y lógica, de la junta de sus cuatro presidentes. Cuatro ángulos hacen un cuadrado- me dice un eximio profesor de diseño-, y las cuadraturas envenenan la apertura y el diálogo.



El Gobierno ciudadano ha tenido un sesgo contradictorio con los otros gobiernos de la Coalición, que interlocutaban transversalmente con la diversidad de la misma- incluyendo las minorías relevantes de sus respectivos partidos-, integrando visiones, programas y cuadros en un cierto nivel. Hoy la interlocución con el oficialismo la hace la oficialidad de los partidos, que muestran síntomas explícitos de intolerancia y falta de fórmulas de compromiso con sus minorías relevantes. Ya fuimos protagonistas de la brutal represión de la disidencia en el PPD, del silenciamiento y menoscabo del sector Martner del PS, y parasafreando a Bertold Brech, «ahora le toca a los colorines de la DCÂ…..y no me importó».



Cuando importe puede ser demasiado tarde. Con el sector «colorín» se puede tener simpatías (su preocupación por modificar el modelo, la reivindicación de discursos cohesivo en la centro-izquierda, el apoyo a la agenda social del Gobierno) y , por cierto, distancias (como firmar con la derecha el Manifiesto por la Vida olvidando a los torturadores y a los pro-pena de muerte, o la crítica al modelo muy centrada en facilidades tributarias a la clase media en un país muy desigual, o el coqueteo de algún intelectual colorín con otras alianzas). Pero este no es el punto; la coalición es plural, está siendo cuestionada, requiere reformas sustantiva, debe hacer un esfuerzo por encontrar «la parte de la verdad» de sus diversas corrientes (que como nos reconoció un ministro, es al menos siete «partidos»).



La reunión o junta de los lunes no puede ser «un martes de Merino», en que el vocero oficial baje una línea única- que suele ser el «empatar con la derecha»-, mientras desde el propio Gobierno se optan por las interlocuciones unilaterales y la defensa de lo «oficial partidario». Nadie pretende menoscabar a los partidos, pero tampoco es saludable dar señas que la coalición se afirma en los grupos hegemónicos de sus principales partidos.



Esperamos que la DC- a diferencia del PPD-, logre evitar un quiebre, sin «judicializar internamente» sus diferencias ni reprimir a los «distintos», por incómodas que sean las críticas.
La política es representación de visiones y personas de carne y hueso. El «pueblo» habla en el diálogo con sus dirigentes y las corrientes partidarias (falangistas, regionalistas, socialismo crítico, emprendedoras-solidarias, liberales) enriquecen un debate. Vamos al final del camino si al modelo híper presidencialista-centralista le sumamos prácticas autoritarias en los partidos y vocerías únicas «chistosas», pero peligrosas.
Colegiatura, diálogo con compromiso, renovación, amplitud, son las palabras para ser alternativa y no adelantar la alternancia. Las «juntas» también son derrotadas en la historia que vive.



__________________________________________





Esteban Valenzuela van Treek, diputado por Rancagua.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias