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Pesca, potencia alimentaria


Una serie de estudios realizados sobre la base de metodologías validadas por FAO daban cuenta que en Chile se consumían, en el 2003, algo más de 7,5 kg/año de productos del mar. Sin embargo, estudios más recientes publicados por el INTA señalan que el consumo promedio de este tipo de productos se encontraría en torno a los 6 kg/año por habitante.



La FAO señalaba el año 2004 que el promedio mundial de consumo de pescado alcanzaba a los 16,3 kg/año, cifra influida fuertemente por países en donde el consumo de productos del mar es cotidiano, como son los casos de Japón, con 70 kg/año; Islandia con 90,2 kg/año; Noruega con 51,9 kg/año, o Portugal con 60,1 kg/año. Sin embargo hay países densamente poblados en donde el consumo de pescados es notoriamente bajo, como India, con 4,7 kg/año; Pakistán con 2,5 kg/año, o Brasil con 6,5 kg/año.



Si se compara el caso de Chile con los países de la región, se puede observar que respecto a Perú nuestra situación es claramente desventajosa, ya que en dicho país el consumo per cápita alcanza a los 21 kg/año, mientras que en los restantes miembros de la Comisión Permanente del Pacífico Sur (CPPS), Ecuador y Colombia, sus consumos no superan los 5 kg/año. Curiosamente, Argentina, país donde el consumo de carne es más alto, la ingesta de pescado se encuentra en torno a los 8 kg/año.



Los peces representan sobre el 80% de la materia prima destinada a líneas de productos para el consumo humano. Sin embargo éstos se encuentran fuertemente influenciados por el fenómeno de la salmonicultura desde 1997 en adelante. Al aislar el efecto del salmón y sólo dejar las especies provenientes de la pesca extractiva, se observa una tendencia al alza en la cantidad de materia prima destinada a la producción, creciendo a una tasa de 3,5% anual entre 2000 y 2005.



A pesar de destinarse una mayor cantidad de recursos del mar a productos para consumo humano, esto no se traduce en un aumento en los niveles reales de ingesta de ellos. Lo anterior puede ser explicado por la irrupción de la salmonicultura, industria destinada casi en un 100% a las exportaciones, y en segundo lugar, a un cambio en el destino de los restantes recursos marinos, los que también estarían saliendo a los mercados internacionales.



Parece razonable entonces reflexionar sobre el hecho de que siendo Chile un país con tan extenso litoral y donde miles de hombres y mujeres participan de esa hermosa y digna forma de vida que es la pesca artesanal, y cuando el país ha decidido apostar a convertirse en potencia alimentaria, que desarrollemos formas de producción, comercialización y consumo distintas de la actual conversión mayoritaria de las capturas en harina de pescado, favoreciendo el acceso y fomentando el consumo por parte de las personas. Así no sólo se generará empleo, sino también se protegerán las especies y, como si fuera poco, tendremos un país más sano.



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Alejandro Navarro, senador

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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