Publicidad

Jóvenes Combatientes: Desafío al Sistema


Lo deberíamos haber previsto, luego de las violentas manifestaciones realizadas el año pasado por miles de escolares en Santiago y regiones, era de esperarse que en el Día del Joven Combatiente, con un Transantiago que presenta más problemas que soluciones y una generación que ya demostró un descontento generalizado con el sistema, los hechos de violencia desatada volvieran a repetirse. Ahora, no puede sorprendernos que el mes de abril nos reciba entre lacrimógenas y barricadas por la «marcha pacífica» de convocada por María Jesús Sanhueza y la FECH.



Por ende la pregunta de fondo radica en si fuimos capaces de sacar las lecciones de la marcha de los pingüinos del 2006. Allí observamos a jóvenes decididos, resueltos, violentos y descontentos, no sólo con la mala calidad de la educación, sino con una sociedad y con un sistema político y económico que no les satisface.



En ese sentido, ni las comisiones multitudinarias, ni los informes y contrainformes, ni las modificaciones legales a la LOCE, ni las ansiosas medidas del Ministro Cortazar parecen ser las respuestas adecuadas para una generación que hace del descontento generalizado su bandera de lucha.



Estamos ante miles de jóvenes a los que no les gusta el Chile del siglo XXI, que sienten que no son escuchados en sus demandas, ni sus intereses son los suficientemente atendidos y eso, no es sólo responsabilidad de padres ausentes como dicen las autoridades, es responsabilidad también de la sociedad y por qué no, del sistema político.



Mientras no tengamos una sociedad que sea capaz de integrar y no de excluir, que sea capaz de brindar reales posibilidades a todos sus hijos sin importar su lugar de nacimiento, con instituciones de educación que realmente formen y no funcionen al servicio de intereses comerciales, donde primen la cooperación por sobre las carreras personales, difícilmente podremos dejar atrás la violencia y resentimiento de miles de jóvenes que ya se cansaron de ver el crecimiento y la bonanza desde la vereda del frente.



Capítulo aparte merece nuestro sistema político, a la falta de ideas de nuestros dirigentes, se suma la paupérrima condición de las juventudes políticas, que debiesen ser quienes deberían articular o al menos comprender en alguna medida las demandas juveniles expresadas a través de la violencia. Sin embargo, nuestros futuros políticos parecen creer que ofreciéndoles cargos a los dirigentes secundarios y peleándose entre ellos para ver a quién le firmó la ficha, bastase para representar a estos movimientos.



Necesitamos juventudes políticas, que lideren algo más que listas para cargos públicos, que sean capaces de aunar fuerzas, por ejemplo, para sacar adelante el proyecto de inscripción automática y voto voluntario, el cual vendría en algo a permitir la integración juvenil.



Necesitamos Juventudes de la Concertación que hagan eco efectivo de este descontento social, que dejen de lado las intestinas peleas por cada vez más reducidos espacios de poder y sean capaces de escuchar, atender e integrar con reales intenciones de cambio a estos jóvenes combatientes, los que por estos días están preocupantemente siendo caldo de cultivo para movimientos anarquistas.



Lo anterior no hace más que llevarnos a reflexionar sobre la pertinencia de estas estructuras políticas juveniles tal y como las conocemos ahora. Quizá sea necesario abrirse a nuevas formas, quizá sea necesario dejar de lado las carreras personales y pensar en los que pasa más allá de las murallas del partido, quizá sea necesario escuchar más y hablar menos.



________



Jorge Parragué López, Cientista Político UC, Director del Programa Generación Bicentenario Fundación Chile 21.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias