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Restricción del suministro de gas, una doble implicancia


Hemos podido observar que las restricciones de gas natural desde Argentina tienen una doble implicancia para la población: económica y ambiental.



La económica se refiere, en primer lugar, a las restricciones que afectan inicialmente a las calderas industriales y a los procesos productivos. Las empresas distribuidoras remiten los escasos envíos al consumo residencial y comercial. Sin embargo, en ocasiones, los envíos no alcanzan ni siquiera para cubrir la demanda residencial y comercial, que en meses de invierno aumenta considerablemente, debiendo utilizar combustibles alternativos (más costosos) para suplir el déficit. En este contexto, si se disminuyen los envíos, aumentan los costos para los usuarios, situación que se ha podido constatar en el alza de las cuentas de gas.



Por otro lado, es cierto que las emisiones por sí mismas no explican los episodios de mayor contaminación (alerta y preemergencia ambientales), pues, como es sabido, las condiciones meteorológicas (inversión térmica) y geográficas, de todas maneras inciden considerablemente en dichas situaciones. Es así como el año 2007 no ha sido «bueno» en cuanto a las condiciones de ventilación producto de los sistemas polares, pero también es cierto que las emisiones han aumentado y, sin desmerecer la implicancia de los factores ambientales, esto ha incidido en las mayores concentraciones y, por ende, en una peor calidad del aire.



En segundo lugar, los sectores industriales y productivos han debido utilizar petróleo para mantener los estándares de producción. Si los costos del gas natural y del petróleo fueran similares, no existirían mayores inconvenientes. No obstante, el costo del petróleo, determinado por la coyuntura internacional (en la cual no tenemos mayor injerencia), es tres veces mayor que el del gas natural y, además, ha estado aumentando considerablemente durante los últimos años. Esta situación encarece los costos de producción, lo que implica una pérdida de competitividad de nuestros productos tanto interna como externamente.



La segunda implicancia está relacionada con los problemas ambientales y de salud pública, los que, a su vez, también han generado un costo económico.



La Región Metropolitana, a través de nuevas normativas -compensación de emisiones, mejoramiento de la calidad de los combustibles y la utilización de Gas Natural en las industrias y procesos productivos- ha permitido significativos avances en el control de las emisiones y, por ende, en la calidad del aire.



El material particulado, contaminante por el cual se determinan las alertas y preemergencias ambientales, ha disminuido en sus emisiones y concentraciones por las razones antes expuestas. Al analizar el inventario de emisiones del año 2005 entregado recientemente (mayo 2007) por CONAMA, se puede constatar que las industrias eran responsables del 27% de las emisiones de material particulado de 10 micrones con 1.267 toneladas año.



Ahora bien, como las restricciones de gas natural desde Argentina en el año 2005 fueron menores que las actuales, las industrias (calderas industriales y procesos productivos) utilizaron en menor medida el petróleo como combustible. El problema es que las emisiones de material particulado asociadas al petróleo son mayores que las que presenta el gas natural. Según el Ministerio de Salud, la concentración de material particulado de 10 micrones proveniente del Petróleo # 2 son de 30 mg/m3, mientras las de Gas Natural son de 15 mg/m3 (ambos valores teóricos, pues existen factores propios de cada proceso que varían las emisiones de material particulado).



Según un estudio realizado en Santiago (Air Pollution and Health Effects: A Study of Medical Visits among Children in Santiago) frente a variaciones de concentración de 50 mg/m3 de material particulado de 10 micrones en niños menores de dos años, los problemas respiratorios aumentan entre 4 y 12%, mientras que frente a la misma variación los menores entre 3 y 15 años presentan un incremento de problemas respiratorios en un rango de 3 a 9%. Por otro lado, las personas entre 15 y 65 años presentan una menor sensibilidad respecto a la contaminación, pero no por ello son inmunes; por ende, todos se ven afectados por los efectos de una mayor concentración.



Si somos capaces de valorar los costos médicos de consulta y tratamiento de las enfermedades respiratorias y además determinamos el incremento de la concentración producto del aumento de las emisiones por el uso de petróleo (cosa difícil, pues los modelos no siempre son exactos), encontraríamos que los costos en salud son relevantes y por lo tanto, las medidas de solución frente a la contingencia podrían cambiar el valor de aquellas opciones desechadas por sus «altos costos».



En conclusión, las restricciones de gas natural afectan nuestra economía producto del aumento de los costos, pero también influye en cuanto a los efectos en la salud de los habitantes de Santiago, lo que también significa un costo adicional en nuestro desarrollo; he aquí la doble implicancia.



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Andrés González. Director Centro de Desarrollo Medioambiental. Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Universidad Central.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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