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Los partidos, «vencen o convencen»


El principal problema de los partidos políticos es que cada día se parecen más a la idea que las personas tienen de ellos: Fatalistas, presidencialistas, caudillistas, románticos, atávicos y pragmáticos. Nuestros partidos viven atrapados en una trampa comunicacional en la que hagan lo que hagan siempre consiguen unir a la opinión en su contra. Esta circunstancia es grave para las democracias y en nuestro caso chileno, pues al quitarle legitimidad al sistema político, reducen las posibilidades de su gobernabilidad.



Las encuestas de opinión muestran que las instituciones menos respetadas son los partidos políticos, parlamentos, asambleas regionales y los concejos locales, que son elegidos con el voto de quienes hoy los critican por corruptos e inoperantes.



La crisis de los partidos políticos enlaza con la del sistema representativo y con su incapacidad para atender las crecientes demandas de cambio social, producto de un modelo económico que ha resultado demasiado costoso en materia de equidad. La democracia representativa nació como una conquista de vastos sectores de la población por sus derechos, por medio de formula de democracia directa. En Latinoamérica aparecen por la polarización de dilemas ideológicos como por ejemplo: Feudalismo o Centralismo, Estado laico o confesional y educación pública o privada, ya que en la práctica estos lineamientos expresaban diferentes posturas frente a los enfrentamientos ideológicos resultantes de la época colonial.



La historia nos muestra que al finalizar el siglo XX en Chile, el panorama después del paso de dictadura a democracia representativa ,ha dejado como secuela la creciente exclusión social como resultante del modelo económico neoliberal heredado y afianzado en la Constitución Política de 1980,que nos ha llevado a una crisis aguda en nuestro modelo representativo , aumento de la exclusión política ,que ha permitido la retroalimentación de la incredulidad de las personas en relación con sus dirigentes ,sus gobiernos y sus partidos.



A lo anterior, se suman algunos medios de comunicación que han desempeñado un papel clave en esta pérdida de credibilidad de los partidos al utilizar su legítimo poder fiscalizador para satanizar a la política a través del escándalo y el sensacionalismo. Si los partidos han instrumentalizado la política a través de figuras como el clientelismo, estos medios sensacionalistas la han trivializado y convertido en un juego de símbolos e imágenes al servicio de la sintonía de los televidentes, auditores de radio, y lectores de diarios y revistas.



Los Partidos Políticos son los mayores contribuyentes a su creciente desprestigio al adoptar posturas que van en contra de su propia ideología que los vio nacer y su vocación de representar los intereses públicos, ya que se han convertido en microempresas electorales apartándose de la máxima de Miguel de Unamuno «de que lo importante no es vencer sino convencer»: Hay partidos que vencen pero no convencen. Precisamente, su visión neoliberal ha terminado por convertirlos en máquinas de participación electoral para elegir gobiernos cuya legitimidad se mide más en función de su capacidad de hacer cosas que en defender causas.



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Marta Canto Castro. Licenciada en Ciencias Políticas y Administrativas. Administrador Público. Miembro del Directorio del Instituto Jorge Ahumada y Editora General de la Revista Impacto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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