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Bachelet en el Financial Times


La revista Punto Final analizó hace algunas semanas el «asesinato de imagen» de la Presidenta Bachelet. Pero han sido demasiado pocas las voces que han denunciado claramente la intencionalidad de noticias y comentarios que apuntan, desde el inicio de su gobierno y ya antes, durante la campaña, a disminuir a Bachelet.



Machismo, dicen algunas, y también algunos, y no cabe duda que tienen razón. Chile es un país de contradicciones llamativas. Una es que la cultura nacional está aún impregnada de un grado alto de machismo y que, a pesar de ello, los chilenos elegimos una mujer como Presidenta. Se trata de un hecho histórico, de gran trascendencia en el largo plazo. Sin embargo, no significa la superación de una forma de pensar que no reconoce plenamente la igualdad social y cultural de la mujer.



Pero no es sólo eso. Tras la campaña contra Bachelet están los grandes intereses económicos que se benefician del modelo vigente e impiden que los frutos del crecimiento se distribuyan con justicia. En estos días se han levantado contra una eventual reforma que reconozca a los trabajadores los derechos laborales básicos. Hace unos meses lo hicieron ante la eventualidad que la educación dejara de ser un espacio abierto al lucro.



Si alguna duda había sobre la existencia del diseño contra Bachelet, la lectura del Financial Times del domingo pasado y su «traducción» chilena es la mejor prueba.



Estoy en Estados Unidos y sigo la prensa de acá y de allá diariamente. La semana pasada tuve la percepción que las intervenciones de Bachelet durante su viaje a Nueva York no recibían en la prensa de Chile un tratamiento afinado. Su intervención en Columbia tenía contenidos de interés que se omitían, su discurso en el lanzamiento de la Fundación Gabriela Mistral, breve pero importante, también. El texto que leyó en la comida organizada por el Foreign Policy Association y el National Endowment for Democracy, si bien relevó -a mi juicio con énfasis exagerados- los éxitos de la transición chilena, reconoció también sus falencias. Y, cuando debió responder espinudas preguntas, Bachelet no cayó en la trampa de distanciarse dócilmente de Chávez y reconoció el derecho de los trabajadores a movilizarse en defensa de sus legítimos intereses.



El Financial Times digital permite leer dos textos sobre Bachelet, uno que ha sido mal utilizado en su contra, según acaba de señalar la propia corresponsal del diario inglés a Radio Cooperativa. El otro texto, ignorado en Chile, publicado el mismo día, es escrito por la editora del Financial Times en Estados Unidos, Christya Freeland. Es una columna llamada «Jugando según las reglas de los muchachos» («Playing by the boys rules«). Se refiere a la intervención de Bachelet en Columbia University, donde la Presidenta dice: «Si un hombre toma una decisión, él es un hombre de carácter que ha adoptado una resolución. Y si no toma una decision, él es un hombre sabio… Si una mujer no la toma, ella es incapaz de adoptar una decisión. No es sabia. Y si la toma, alguien la convenció de tomarla». Freeland contrasta esta postura con la de la era «post feminista» en Estados Unidos, donde las banderas que levantaron las madres de las mujeres adultas de hoy han sido dejadas de lado para poner más énfasis en el «derecho a optar» como elemento central. Su conclusión es que Bachelet, con su discurso más clásico, pareciera tener razón. Freeland cita conversaciones con mujeres ejecutivas de Wall Street que, desde el anonimato, admiten que son objeto de discriminación. Como en Chile, según el otro texto, el de Jude Webber, quien señala que las mujeres universitarias chilenas ganan sólo el 61% de lo que gana un hombre que realiza el mismo trabajo.



La pobrísima y sesgada síntesis del artículo de Webber y la ignorancia del de Freeland, conforman una paradoja: el principal diario de negocios del mundo releva en estas dos publicaciones cómo la dimensión de género impacta a Bachelet y en Chile esos contenidos se usan para castigarlaÂ… machistamente.



Machismo, intereses económicos que se sienten amenazados. Sin duda, una campaña. Pero no sólo. El incidente muestra una vez más las falencias del sistema de medios de comunicación que existe en Chile.



En este ámbito hemos sido negligentes, a lo mejor cómplices, en los gobiernos de Concertación. Cuando se realizó algún intento por buscar correcciones, como por ejemplo establecer criterios de distribución justa de la publicidad estatal que permitieran fortalecer el pluralismo regional y político de los medios, la iniciativa se entrampó por razones que desconozco.



El gobierno de Bachelet no ha abordado la materia, no obstante que fue planteada en su campaña. Uno de sus errores es persistir en esta área en la política de no hacer nada que, entre otras cosas, heredó de sus antecesores.



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(*) Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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