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Primarias norteamericanas: Clinton empata


En las primarias republicanas de New Hampshire venció McCain, con el 37% de los votos. El segundo lugar, al igual que en Iowa, y con el 31,5% de los votos, lo logró Romney, el millonario que es una de las opciones presidenciales de los barones del partido. Y tercero el pastor Huckabee, el ganador de Iowa., con el 11,2% de la votación. Ese resultado fue predicho por las encuestas, y la explicación es relativamente simple.



McCain, tenía su campaña en ruinas, pero su discurso congenia con el «yanquismo» de New Humpshire, uno de los mitos de la religión civil norteamericana. EE.UU. habría sido fundado por pequeños propietarios individualistas, para quienes la Constitución del país es sagrada y cuyo lema es vivir en libertad o muerte. Tanto fue así que en las primarias republicanas de 2000 derrotó a Bush en ese estado. Critica las élites de Washington con un discurso rayano en el patrioterismo y proclama que su país ganará militarmente en Irak. Se presenta como un piloto, que estuvo prisionero por varios años en Vietnam, y un rebelde individualista. Y el «yanquismo» no es un ambiente apropiado para los millones Romney, ni para el fundamentalismo de Huckabee.



Con todo, los tiempos cambian. Y McCain, en esta elección, obtuvo 25% menos votos que el año 2000, pero los responsables no son sus contrincantes republicanos, sino una consecuencia de que su partido está de capa caída.



Entre los demócratas, obtuvo la primera mayoría Clinton, 39%, a pesar de que las encuestas de última hora le daban una ventaja a Obama de alrededor de un 9%. Sin embargo, hay que tener presente que las decenas de sondeos diarios tuvieron movimientos muy volátiles. En promedio, a fines de diciembre, Clinton estaba arriba por 12 puntos porcentuales. Después de Iowa, en los últimos cinco días, fue superada por Obama, por nueve puntos, y Hillary terminó ganando por tres puntos porcentuales.



Ahora bien, ¿cómo lograron los Clinton defenderse del vendaval Obama?. La campaña fue algo más agresiva que en Iowa, en menor medida Hillary, que Bill, aunque la candidata tuvo un gran resfalón al decir que la obra de Martin Luther King no se habría concretado sin el presidente Johnson. A lo que se sumó que cooptaron el lema de Obama «Ä„CAMBIO!» y le agregaron «Ä„LISTA!».



Los Clinton son además maestros en el manejo de la máquina política demócrata. En un estado de 1,2 millones de habitantes, su equipo hizo 1,3 millones de llamados telefónicos a los votantes y golpeó 330.000 puertas, también con la participación personal de Hillary, Bill e hija. Ganaron entre los más pobres, los menos educados, los mayores de 40 años de edad (el 70% de los votantes), los afiliados a sindicatos, la población urbana, etc., es decir, en la base demócrata. Y lograron revertir la mayoría del voto femenino a su favor. A ello contribuyeron dos frases algo sexistas, una de Obama y otra de Edwards, y la reacción emocional de la candidata, al borde de las lágrimas, en una conversación con electores en un café, imagen que fue captada por la TV y repetida innumerables veces.



El problema de Obama fue que su discurso comunitario y de reconciliación se elevó demasiado, pareció un predicador, «somos un solo pueblo», dijo, y no hizo propuestas concretas de politica. La consecuencia fue que no logró movilizar a las urnas a jóvenes y estudiantes, como en Iowa.



La carrera presidencial por supuesto sigue. Entre los republicanos, tienen opción incluso candidatos que todavía no entran realmente en la contienda, como Guiliani y Thompson, más Huckabee, McCain y Romney. El gran problema es que cada uno representa a una distinta facción de un partido en que los conflictos se agudizan porque está a la baja. Tal vez por ello, un grupo de «centristas» evalúa levantar la candidatura independiente del actual alcalde de Nueva York, Bloomberg, acompañado por el senador republicano, bastante disidente del bushismo, Chuck Hagel.



Entre los demócratas, la campaña se reduce a Clinton, una mujer, y Obama, un afroamericano, una real novedad. El mayor obstáculo para que uno de ellos llegue a la Casa Blanca es que se destruyan entre sí. Y Hillary Clinton, con un equipo más agresivo, debe tener especial cuidado porque el 40% de sus conciudadanos tiene una opinión negativa de ella. A lo que se suma que parte importante de la máquina demócrata es el liderazgo político afroamericano, razón por la cual, menos que nadie, puede inyectar tensiones raciales a la campaña.



Obama, por su parte, debe bajar a tierra, introducirle un poco de prosa a la poesía, y seguir demostrando con el voto blanco e hispano que, pese a ser afroamericano, es elegible, y al serlo, que finalmente EE.UU. supera las barreras raciales. Una buena noticia para su campaña, es que en las próximas asambleas políticas de Nevada, ya logró el apoyó del más numeroso sindicato del estado, el culinario, que es básicamente hispano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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