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Cinismo de los economistas


«En la práctica la crisis que afecta a los EE.UU. amenaza con sacudir a toda la economía mundial incluso la de los países emergentes», sostuvo el 22 de enero un articulista del parisino Le Monde. «Demasiado tarde para prevenir la recesión», afirmó días antes Paul Krugman en The New York Times del 18 de enero.



En EE.UU. no le creyeron a G. W. Bush; desconfían de que inyectando dinero en los hogares de los contribuyentes norteamericanos se vaya a resolver algo. Tampoco el sistema financiero le cree a la baja de la tasa del índice director de la FED. Son paliativos.



Los que ninguneaban la crisis del capitalismo financiero global hoy se rinden ante los porfiados hechos. Repitieron el curso 101 de macroeconomía financiera global y siguen haciéndonos creer que en sus manos la economía es una ciencia infalible.



Complejo pero se comprende.



Bajándome del avión en el aeropuerto Pearson donde hacía escala rumbo a Québec, me abalancé sobre el New York Times en aquella fría mañana de invierno en Toronto del pasado viernes 18 de enero. Ä„Qué mejor que leer en uno de esos grandes periódicos de la metrópolis imperial que fabrican el consenso y la opinión pública un par de análisis acerca de la crisis por venir! Caí en una Op Ed de Paul Krugman, Don’t Cry for Me, America (sugestivo título que hace referencia a la crisis Argentina y a la canción de la ópera rock Evita, «No llores por mí Argentina»).



¿Qué dice Krugman en la página A23 del NYT? Cosas interesantes.



Dice que Ben Bernanke afirmó en el 2005, antes de ser nombrado el mandamás de la FED (Banco Central de EE.UU.), que si el dinero de los países emergentes (excedentes fiscales, fondos de pensiones, dineros de ahorristas particulares), era invertido en el sistema financiero norteamericano era debido a su «sofisticación». Se trata más bien de un sistema que reposa en la «sofística» (dispositivo discursivo plagado de argumentos falsos cuyo fin es engañar incautos) le retruca Krugman, en un juego de palabras.



Es decir, no sólo los EE.UU. tienen un sistema financiero complejo y refinado para atraer el dinero de otros Estados (además de contar con personal formado en sus aulas para enviarlo) y utilizarlo para mantener su ritmo desenfrenado de vida, sino que además los EE.UU. son el lugar «donde el dinero fue y puede ser muy mal invertido» («[…] a place where large sums could be and where invested very badly […]», P. Krugman).



Y añade Krugman: «esos dineros terminaron yéndose a financiar la burbuja crediticia hipotecaria (una herencia de la administración de A. Greenspan) que ahora estalló con las nefastas consecuencias conocidas». El otro factor de crisis es la ausencia de un sistema de regulación del sistema bancario norteamericano. «En vez de hacer algo al respecto, se siguen haciendo plegarias y pidiéndole milagros a los mercados», escribe el economista, Phd, editorialista del NYT, profesor del MIT y de Princeton.



Pero ahí «mesmito» fueron enviados los excedentes del cobre y las pensiones de los chilenos.



Ä„Cómo no iban a saberlo la crema de los economistas concertacionistas- aliancistas neoliberales y los otros que dicen no serlo y que desgarran vestiduras en el muro de los lamentos pero que dejan hacer!



Los grandes accionistas y el mundillo de la bolsa (bancos, fondos de pensiones, mutuales financieras, agencias bursátiles) que especulan con el dinero expropiado a la humanidad entera saben que la recesión ya mostró sus narices y temen una baja en el precio de las acciones bursátiles. Por eso las venden. Muchos de ellos, compraron esas acciones a bajo precio, después se inflaron y se fueron por las nubes. !Qué contentos que estaban metidos dentro de la burbuja bursátil que ellos mismos soplaban!



En la hora del reventón venden las acciones para no perder. Para lograr obtener ganancias respecto al precio en el cual las compraron. He ahí la razón de esos índices de baja o caídas. Grandes paquetes de acciones son vendidos por los inversores globales y otros, como no encuentran compradores, pierden valor.



Si el crédito bancario aumenta de precio u otros no pueden pagar las deudas debido al aumento de los intereses bancarios, el capitalismo entrará en una recesión de esas grandes. Ya algunos hablan de algo parecido a la de 1930. Esa que leímos en nuestra adolescencia en «Las Uvas de la Ira» del gran Steinbeck.



No obstante, las bajas en los índices bursátiles sirven para hacer gráficos en las juntas de accionistas y en las pantallas de TV y no para explicar las causas. Detrás hay dinero especulativo que cambia de mano.



También hay decisiones que serán tomadas en los centros del capitalismo global que terminarán por afectar la economía capitalista real. Aquella que genera empleo a condición de obtener utilidades. Aquella donde dependiendo de la correlación de fuerzas y de la legislación laboral los capitalistas buscarán bajar los salarios y amenazarán con despidos y cierres de industrias para lograrlo.



Desconfianza de los mercados: «inciertos», «nerviosos», «resfriados»; cínica manera de darle a los mercados y al capitalismo global dominado por el capital financiero atributos antropomórficos. Vida propia. Son los nuevos dioses del Olimpo que castigan a los pobres humanos. De vuelta al universo mítico griego. Ese que la filosofía de los presocráticos desmitificó en el siglo V antes de esta era. «Los poderosos inventaron a los Dioses para atemorizar a los humanos», exclamaba Critias.



Bien sabemos que las oligarquías no perderán un céntimo (en términos relativos y absolutos) en las crisis, pero ya es seguro que le harán pagar cara la factura a los trabajadores, empleados, jubilados, pequeños ahorristas y PyMES.



Esta crisis no es un fenómeno ex nihilo. No se produce de la nada. El país que vive del crédito y cuyo Estado se farrea el dinero en guerras costosas y mortíferas (de la cual ni siquiera B. Obama, ni H. Clinton ni R. Edwards en campaña hablan) con esa poderosa maquinaria publicitaria, que domina los medios y que incita al consumo a destajo, es el que posee un «sofisticado» sistema financiero para vivir del dinero ajeno. No lo hace solo, sino que con la complicidad de sus vanguardias de incondicionales diseminadas en todo el sistema financiero global que empujan hasta el borde del abismo la lógica del capital; la búsqueda de la ganancia máxima, como. Son los border line del sistema: los responsables intelectuales (neo y liberales economicistas) y los operadores de la crisis.



Leopoldo Lavín Mujica. Profesor de filosofía, Collčge de Limoilou, M.A. en Communication publique, Université Laval, Québec (Canadá)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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