Publicidad

El fenómeno Obama y la modernización de la democracia chilena

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
Ver Más

Chile no puede quedarse atrás en la modernización de su sistema democrático en relación al resto del mundo, y debería aprovechar la influencia positiva que genera la elección del primer Presidente afro-norteamericano, quien gracias a su discurso inclusivo, captó ampliamente las preferencias juvenil


La elección presidencial en Estados Unidos fue un hito político positivo, muestra de un sistema democrático del cual Chile tiene que aprender.

Más allá de la renovación que el candidato demócrata, Barak Obama, inspiró durante toda la campaña, hay que tener en cuenta que tras el resultado en urna existe un sistema eleccionario actualizado, caracterizado por la aparición de nuevas tecnologías y la necesidad creciente de facilitar el ejercicio de los deberes y derechos ciudadanos.

Es así como vimos que en algunos estados se utilizaron pantallas electrónicas para emitir el sufragio, o que el Presidente Bush emitió su voto una semana antes vía carta, tal como lo hicieron miles de norteamericanos que viven fuera de su país. Aun así, en Estados Unidos se debate la necesidad de aplicar el voto a través de Internet para favorecer a estos últimos, quienes suman cerca de seis millones de personas.

Por otra parte, hoy la India se enorgullece por haber abandonado el lápiz y el papel para este tipo de eventos, mientras que varios países de la Unión Europea están aplicando el voto en línea progresivamente.

Chile no puede quedarse atrás en la modernización de su sistema democrático en relación al resto del mundo, y debería aprovechar la influencia positiva que genera la elección del primer Presidente afro-norteamericano, quien gracias a su discurso inclusivo, captó ampliamente las preferencias juveniles, femeninas, y minorías raciales.

En este sentido, hoy es una necesidad que la clase política se disponga a modernizar nuestro sistema eleccionario. Es así como varios líderes de opinión han reflotado la idea de implementar la inscripción automática y el voto voluntario, apelando principalmente a la falta de motivación de los jóvenes para dirigirse al registro electoral y firmar en vetustos libros decimonónicos.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los jóvenes valoran la democracia más que cualquier otro sistema político, pero que sin embargo, hoy sólo representan el 8% del padrón electoral, es necesario cuestionarse por qué no adaptamos la democracia para las nuevas generaciones.

Nuestros políticos deberían ver en esta medida un beneficio para el país, al poder contar con un padrón electoral realmente representativo, que los motive a adaptar sus propuestas considerando las nuevas complejidades de nuestra sociedad.

Por el contrario, para Chile no sería una buena señal conformarse con que voten sólo 6 millones de personas, como ocurrió en las pasadas elecciones municipales, siendo que existen más de 11 millones de chilenos en edad para votar. Como tampoco debe enorgullecerle a un político que los jóvenes privilegien votar en línea por su concursante favorito en un reality show, mientras que desconocen el nombre del diputado de su distrito o del senador de su circunscripción.

Es difícil garantizar la libertad y la equidad de nuestro sistema democrático, bajo el cual convinimos vivir para alcanzar el bien común, si éste se anquilosa en las postrimerías del siglo XX, con un padrón reducido, envejecido, y por tanto, carente de confianza pública por parte de las nuevas generaciones.Sin duda, en esta materia Chile tiene un desafío, y sus políticos una enorme responsabilidad.

 

*Juan Eduardo Faúndez es director del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV).

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias