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La ConaSida que quiero

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Estamos en la oportunidad de tener una institucionalidad sobre la respuesta del VIH que permita volver a ejercer el liderazgo necesario, en el país y en la región, y esto pasa por mantener los temas propios de salud en el ministerio respectivo.


Por Leo Arenas*

Nadie, con dos dedos de frente y sin ideologismos extremos, puede negar los avances que hemos tenido como país en el ámbito del VIH/SIDA. Sin embargo, estamos en una situación complicada, debido a una mala gestión y no cumplimiento de los protocolos relativos a este tema. Ahora es cuando se debe dar un giro en la respuesta a la epidemia del SIDA.

Las personas notificadas en 24 años de epidemia ascendía a 18.552 personas con VIH o SIDA, siendo predominante masculina, su vía de transmisión más recurrente es la sexual con un 90%, revelándose un 6% de desconocimiento de la forma de transmisión.

La prevalencia en población general alcanza a 0,05%, aunque en poblaciones de mayor vulnerabilidad llega a 0,5% en quienes consultan por Enfermedades de Transmisión Sexual y a 1,9% en Personas Privadas de Libertad. Sobre estos datos se han elaborado campañas de prevención que han centrado su mensaje en el uso correcto y consistente del condón, con énfasis en población adolescente.

Los avances se registran en el acceso a tratamientos, que casi alcanza el acceso universal, ya que los funcionarios adscrito a la Defensa Nacional y de Gendarmería de Chile tienen dificultades por su propio sistema de salud, ya que no están legalmente protegidos ante la entrega de los medicamentos.  El acceso a tratamientos ha permitido bajar la mortalidad de las personas afectadas por el VIH de un 3.6 a un 2.5 por cada 100.000 habitantes, así también la transmisión vertical ha experimentado una disminución relevante: de un 30% a menos de un 2% en el último año.

Al parecer, todo bien en la parte de atención y que corresponde al Sistema de Salud, salvo la atención a las personas transgéneros que presentan particularidades no abordadas en su integralidad; las brechas siguen estando en el ámbito socio-cultural.

Hay una deuda en el ámbito educacional importante, así como la discriminación reflejada en la Transfobia y Homofobia y una voluntad política de tratar estos temas en la agenda del país.

No recuerdo la presencia de una autoridad política importante, menos de quien ejerció o ejerce el máximo cargo de la nación, en una ceremonia del 1 de diciembre, cuando se conmemora el Día Mundial de Lucha Contra el SIDA. No hemos escuchado en un discurso que la prioridad será una respuesta adecuada a los desafíos que nos enfrenta el VIH como sociedad. Por eso, es bienvenida la reestructuración de la Comisión Nacional del SIDA que ha declarado el nuevo Ministro de Salud.

Y que se asuma como Comisión Nacional del SIDA, ya que hoy es un Departamento dentro de la División de Prevención y Control de Enfermedades. Necesitamos una Comisión con peso político y que pueda interrelacionarse con los otros ministerios de igual a igual. Cuando se tomó la decisión política de relevar el tema de género y mujer, se creó el Servicio Nacional de la Mujer y se le otorgó el rango de Ministra, aunque es un Servicio. ¿No es menos importante el VIH en las condiciones actuales?

Conversando con el Dr. Rodrigo Simán en un descanso de la última reunión del Grupo de Cooperación Técnico Horizontal en San José de Costa Rica, me contó la forma en que se estructura la respuesta en El Salvador, lo que ha permitido ejercer un fuerte liderazgo en la región centroamericana.

La CONASIDA de El Salvador está integrada por: Ministro de Salud, Secretaría Nacional de la Familia, Ministro de Trabajo y Previsión Social, Ministerio de Educación, Ministerio de Gobernación, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, Servicios de Sanidad Militar, Medios de Comunicación, Director del Instituto Salvadoreño de Seguro Social (ISSS), Presidente de Asociación Nacional de Empresas Privadas (ANEP), Colegio Médico y ONG’s vinculadas al VIH/SIDA. Es decir, es una instancia asesora de mayor relevancia nacional por su carácter dentro del marco legal y por su nivel de representatividad multisectorial.

Así su vez, el Programa Nacional de VIH/SIDA se ubica en directa dependencia del Ministro y Vice Ministro de la cartera de Salud, y es la instancia responsable de la conducción y ejecución de la política sectorial, así como del seguimiento y evaluación permanente de la vigilancia epidemiológica.

Vuelvo a insistir que estamos en la oportunidad de tener una institucionalidad sobre la respuesta del VIH que permita volver a ejercer el liderazgo necesario, en el país y en la región, y esto pasa por mantener los temas propios de salud en el ministerio respectivo; pero frente a los desafíos políticos-culturales se debe crear una instancia de mayor relevancia y que concurran quienes toman las decisiones y no funcionarios de cuarta línea, sin ningún peso político.

La preocupación nace por cuanto el Ministro de Salud, en su presentación ante la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, manifestó como organizaciones aliadas al Colegio Médico y a la Sociedad de Infectología; nada de la sociedad civil organizada que dio las primeras respuestas a la epidemia, nada de las agrupaciones de las personas viviendo con VIH; es decir, vamos por el camino de medicalizar el tema del VIH y este es un tema de relaciones entre las personas, no perdamos el foco.

 

*Leo Arenas es Secretario Ejecutivo de la Coordinadora de ONG’s de las Américas sobre SIDA, Cárcel y Encierro.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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