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Obama: Una nueva administración en tiempo de crisis

Existen pocas dudas de que la nueva administración que asume el 20 de enero, enfrenta interna y globalmente una de las peores crisis desde el fin de la confrontación bipolar. A esto hay que sumarle un elemento en el plano ideológico, como el desmantelar la agenda neoconservadora implantada…


Por Juan Francisco Coloane*

El histórico viaje en tren del presidente electo Barack Obama y su acompañante de lista Joseph Biden para asumir en Washington, más allá de lo anecdótico, indica un esfuerzo y una señal clara en obtener apoyo masivo del público para enfrentar una crisis de varias puntas.  

En su propia medida, así como las marchas de los líderes que son capaces de generar movimientos sociales importantes, Barack Obama ha provocado un momento de gloria y resurrección. Con mucha sagacidad, alguien dijo que no hay que dejarse hipnotizar por Obama. Aún así, son muy pocas las autoridades políticas elegidas para este tipo de magistratura que pueden darse ese lujo, en estos tiempos. Hay muy poco que ofrecer, y muchos de los que hipotéticamente podrían, forman parte del problema. Esa es la gran ventaja de Obama en su dossier, no forma parte del problema, y por el contrario, tiene el mandato para resolverlo.  

Existen pocas dudas de que la nueva administración enfrenta interna y globalmente una de las peores crisis desde el fin de la confrontación bipolar. A esto hay que sumarle un elemento en el plano ideológico, como la persistente gravitación de la agenda neoconservadora implantada globalmente para sostener un sistema basado en dos preceptos omnipresentes y reduccionistas a la vez: Finanzas y Seguridad. La globalización en las últimas tres décadas, presenta un grave déficit en proyectos sociales y humanitarios, y para qué hablar del político.  

Se trata de un test doble. Uno para Barack Obama y su equipo, y el otro para EEUU por haber elegido un político que  sale del arquetipo.   

Matt Bai en un estimulante artículo en The New York Times del 18 de enero, describe algunos rasgos del nuevo presidente:

“Después de todo, en una medida no despreciable, el carácter elusivo de Obama, es lo que ha cautivado a muchos Americanos. La atracción no es por lo que sabemos de él, si no por lo que nos falta por conocer. ….Su estampa precisamente novedosa, y la falta de familiaridad, nos hace pensar si quizás nos está señalando no solo un cambio en la política, sino también una sociedad transformada. Pensemos en  un país, que al elegir a un presidente tan poco convencional y fogueado como Obama, tal vez perciba ser menos intolerante y menos socialmente estancado como muchos suponen. Los años por delante revelarán mucho más acerca del hombre que hemos elegido, y tal vez algo de nosotros mismos”.   

A pesar de la evidente ansiedad, una encuesta reciente de The New York Times y CBS News, indica que hay confianza y paciencia con la nueva administración. Obama ha acentuado su propuesta en un marco de reconstrucción nacional sin usar este término, pero en el fondo, cuando habla de recoger el diseño original de los fundadores de la nación está diciendo que, lo por hacer, es algo más profundo que reparar.          

Al parecer, será una presidencia con intenso movimiento, una suerte de “Rolling Washington”. Y no podría ser de otra forma. El panorama lo amerita. Hay que buscar la protección resolviendo los problemas internos primeramente, porque el escenario externo también es complicado.  

Existen dos situaciones apremiantes requiriendo atención inmediata. Una, la crisis de la economía. Los escasos reparos del partido republicano a las propuestas del gobierno, y los altos índices de aceptación – más del 80% – en una encuesta de OPR/CNN sobre el manejo de la transición por parte de Obama, estarían indicando que el panorama doméstico está bajo control. La crisis económica por ahora, une más que desune.  

La otra, es la situación en el Medio Oriente, donde Israel conduce la agenda simplemente por la invasión a Gaza. Esta agenda depende hasta cierto punto de variables externas determinadas por decisiones políticas israelíes.  

En el corto plazo, la mediación de Egipto estuvo a punto de hacer cristalizar un cese de fuego, aunque Israel decidió unilateralmente reducir el volumen de la intervención, y llevar adelante un cese al fuego.  

Fue apuntado antes. Israel sólo podía invadir Gaza antes de la asunción de Obama, y debía salir también antes. Si tenía otra opción, se abren preguntas: ¿Para qué lo hizo? Si fue concertado con la Alianza Occidental: ¿Para qué lo hicieron? ¿Pensaban erradicar Hamas?  ¿O se trataba de imprimir el tono de la conducta futura (de esta Alianza) hacia  Irán y Siria?  

Por todo este puzle, los que asumen el discurso de que la ONU como cabeza del multilateralismo es inoperante, pueden pensar que precisamente mientras más inoperante se le encuentre, más necesaria es. Este conflicto lo ha demostrado permanentemente.

En este plano, hay un indicador importante en el bosquejo del nuevo diseño. El cargo de representante de  EEUU ante la ONU, se elevaría, de acuerdo a los planes, al nivel de un Secretario de Gabinete.       

Gaza y más allá  

La política exterior de EEUU continúa marcada por una trayectoria de frustraciones respecto al medio oriente. Su relación con Israel  ha estado condicionada por el fenómeno del estado “de cuerpo doble”,  referido al poderoso lobby israelí en EEUU, determinando que los intereses del estado de Israel se mezclen con los de EEUU, en una relación simbiótica. Un “estado dentro de otro estado”.  El libro “El lobby israelí y la política exterior estadounidense” de Stephen M. Walt y John J. Mearsheimer, convertido en causa célebre por su rechazo en el ambiente neoconservador, pone al descubierto este fenómeno, que no es exclusivo de esta relación.    

En el largo plazo, el medio oriente y las relaciones futuras con el mundo árabe e islámico, incluyendo Irán y las dos guerras, constituyen quizás el desafío internacional mayor. Irak y Afganistán se ven como proyectos de largo plazo, y no se ha vuelto a insistir en el retiro de tropas de Irak, sino más bien en la ofensiva en Afganistán. Hay un alta expectativa de que la solución se encuentre en los carriles políticos, evitando el entrampamiento de la supremacía.  

Esta crisis ha demostrado que los espacios de la geopolítica se han  reducido, por la precariedad del sistema mismo. Las guerras ya no generan el tipo de rentabilidad anterior. Rusia, China e India por ejemplo, son estados constituidos enfrentando los mismos problemas de  EEUU con el mundo  islámico, e India y China los tienen internamente. Desde la perspectiva de la supremacía bélica, la vieja guardia del Pentágono insiste en Rusia y China como las grandes amenazas, y bien sabemos que este dossier está íntimamente ligado a la industria de la guerra y la seguridad a gran escala. Esta nueva administración sin duda que va a estar sometida a esta presión. 

*Juan Francisco Coloane, sociólogo y analista internacional

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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