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Bendito sea el arrogante

Hay que ser muy valiente y muy soberbio para enfrentarse a quienes deciden los que partirán al infierno o alcanzarán el paraíso. Me incluyo entre las que usaremos un buen protector solar para enfrentar el calor del infierno y asumiré gallardamente mi cola y mis cachos.


Por Tatiana Hernández*

Una de las voces que se siente con la autoridad moral para hablar por el mundo entero y decidir qué se hace con el cuerpo de las mujeres es la Iglesia Católica; voz que ha rugido fuertemente en estos días. Le ha dicho “arrogante” al hombre más poderoso del mundo, según lo que establecen las encuestas, y de lo dicho por él en su discurso de asunción.

Arrogante, según la RAE se dice de aquel que es altanero, soberbio, valiente, alentado, brioso, gallardo, airoso. Definitivamente no hay mejor manera de definir las acciones de quienes históricamente hemos luchado por la emancipación de las mujeres en el mundo.

Hay que ser muy valiente y muy soberbio para enfrentarse a quienes deciden los que partirán al infierno o alcanzarán el paraíso. Me incluyo entre las que usaremos un buen protector solar para enfrentar el calor del infierno y asumiré gallardamente mi cola y mis cachos.

Y es que no hay nada mejor que sentirse por unos instantes apoyada por el todo poderoso terrenal. Porque si bien Obama es un hombre que termina su discurso con el nombre de Dios en los labios, sabe que un hombre de Estado debe gobernar mirando a su pueblo y no al cielo. Me pregunto si los aliados políticos de Piñera dejarían que gobernara mirando al pueblo, cuando ya han dicho que el senador Eduardo Frei ha vendido su alma al demonio por sólo permitir el debate –como él lo ha dicho- sobre aborto terapéutico en Chile.

Arrate, para los socios de Piñera, es un tipo que ya cuenta con cola y cachos, porque está en la misma lógica que el Presidente Obama. No sólo es necesario proteger la libertad y salud reproductiva de las mujeres, sino que su acción representa un principio más amplio: “el Gobierno no debe meterse en nuestros asuntos familiares más íntimos”.

Ante esto último, recuerdo miles de gritos de chilenas y chilenos que defendimos con fuerza nuestro derecho a decidir. Sí, así de simple suena, pero todas-os sabemos lo potente que fue protestar por las calles diciéndole al Estado “No se metan con mi vagina, ustedes con sus rosarios, nosotras con nuestros ovarios”.

Está claro que el único poder del Estado que actuó con audacia (arrogancia le dicen hoy) fue el Gobierno. Ante un fallo injusto y repudiable de jueces que aplican la ley de los hombres (y las mujeres) mirando al cielo, la Presidenta buscó la fórmula para que las chilenas pudiéramos confidencialmente contar con la consejería y la ansiada píldora para no abortar.

Bendita tu arrogancia Obama, bendita su arrogancia Presidenta, bendita su arrogancia ministras, bendita la arrogancia de todas las mujeres de organizaciones sociales que día a día –con escasos recursos- promueven los derechos sexuales y reproductivos de las chilenas y chilenos.

No se extrañe entonces, señor máximo arrogante,  si las organizaciones feministas de nuestro país, llegamos un día frente a su embajada en Chile a pedir lo que usted benditamente ha dicho que nos dará: financiamiento para promover la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en nuestro país. Bendita sea su arrogancia que nos permitirá probablemente bajar las tasas de mortalidad de las chilenas producida por abortos clandestinos mal practicados. Bendita sea su arrogancia por darnos la posibilidad de que este país (sí, ese mismo, el de su patio trasero), podamos reducir las brechas existentes entre las mujeres ricas y las pobres.

*Tatiana Hernández es Integrante del Observatorio Género y Equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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