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De qué libertad estamos hablando

Las mentiras del Sr. Teillier pueden ser demostradas. En Cuba no hay libertad sino una libertad falsificada y puramente virtual-ideológica construida por una dictadura que no permite la más mínima objeción a ese proyecto, igualmente virtual, que el régimen o el grupo sostiene como la verdad…


Por Javier Campos*

 El secretario del Partido Comunista de Chile, Guillermo Teillier, dijo públicamente a ADN Radio Chile lo siguiente mientras estaba en Cuba con la comitiva de la presidente chilena. Cito las frases principales que me interesan: «…los cubanos pueden expresarse libremente cuando quieran…no he visto nunca a un cubano que se haya tragado la lengua por opinar… Yo creo que cubanos en eso son mucho más avispados que los chilenos y ellos critican con plena libertad y existen aquí las condiciones para hacerlo…En Cuba, yo siempre lo he dicho, aquí no hay detenidos desaparecidos, en Cuba no se tortura, posiblemente puede haber presos…»

La libertad de opinar se supone sagrada y es uno de los tantos derechos humanos fundamentales que se indica en la  «Declaración Universal de los Derechos Humanos»  de 1948 Y se nota que el secretario del Partido Comunista chileno la usa y está en su derecho. Pero la manipulación de ciertas verdades no pueden ser aceptadas y eso hay que decirlo públicamente también en el caso de Cuba. Verdades como que en Cuba sí se violan muchos derechos humanos si revisamos aquella declaración de 1948 de las Naciones Unidas. Y que para el Sr. Teillier eso no ocurre  como declaró públicamente.

Las mentiras del Sr. Teillier  pueden ser demostradas. En Cuba no hay libertad sino una libertad falsificada y puramente virtual-ideológica construida por una dictadura que no permite la más mínima objeción a ese proyecto, igualmente virtual,  que el régimen o el grupo sostiene como la verdad y el pueblo, en el sentido leninista, debe aceptar pues la dirigencia es la que más sabe y está destinada a dirigirlos (véase al Che Guevara en su «El socialismo y el hombre en Cuba»).

Hay en el dirigente comunista chileno una misma línea de pensamiento, como ocurre en toda mentalidad sea fascista o comunista o dogmática en general.  Una  manipulación política e ideológica que hace que aquella mentira sea para ellos la verdad (leninista o guevariana) que es alimentada por una ideología que ya no se sostiene en estos momento del siglo XXI, sino únicamente en la mente ideologizada, reforzada por una concepción de la sociedad que se quisiera real, o se ve como real,  pero no existe (como la de Hugo Chávez y Daniel Ortega). O existe sólo para ellos  (los hermanos Castro y los talibanes comunistas de la dirigencia en el Consejo de Estado de Cuba) que la reinventan constantemente desde su  propia ficción.

Y esta ficción se proclama como cierta desde un autoritarismo controlando desde el aparato político, social, cultural para que sea la verdad o la utopia. Y ésta se proyecte, se siga exportando, cueste lo que cueste, por toda la sociedad cubana y por el mundo, atrayendo a izquierdistas nostálgicos, o aburridos de vivir en «sociedades consumistas y neoliberales» (un ejemplo son los  artículos del director de Le Monde Diplomatique y otros tantos sitios y académicos de esa izquierda nostálgica de los 60 o 70).

Veamos lo siguiente. Minutos después de que la presidente Bachelet hablara con Fidel Castro, él inmediatamente escribió sus reflexiones que son la de un anciano que aún vive en los 60 mencionando que Bachelet fue elegida por el Partido Socialista cuando fue por los partidos de la Concertación. Manipuló el proceso democrático chileno que no existe en Cuba. Ni elecciones hay allí entre opciones distintas como debe ser en toda democracia y no sólo que en una lista vaya el único candidato que la gente en Cuba ha estado viendo por 50 años todos los días.

Lo peor es que Fidel Castro, en esta última reflexión,  sin ningún tacto diplomático incurrió en asuntos internos del propio gobierno chileno. Y fue la sugerencia sorprendente que ¡Chile le debe devolver parte del territorio chileno a Bolivia! Supongo, y espero, que los congresistas chilenos hablen de aquello y envíen una carta a Fidel Castro diciéndole que él no tiene ningún derecho en inmiscuirse en la política interna chilena ni menos decirle al presidente chileno que es lo qué debe hacer.  ¡Evo Morales estaría gozando que su íntimo amigo pasara el mensaje! ¿Dijo algo la presidenta cuando Fidel Castro sugirió aquello?

¿Y por qué entonces Bachelet no respondió sugiriéndole que diera libertad de expresión en la isla, que hubiera prensa internacional, que dejara libre a la doctora argentina Hilda Molina, que diera Internet sin restricciones a la población cubana, que dejara viajar a la gente, que no hubiera una «apartheid» en dos monedas, ganar en pesos, pero comprar en moneda convertible? Sólo el silencio y la mudez aparecieron sin duda en el rostro de la presidenta chilena el jueves 12 de febrero como se muestra en la foto que se tomaron ambos.

Y volviendo a la idea de la manipulación de una ficción, isla utópica y virtual,  para ello los medios controlados por el régimen cubano vienen a ser el instrumento principal.  ¿Cómo puede existir libertad de hablar lo que fuere, o lo principal, que es contradecir el discurso oficial repetitivo, permanente, obsesivo, por 50 años, día  tras día, hora tras hora, por el mismo «padre fundador, Dios, Mesías, profeta, etc.», si nos están diciendo por generaciones (desde 1959 a 2009) lo que debemos pensar, escribir, decir, analizar, ver, soñar?  ¿Para qué existió la educación gratuita en Cuba si se le prohíbe a esas generaciones pensar por sí mismo, soñar de otra manera?

¿Por qué la sociedad cubana se envejece dramáticamente quedando sin gente joven en la isla sino que los jóvenes desean huir de allí en lo que sea para buscar la libertad de pensar distinto en otras partes del mundo, de tener trabajos reales, realizar otros sueños vedados en la isla utópica?

La mortalidad infantil, es cierto,  es muy baja en Cuba pero el gobierno allí la explica como un fenómeno positivo, la más baja del planeta, cuando se sabe que la gente no quiere tener hijos allí en la isla porque su futuro será incierto, aparte del drenaje migratorio de los jóvenes que desean  arrancar de allí.

Y de eso el régimen no quiere hablar, ni tampoco le interesa a la Presidenta de Chile, ni a los escritores y artistas que la acompañaron, ni menos se permite que en esa isla utópica se discuta. Cuba es virtualmente, a través de «Granma» por ejemplo, la isla perfecta, parecida a la que Tomás Moro describiera, tomando ideas textuales de las cartas de Américo Vespucio cuando éste andaba por esos lugares del Caribe. Pero allí en ese lugar virtual, por el contrario, al disidente o el contrarrevolucionario, se le aplasta y se le niega que pueda contradecir  libremente al Mesías de aquella isla cercada  ¿De qué libertad estamos hablando?

 *Javier Campos es escritor y columnista.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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