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TV-NN: la desaparición de la televisión pública

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Conocidos son los episodios donde el directorio actúa por fines partidistas por sobre el sentido público, social o periodístico. El último ejemplo se dio luego del reportaje de Informe Especial sobre la labor de los parlamentarios.


Por Cristian Cabalin*

Televisión Nacional está viviendo un momento complejo, en cuanto a la audiencia y los contenidos. Personajes emblemáticos han dejado la estación y si no fuera por ¿Dónde está Elisa?, perfectamente podríamos afirmar que su parrilla programática este año ha sido mediocre. Pero más allá del fracaso del reality de Carlos Pinto, la salida de Vicente Sabatini o los problemas de Informe Especial para competir -en calidad periodística- con Contacto, existe por estos días otra discusión sobre TVN que debería capturar el interés público.

Se trata de la ley que reformará su funcionamiento y que se tramita en el Parlamento, en paralelo al proyecto que reforma la ley del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) e introduce la Televisión Digital Terrestre (TVDT). En la Cámara de Diputados falta consenso en un punto central: la manera de financiar TVN. La derecha se opone a que exista un aporte del Estado, que asegure sus operaciones y permita generar programación que no tenga fines exclusivamente comerciales. El financiamiento es uno de las grandes problemas que enfrentan los medios de comunicación, pero que en el canal público es aún más relevante, pues forma parte del soporte mediático más importante para la población.

Diversos estudios demuestran que la TV es el medio con mayor presencia en la sociedad y que es la opción predilecta a la hora de informarse y entretenerse. Más del 90% de los chilenos tiene un televisor encendido por lo menos 2 horas al día y en los sectores populares, a veces, hay más televisores en la casa que panes en la despensa. El consumo televisivo es prácticamente indispensable en la cotidianeidad de las personas.

Una de las propuestas de la reforma sobre TVN que se discute en el Congreso es aumentar de 6 a 8 los miembros del directorio para «asegurar el pluralismo»; sin embargo, los criterios para nombrarlos seguirán siendo los mismos que se utilizan hasta hoy y que se alejan de los principios de la diversidad. Tener más representantes de los partidos políticos en el organismo central del canal público no permitirá ni garantizará mayores espacios de libertad. Más bien habrá más sensibilidades que cuidar y más cuoteos en la distribución de los minutos en pantalla que repartir.

Conocidos son los episodios donde el directorio actúa por fines partidistas por sobre el sentido público, social o periodístico. El último ejemplo se dio luego del reportaje de Informe Especial sobre la labor de los parlamentarios. Los representantes de la Alianza se quejaron, porque aparecían más miembros de sus filas en las imágenes que mostraban a los diputados sacando la vuelta o escapando del Congreso unos minutos después de marcar la asistencia. Por lo tanto, no solo se trata de ampliar el número de los directores, se requiere además que estos nuevos integrantes manifiesten la visión de las regiones, de la academia o de los distintos grupos sociales.

Es, en definitiva, diseñar un nuevo esquema para que TVN pueda operar, pero que además asuma la responsabilidad social que le corresponde. Todos los medios conviven con la contradicción constante de cumplir con la misión periodística -que supuestamente los inspira- y a la vez subsistir como empresa. En un mercado altamente cambiante, con audiencias volátiles y fragmentadas, es necesario asumir el desafío de concebir al canal estatal como una plataforma para desarrollar proyectos televisivos de calidad y con sentido público, que garanticen ciertos valores que los otros canales ni siquiera se plantean, como el pluralismo, la diversidad, la libertad de expresión, entre otros.

Algunos creen que la televisión no debe tener fines educativos o culturales y que solo se debe regir por las demandas de la audiencia. Esta mirada desconoce las reales implicancias sociales de los medios y, en especial, de este soporte. Es cierto que la televisión no es educativa en términos formales, pero sí enseña muchas cosas. Además, transporta valores e impacta los procesos de socialización y de discusión pública, al formar opinión y simplificar la realidad. Por lo tanto, la manera de financiar TVN no tendrá solo repercusiones en sus estados financieros, sino también en sus contenidos e impacto social.

En España, por ejemplo, existe un impuesto a la publicidad transmitida en los canales privados que permite el funcionamiento del canal estatal. O sea, el éxito de la competencia asegura las operaciones de TVE. En Inglaterra, la BBC cuenta con varias señales con distintos objetivos, lo que permite complementar sus funciones y satisfacer las demandas económicas y de programación cultural. En Colombia existen ocho señales públicas con diferentes fines, que permiten representar las diversas visiones de la sociedad y garantizar el pluralismo. Es decir, hay más modelos posibles para TVN de los que se están discutiendo en estos momentos en la Cámara de Diputados.

*Cristian Cabalin es periodista y magíster en Antropología y Desarrollo. Académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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