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Innovación y creatividad en lo local

Por primera vez en la Historia, la información es «el» bien abundante que, gracias a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), nos posibilita experimentar profundos cambios en las ideas. Según el autor, este proceso implicará cambios sustantivos en los modos de conducción…


Por Jaime Belmar Labbé*

Probablemente entre las más relevantes competencias laborales y educacionales para los próximos años estén las de la creatividad y la innovación. Es decir, la necesidad de aprender a buscar, valorar y encontrar soluciones aún inexistentes a problemas presentes. O en pocas palabras: la paradoja de buscar algo que necesitamos, pero que no conocemos.

«Lenguaje y Poder en la Sociedad del Conocimiento: el Paradigma del Caleidoscopio», el reciente libro del Magíster en Comunicación y Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile y de la Universidad Autónoma de Barcelona, Roberto Meza Antognoni, nos alerta al respecto. Nos muestra y describe conceptos matrices sobre los cuales se expresan y desarrollan estas competencias, en medio de la explosión de uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

En efecto, «innovación» y «creatividad», más que realidades en sí (que lo son, aunque de un modo distinto al que las clasificamos en nuestros pensamientos) son «imágenes conceptuales», como señala Meza, reflejo de actitudes observadas,  transmitidas y comprendidas por una comunidad, gracias a esa humana capacidad del lenguaje. Y es precisamente en esa capacidad en donde los  grupos humanos viven, consensúan y acuerdan «su acción en el mundo» -como dice Heidegger- según parámetros significativos surgidos de las hablas de integrantes individuales de dichos colectivos, y normativamente resignificados por las estructuras de poder que dichas comunidades se dan o acatan.

Desde luego, innovación y creatividad no significan lo mismo para un empresario, un líder local, nacional, un director de escuela o un trabajador textil. En efecto, estas imágenes conceptuales compartidas (aunque apunten genérica e intuitivamente en un sentido aceptado por la mayoría)  muestran en su uso,  énfasis y desviaciones una semántica diversa. Ello, según sea la historia, cultura, experiencias, intereses e intenciones de quienes las adoptan. La pregunta que surge entonces es: ¿cómo es que podemos efectivamente comunicarnos y conocer, innovar y crear?

Desde la perspectiva de Meza, la función normativa del poder en todas sus formas es la que hace converger esas múltiples interpretaciones. Ella busca instalar una interpretación (hermenéutica) común plausible que posibilite la coordinación para una acción eficiente y eficaz en el entorno. El colectivo organizado -no existe orgánica sin poder, como aclara Foucault-, se instala así como un «cuerpo de comunicaciones» que informa la comunicación consensuada.

Esta complejidad socio-cultural ha requerido históricamente liderazgos/mandatos de distinta naturaleza. Hoy, merced a la incalculable cantidad de información circulante, los exige además  validados democráticamente y evaluados  periódicamente. La autoridad debe responder así, a los consensos comunicacionales -trabajosamente conseguidos- para hacer converger énfasis y diferencias, surgidas de las intenciones y deseos -muchas veces no expresados o hasta inconscientes- de parte de los protagonistas de la acción.

El libro de Meza tiene, en tal sentido, la virtud de: mostrarnos  ese enmarañado proceso histórico-antropológico, social y siconeurológico, desde sus raíces, de modo profundo y accesible; proponernos su visión sobre el papel domesticador y socializador de «lenguaje» y «poder» en las personas;  explicarnos las transformaciones que están sufriendo dichos conceptos a raíz de las nuevas tecnologías de la información.

Por primera vez en la Historia, la información es «el»  bien abundante que, gracias a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), nos posibilita experimentar profundos cambios en las ideas. Según el autor, este proceso implicará cambios sustantivos en los modos de conducción,  mandato o liderazgos del siglo XXI. Agreguemos además la presión social  por la cada vez mayor horizontalidad en la gestión  impulsan  la formación de millones de redes sociales digitales libres, que (superando antiguas redes del tipo industrial, como partidos u otras organizaciones políticas) intercomunican deseos, sueños, conocimientos, emociones, mediante signos transportados a la velocidad de la luz por ordenadores, MP3, Iphone, Twetter, Facebook, celulares y otros adminículos que las TIC nos traen casi día a día.

Todo ello,  que parece un mero constructo teórico, se afinca con claridad en el quehacer diario de todos los que trabajamos en el desarrollo de la ciudad y sus gentes.  Es en ese marco, donde el libro de Meza me sugiere  interpretaciones concreta para esa labor. En efecto, en la  comuna de   Ñuñoa, por ejemplo, se han venido construyendo desde hace larga data su propias redes de participación ciudadana, merced también al cada vez mejor aprovechamiento de la actual  infraestructura telemática. Desde la educación, hasta el deporte, desde la cultura, hasta la salud y medioambiente, la comuna ha ido agregando calidad a sus relaciones y a la participación ciudadana. Los vecinos cuentan hoy, en su mayoría, con acceso a canales a través de los cuales pueden manifestar sus inquietudes,  preocupaciones y proyectos a las autoridades locales. Estas, son las encargadas de recoger ese sentir para hacerlo parte de la permanente búsqueda innovadora de convergencias que permitan los complejos acuerdos que requieren las democracias modernas, con ciudadanos cada vez más informados,  empoderados y exigentes.

Por eso, innovación y creatividad como competencias de hoy y mañana, tienen en Ñuñoa un espacio de expresión amplio. La autoridad comunal ha buscado estratégicamente integrar a sus habitantes a la nueva Sociedad, iniciando una  transformación -desde hace ya varios de años- que concluya en ser una de las primeras comunas digitales del país. Una Ñuñoa 2.0. No en vano las redes y sistemas de telecomunicaciones instaladas, la calidad profesional de sus vecinos , así como la accesibilidad tecnológica, ha permitido que Ñuñoa esté entre las comunas con mejor calidad de vida, tenga cualificación internacional de calidad -reconocida en las normas ISO 9001-  y que desde hace pocos meses tiene en pleno funcionamiento uno de los proyectos nacionales emblemáticos en materia de educación digital en el Colegio República de Siria, calificado por todas las mediciones oficiales como uno de  los colegios de mayor calidad en el país.

*Jaime Belmar es Sociólogo, experto municipalista. Egresado  del doctorado  en sociología de la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad es el Director de la Secretaria Comunal de Planificación  de  Ñuñoa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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