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Eduardo Frei en la Troya

Frei llegó a la política de la mano del prestigio de su padre, y de la sabiduría de sus preparadores, que conocedores de sus limitaciones, especialmente de su incapacidad para verbalizar sus posiciones e ideas, lo impulsaron a plantearse como un candidato ubicado por sobre la contingencia doméstica.


Conocidos los resultados de la primera vuelta presidencial, carrera de venas abiertas y heridas difíciles de restañar, luego de un descanso reponedor los ejemplares y sus jinetes ingresan a la Troya, para preparar el clásico de enero.

Este es el gran premio que llevará a uno de los dos a la más alta magistratura de la nación, honor y gloria que es capaz de mover montañas y obrar milagros.

Los preparadores de Frei ya han anticipado que se viene una campaña dura y confrontacional, donde su “corpus” partidario le ha provisto del “dossier” más completo de Piñera y su trayectoria empresarial. Se esforzarán por exhibir toda la atribuida “maña” con que se habría enriquecido a costa de los trabajadores de sus empresas y de los socios ahorrantes de sus compañías. Peligrosa tentación.

Recuerdo a Frei en sus primeros aprontes en la política, cuando se aleja de la ingeniería y los negocios para seguir los pasos de su padre, líder indiscutido de generaciones y que al revés de su hijo sí poseía el don de la palabra. Entonces el candidato prometía “renovación”, expresión de mucha actualidad, pero truncada por la timidez de sus postulantes, como parecen apreciar con claridad los electores convocados a este evento electoral.

Frei llegó a la política de la mano del prestigio de su padre, y de la sabiduría de sus preparadores, que conocedores de sus limitaciones, especialmente de su incapacidad para verbalizar sus posiciones e ideas, lo impulsaron a plantearse como un candidato ubicado por sobre la contingencia doméstica y ajeno al comidillo político de poca monta. Siempre se planteó como un candidato que tenía un proyecto de país que se expresaba más que en el discurso y la dialéctica política, en trabajo perseverante destinado a la realización de modernizaciones para mejor desempeño de la economía.

[cita]Frei llegó a la política de la mano del prestigio de su padre, y de la sabiduría de sus preparadores, que conocedores de sus limitaciones, especialmente de su incapacidad para verbalizar sus posiciones e ideas, lo impulsaron a plantearse como un candidato ubicado por sobre la contingencia doméstica[/cita]

En efecto, en su gobierno y más allá de las discrepancias que algunas de ellas generaron y reverberan hasta hoy, lo cierto es que la modernización portuaria y sanitaria, la política de cielos abiertos, la preparación del terreno para la suscripción de tratados de libre comercio, contribuyeron a que hoy tengamos un mejor país, con mejor infraestructura para la exportación de nuestros productos cuya colocación en el exterior es fruto de los avances verificados en el libre comercio, posibilitados por esos tratados; y, servicios sanitarios que han mejorado significativamente la salud pública y dignidad para todos los ciudadanos, especialmente para los mas pobres.

Ese Frei esquivo y taciturno, silente y ensimismado, ese Frei ceñudo y de barba rasposa como balasto de piedra chancada, era el Frei que prestigiaba la política, pero no es el Frei en que lo ha transformado la emergencia presidencial de la actualidad, donde a diferencia de entonces, a más de “chasconearse” se ha orientado hacia el torpe debate de la superioridad moral, -que sin mirar su propio nido-, pretende diferenciarse de las debilidades y errores de su adversario.

Esperamos que el balotaje se plantee como lo que debe ser, una instancia cívica donde la ciudadanía pueda comparar planes y programas, en el marco de proyectos colectivos para la realización del bien común general y no donde se destile la amarga odiosidad a que la política nacional a falta de ideas convocantes e inclusivas nos arrastra crecientemente.

Si Frei equivoca la estrategia, no solo llegará “place” en esta elección, sino que pocos recordarán luego las realizaciones por las que merece ser evocado al margen de la historia política de su padre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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