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Escalona, el Altamirano de Bachelet

Franklin Santibáñez
Por : Franklin Santibáñez Analista político. Licenciado en Artes y Teología.
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Todo mal pues Camilito, esto no es la Feses, esto es el gobierno y para el gobierno se requiere hombres con visión de Estado. Aunque en este caso, simplemente con visión habría sido suficiente.


Quiero contarles que he tenido muchas, pero muchísimas conversaciones en estos días, acerca del tema de moda: las elecciones. A veces –cuando salgo de la casa en las mañanas– me repito: hombre por favor, hoy día quédate callado, no opines porque te vas a buscar problemas. Esta solicitud que me hago tiene varios fundamentos y el primero de ellos lo enuncio con esta anécdota: hoy en la mañana (07:30 hrs.) desperté con un llamado de teléfono de un amigo; me preguntó directo al hueso: Oye, ¿leíste La Tercera? Yo me había acostado a las dos y media y mi primera reunión la tenía a las diez y media por lo cual entenderán que a las siete y media de la mañana aún no había leído diarios. Bueno le dije, déjame mirar y te llamo.

Cuento corto: Medio dormido tomé mi computador y me conecté a Internet. Abro la página www.latercera.cl y espero unos segundos. Luego me aparece la página correspondiente y me voy a “papel digital” para “hojear” el mencionado matutino. Lo miro cuidadosamente, reviso página por página leyendo todos los titulares con sus correspondientes bajadas pero no encuentro nada de lo que se supone debía hallar. Vuelvo a la primera página y hago el mismo ejercicio nuevamente. Nada. Dejo el notebook a un lado y tomo el teléfono para llamar a mi amigo de vuelta y preguntarle en que página estaba el artículo en cuestión y cuando estoy marcando, se me ocurre tomar nuevamente el aparatito (notebook me refiero) y reviso la fecha del diario que estaba leyendo. Sorpresa, era la edición del 10 de Octubre de 2008 y yo, un tipo (por favor no es pedantería ni nada que se le parezca) que lee a lo menos tres diarios al día, que se levanta escuchando las noticias de la tele y que se sube al auto cambiando desde la Cooperativa a la Bío Bío, no se había dado cuenta que estaba leyendo un diario de hace más de un año.

O sea, si después de todo ese tiempo, las noticias siguen siendo las mismas, los personajes que opinan siguen siendo los mismos, y los contenidos esenciales siguen siendo los mismos, ¿qué sentido tiene ponerme a entregar opiniones políticas que de suyo ya son añejas? Entonces digo, mejor esperar; dejar que los gladiadores –que más parecen alumnos en práctica– dejen sus espadas en el ruedo y cuando estemos ad portas de la lucha definitiva, entonces decir quien me parece que va a ganar. Pero no, vuelvo a caer en lo mismo y déle con opinar.

El segundo argumento que me doy para convencerme de quedarme callado (esto salió horrorosamente auto referencial), tiene que ver con el millonario Soros y con la raza (como decía mi sabia madre). Tal vez no todos recuerden pero cuando estábamos ad portas del plebiscito, una delegación chilena compuesta por algunos conspicuos personajes de lo que pronto sería la futura Concertación, fue a estirar la mano a los EE.UU. En una de esas estiradas se reunieron con el millonario Soros el cual, delante de ellos, les hizo un cheque por US$ 100.000 (estoy casi seguro que esa era la suma). También les contactó con una consultora americana (muy “famosa”) para que se reunieran y acordaran en que les podían ayudar estos profesionales del marketeo (y cuidado, porque esos si saben). Este hecho que bien podría interpretarse como la primera coima relevante pagada a la –en ese entonces – futura coalición de gobierno (compra en verde creo que le llaman), devino en un asunto relevante a tener en consideración en todos los futuros “análisis” políticos que se hagan en esta larga y angosta franja de tierra. Esa consultora vino a Chile (previo al plebiscito por supuesto), hizo su pega en forma muy profesional y entregó a los nacientes lideres el análisis de sus resultados: “los chilenos –dijeron – son un pueblo cagado de susto que se resiste al cambio; prefieren diablo conocido que paraíso por conocer”. Y así nació la campaña del “NO”. Se tuvo que entregar un mensaje de alegría, sin odios, sin rencores; un mensaje de futuro y que convenciera a las sombras que continuaríamos en la caverna pero con un poquito más de sol.

El problema entonces, es que yo creo que esa premisa sigue siendo válida, pero hoy la estabilidad la representa la Concertación, o dicho en otras palabras, la caverna cambió de administrador y como las campañas no son cosa de llegar y repetirlas, la cosa sigue –y puede seguir- por su rumbo acostumbrado. Entonces, ¿tiene algún sentido levantarse en las mañanas con el ánimo de hacer propuestas y “sesudos análisis” que al final no van a convencer a nadie porque – por un asunto de raza tal vez – la gente está bien así? Planamente bien, sigue prefiriendo infierno conocido que paraíso por conocer y conste que no estoy diciendo con esto que lo que pudiera venir sea el paraíso. Es más, lo que la derecha promete es sólo un poco más de sol. Nadie sabe para quien trabaja, reza el refrán.

[cita]Todo mal pues Camilito, esto no es la Feses, esto es el gobierno y para el gobierno se requiere hombres con visión de Estado. Aunque en este caso, simplemente con visión habría sido suficiente.[/cita]

Esa y no otra es la razón por la cual trato de obligarme a cerrar la boca; esa es la razón por la cual digo que prefiero trabajar tranquilo y no pensar tanto porque si pienso y cuestiono (cosas que van de la mano) me pueden acusar de Piñerista. Y la verdad mis amigos es que yo nos soy ni seré nunca Piñerista y por una razón súper simple: detesto a las personas que tratan mal a la gente sin importar de donde vengan. La gente, las personas – sin importar su origen o nacionalidad – merecen respeto. Pero tengo claro que en política no siempre la distancia mas corta entre dos puntos es la línea recta.

Y bueno, después de esta larga y cobarde explicación me voy de tesis. Hijos y familias mías: tendrán que perdonarme, no puedo vivir sin opinar.

Tengo mi propia tabla para “catalogar” a varios de los pasajeros frecuentes de este Transantiago que es la política nacional. Hoy quiero referirme a uno que si bien debería estar clasificado en el simple nivel de personaje con pocas luces, su figuración mediática lo hace ascender derechamente al pedestal de “peligro para la sociedad”. Me refiero a Camilo Escalona.

Recuerdo que hace muchos años atrás, mi padre me dijo: “Sabes que hacen los idiotas para convencer a la gente? Gritan, amenazan, asustan, porque sus neuronas son tan pocas que no les da para convencer a nadie. Esa es otra de las diferencias entre un líder y un dictador”, me dijo mi difunto papito.
Y lo más terrible – agregaba mi madre – es que la mayoría de las veces la culpa no es del chancho, sino de quien le da el afrecho.

Bueno, cuando sostengo que la derecha no tendría porque perder las próximas elecciones presidenciales, lo hago basado en cuestiones puramente estadísticas pero sin dejar de considerar que los resultados de una elección siempre están insertos en un contexto. Y argumento: en las elecciones pasadas la Concertación tenia inmejorables condiciones para ganar: tenía una candidata que emergió de lo que bien podríamos llamar el clamor de las bases y que se legitimó enormemente en un proceso de primarias; era la candidata única de la coalición, el presidente saliente tenía una alta valoración y apoyo ciudadano (transversal por lo demás). Seamos francos en reconocerlo, Michelle Bachelet representaba algo similar a lo que hoy representa Marco Enríquez-Ominami.

Por su parte, la derecha no podía estar en peores condiciones para enfrentar esa elección: RN había traicionado la confianza de la UDI y rompiendo su promesa de apoyar a Lavin, levantó la carta de Piñera y durante meses tuvieron que desgastarse dando explicaciones de que “la mejor primaria era la primera vuelta”. O sea, llegaron a la elección divididos dando muestras irrefutables de que como coalición eran incapaces de dar “gobernabilidad al país”. En otras palabras, para el común de los mortales, la “caverna” corría el grave riesgo de quedar definitivamente sin luz. Esto queda en evidencia en los resultados de la segunda vuelta en la cual Piñera no consigue sumar automáticamente los votos de Lavin y baja del 48.64% que obtuvo la suma de los votos de la Alianza en la primera vuelta a un 46.5% en segunda vuelta. Más aún, es importante notar que en segunda vuelta Michelle Bachelet aumentó su votación en un 7,54% lo que representa la suma de sus votos, más todos los del Juntos Podemos, más el mismo 2,14% que perdió Piñera de los votos de Lavin. O sea, la UDI castigó a Piñera.

¿Y cual es el cuadro en estas elecciones que se avecinan? Veamos: al comienzo hubo seis candidatos de los cuales cuatro provenían de la Concertación (tres del PS y dos de la DC). La derecha por su parte, parece haber aprehendido la lección y toda entera se cuadró detrás de un solo candidato.
Cabe preguntarse: ¿es la derecha la que está ganando o es la Concertación la que está perdiendo? Me inclino más bien por esta última parte de la pregunta.

Y es muy curiosa esta paradoja, esta situación que hace a Camilo decir que a este paso “alcanzar y derrotar a Piñera es una tarea difícil”, no es ni más ni menos que el resultado del proceso de stalinización de la Concertación que ellos mismos han liderado. Cuando Germán Quintana se pregunta que nos está pasando y evoca los principios fundacionales de la coalición, la respuesta es simple: las dirigencias olvidaron definitivamente la promesa que encantó a un país entero: “… Chile, la alegría ya viene…”.

Y este estado de cosas tiene responsables con nombres y apellidos. Se llama Gutemberg Martínez, se llama Guido Girardi, se llama Camilo Escalona, se llama Ricardo Lagos, se llama Eduardo Frei, se llama Soledad Alvear, se llama Enrique Correa, Eugenio Tironi y tiene varios otros conocidos nombres. Pero puntualmente, destaca con mayúscula el honorable senador Camilo Escalona quien es el directo responsable de esta “crisis” actual. Me explico: Adolfo Zaldívar fue expulsado de la Democracia Cristiana como resultado de una operación política en la cual nuestro Camilo fue el sicario de turno. Luego vino el senador Alejandro Navarro, el cual -ante la nula capacidad de escuchar del timonel socialista – optó por renunciar  y levantar su propia candidatura. Nadie puede negar que con un mínimo, sólo con un mínimo de inteligencia, esto se hubiera evitado y mas aún, en el proceso se habría logrado un grado de legitimidad y coherencia democrática que habría dejado saldo a favor. Como si esto no fuera suficiente, se permite que el ex ministro Arrate también se aleje del partido y levante su propia opción y como guinda de la torta, su obstinada obsecuencia (característica muy propia de los “débiles de espíritu como diría la Biblia), allana el camino para que el impetuoso y novel político Marco Enríquez-Ominami, levante también su candidatura y ponga en serio riesgo, muy serio riesgo, la candidatura del más eximio representante del cambio que los chilenos quieren: Eduardo Frei.

Todo mal pues Camilito, esto no es la Feses, esto es el gobierno y para el gobierno se requiere hombres con visión de Estado. Aunque en este caso, simplemente con visión habría sido suficiente.

Bueno, es tarde y mi pepe grillo me recomienda que deje de escribir extravagancias que no le interesan a nadie y mejor me vaya a hacer algo realmente útil: irme a la cama, ver una buena película y luego dormir placidamente para mañana levantarme repitiéndome nuevamente: oye, hoy día quédate callado, no opines mejor porque te vas a buscar problemas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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