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LA VIDA DE LOS PECES


Nunca vas al cine solo. Solo no me refiero sin compañía (a veces es hasta saludable, incluso) sino sin tu propia mochila, tu bagaje de recuerdos y vivencias que te hacen suspirar más de una vez mientras en la pantalla, aunque sea tangencialmente, se refleja aunque sea una mínima parte de tu existencia.

Ese puede ser un buen indicador para saber si una película es buena. Una especie de suspirómetro no es mala idea. Sin embargo, lo mejor de todo -en este caso por lo menos- es ir acompañado de tu ex. Sí, que la misma mujer que te acompañó por largos años esté ahí, al lado tuyo descifrando el mismo mensaje que tú y suspirando tanto o más que tú, como dice la famosa tarjeta de crédito, no tiene precio.

Hay películas para todos los gustos y las de Bize por lo menos, son ideales para revolver la olla del pasado, desempolvar uno que otro fantasma y sacudirlo bien fuerte. Allá uno lo que hace con ellos, lo bueno -terapéutico o hasta catársico del ejercicio- es que puedas hacerlo regularmente, que puedas mirarla a la cara otra vez y puedas entender un capítulo más de la historia.

Después de todo, en eso consiste la adultez ¿no? Mirarse a la cara, aprender de los errores y seguir adelante con tu camino. Seguir más seguro eso sí, porque has aprendido algo nuevo…

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