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Socialismo y Pobreza


Leí un aspecto de la encuesta CASEN 2006 (la de 2009 no está todavía en internet) que me interesaba y que da la clave de por qué no sólo la pobreza se resiste a disminuir, sino que aumenta pese a las ayudas estatales. Es el de la comparación entre la tasa de desocupación del quintil más pobre con la del más rico de la población: en el primero se acerca al 20 por ciento y en el segundo es 2,8 por ciento, es decir, hay pleno empleo y hasta escasez de trabajadores «ricos» y alto desempleo y sobreabundancia de trabajadores «pobres».

Sería muy bueno para superar la pobreza y la desigualdad que todo fuera al revés, es decir, que entre los pobres hubiera más demanda que oferta de trabajadores, y entre los ricos más oferta que demanda. Ello haría tender las remuneraciones de los primeros a subir y las de los segundos a bajar, generándose una mayor igualdad socio-económica. Pero es todo al revés.

Este es un resultado habitual bajo el socialismo: que las cosas resulten al revés de lo que sería deseable. En último término, por eso cayó el Muro de Berlín.
En Chile se dice que vivimos bajo una economía neoliberal, pero en materia de trabajo ella es de corte socialista, en el sentido de que el mercado, especialmente en cuanto afecta a los quintiles más pobres, está muy regulado e intervenido por el Estado. Hay un salario mínimo obligatorio, cotizaciones previsionales obligatorias, razones de despido muy controladas y normas que impiden hablar de libre contratación del factor trabajo. Usted cree que vive en un país libre, pero no es libre de contratar su trabajo, que es la actividad a la cual seguramente dedica la mayor parte de su tiempo, durante la cual vive bajo el socialismo.

Y si yo fuera más experto en internet podría llegar a las cifras pormenorizadas de la encuesta CASEN y estoy cierto de que me encontraría con que, entre los trabajadores muy jóvenes, sin educación, de los hogares más pobres, el desempleo se acerca al 50 por ciento. Así era, al menos, en la CASEN 2003.

Resumen: la pobreza nace de las regulaciones socialistas, que les impiden a los pobres contratarse libremente. Por eso ella no cede. Si hubiera entre ellos un 2,8 por ciento de desempleo, como lo hay entre los ricos, a los cuales no les afectan ni el salario mínimo ni las regulaciones laborales, porque a ese nivel la libre contratación entre las partes es lo que manda, podemos estar seguros de que todo el mundo estaría trabajando, produciríamos mucho más y todos tendrían un buen pasar.

Entonces, si la pobreza ha aumentado, en gran parte se debe a las políticas socialistas, que se han acentuado en el mercado del trabajo, durante los gobiernos de la Concertación, y no sólo a la crisis internacional.

Mientras tengamos un mercado del trabajo socialista, la pobreza no cederá en Chile. Cuando tengamos efectiva libertad de trabajo, ella va a desaparecer. Y así, incluso con el mismo gasto social tan mal administrado actual, no habría pobres.

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