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Por una vejez activa

Una parte importante de las personas que se pensionan a los 60 o a los 65 años, conserva este potencial de trabajo y no se le estimula a utilizarlo. La idea por eso es crear fuentes de trabajo y actividades que no compitan con la población más joven.


La población de Adultos Mayores sobrepasa  los  2 millones y  significa un creciente gasto en salud, en ayudar a las personas que tienen dependencia física  o mental  y la cada vez más indispensable mejora en sus pensiones. El nuevo gobierno  ha cambiado a la cúpula de funcionarios  del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), pero aún no  ha formulado un cambio de política para el sector. Sólo  ha difundido la idea de dar un bono a las parejas que cumplan o hayan cumplido 50 años de matrimonio. Hasta ahora el SENAMA ha impulsado los clubes para adultos mayores, ha mantenido un fondo concursable muy modesto para financiar actividades culturales y de esparcimiento.

Además ha promovido vacaciones económicas para los  mayores y ha colaborado para que existan  viviendas y hogares colectivos para los más pobres. Su presupuesto para este año alcanza a los 10 mil millones de pesos o US $20 millones de dólares. Ese exiguo  monto no puede solucionar ni mucho menos la realidad económica del sector de adultos mayores  que en un 40% se ubica en los sectores pobres de la población. No sólo la expectativa de vida está sobrepasando los 80 años, sino que también se ha  prologado la vida útil de las personas, hombres y mujeres que mantienen plenamente su capacidad física y/o mental. Hay un potencial de realizar trabajos que se desperdicia, que puede aportar a la economía nacional y a solucionar las propias necesidades del sector más viejo de la población.

Una parte importante de las personas que se pensionan a los 60 o a los 65 años, conserva este potencial de trabajo y no se le estimula a utilizarlo. La idea por eso es crear fuentes de trabajo y actividades que no compitan con la población más joven y que aumentando  el Producto Nacional  autofinancien gran parte de las necesidades de los propios adultos mayores.

[cita]Una parte importante de las personas que se pensionan a los 60 o a los 65 años, conserva este potencial de trabajo y no se le estimula a utilizarlo. La idea por eso es crear fuentes de trabajo y actividades que no compitan con la población más joven.[/cita]

La creación del Ministerio de Desarrollo Social abre la posibilidad de redefinir la política del estado hacia los adultos mayores y pasar de  una política asistencial que protege a los más pobres a una política de vejez activa, que les permita continuar aportando a la economía nacional El tema de los adultos pobres debe considerarse  dentro del marco global de la lucha contra la pobreza y no como un tema de la política hacia los más viejos y de mantenerlos activos.

En España, para una población de 46 millones, un 1% de ella ya está recibiendo Apoyo para la Dependencia y cada persona  dependiente significa un costo de US $ 5000 dólares por año. En Chile no podemos asumir un gasto por persona tan  significativo, pero podemos suponer que también en Chile un 1% de la población requiere urgente ayuda  para mantener su autonomía y para  superar su dependencia, O sea, en Chile  requieren apoyo actualmente unas 160 mil personas.

Si el ingreso per cápita real  en Chile llega actualmente a  US 15 mil  al año y apreciamos que las necesidades  de los adultos mayores requieren en promedio un mayor apoyo  de US 1 mil dólares  al año por individuo, tendremos que financiar  US 2 mil millones de dólares extra al año.  Es claro que no todos los adultos mayores requieren apoyo que signifique un mayor gasto para la economía, pero hay algunos que requieren más que otros, por eso el promedio  es una buena forma de calcular el gasto global, que incluirá tanto al sector público como al privado.

¿De adonde puede a salir ese mayor gasto?

Hay que incorporar a los adultos mayores a las actividades que el mundo social requiere y entre ellas las propias necesidades de la vejez. O sea  una buena parte de las necesidades de apoyo de los adultos mayores debe ser proporcionada por los propios viejos.

No necesitamos aumentar la edad de jubilación ni de mujeres ni de hombres, pero permitamos a los jubilados  seguir trabajando en áreas en las cuales los jóvenes y adultos no quieren o no pueden desempeñarse. Su cooperación será como voluntarios, sin remuneración  o recibiendo un pequeño apoyo económico para el transporte y el alimento en horas de trabajo. Habrá que combatir el concepto mercadista predominante de que el trabajo gratis sólo se ofrece cuando no vale nada.

Para empezar debe organizarse un listado de actividades, profesiones y oficios en que la colaboración de los mayores recibirá un trato preferente y condiciones  que no los hagan competir con la población de menos edad. Principalmente:

1° Atender la dependencia parcial de otros adultos, es decir aquellos que sólo requieren apoyo para ciertas labores en su hogar o para hacer compras.

2° Crear y atender en horarios parciales  casas  de acogida para realizar actividades culturales y de esparcimiento.

3° Permitir que los profesionales ya jubilados colaboren como voluntarios sin remuneración adicional a todas las funciones en que se requiera apoyo.

4 ° Ejercer como inspectores en materia de medio ambiente, de transporte público y de seguridad ciudadana en plazas, parques y barrios.

5° Colaborar con el Servicio País de Educación, proporcionando tutores para mejorar la calidad de la educación a todo nivel.

Este listado debe dejarse abierto a la propuesta de los adultos mayores ya sea individualmente o de sus organizaciones y para ser calificadas por el SENAMA que en forma incipiente ha creado algunos de estos programas.

Las ideas propuestas tienen un componente indispensable  que será muy bien comprendido por  los adultos mayores: seguir trabajando da un sentido a la vida, mantiene la salud  y expresa el agradecimiento solidario  con el mundo en que vivimos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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