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Gabinete o nada

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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Eche un vistazo a los políticos mejor evaluados de la centroderecha. Hinzpeter, Lavín, Von Baer y ahora Golborne. Todos ministros. Todos saliendo en los noticiarios regularmente. Todos “haciendo cosas” y no discutiendo eternamente en el Congreso. Los cracks de la vieja Alianza por Chile, casi todos senadores, ni se mencionan en las encuestas.


Allamand y Longueira tenían toda la razón. Había que estar adentro. Quedarse fuera era envejecer a paso rápido, pasar de moda, morir en el cementerio de los elefantes. Por lo mismo mandaron varios recados haciendo notar que querían estar. Quizás exactamente por lo mismo el Presidente decidió no convocarlos. En sus manos estaba el poder de resucitarlos políticamente –como hizo con Lavín- pero prefirió no hacerlo. Precandidatos presidenciales manifiestamente ansiosos en el gabinete no sonaba una idea atractiva.

Metafóricamente, Piñera les cortó las piernas. No los mandó a la cancha. Y sabemos que la afición evalúa a los que juegan, no a los que se quedan en la banca. Sólo los titulares pueden mostrar cuán bien –o mal- juegan. Allamand habría sido un canciller protagonista, disputando el liderazgo del gabinete con el propio Hinzpeter. Habría hecho gala de sus contactos en el exterior y de capacidad de negociación transversal. Habría gozado como chancho en el barro recorriendo el mundo anunciando la llegada del “chilean way”. Longueira, por su parte, habría estado todas las noches en nuestros televisores como ministro de Vivienda a cargo de la reconstrucción. Entierrado hasta los párpados, habría sido el ícono de las parcas rojas. Habría usado su magnetismo para comprometer a burócratas y voluntarios en la tarea épica de borrar las huellas del terremoto. Pero nada de eso pasó, porque “el profe” no los mandó a la cancha.

Eche un vistazo a los políticos mejor evaluados de la centroderecha. Hinzpeter, Lavín, Von Baer y ahora Golborne. Todos ministros. Todos saliendo en los noticiarios regularmente. Todos “haciendo cosas” y no discutiendo eternamente en el Congreso. Los cracks de la vieja Alianza por Chile, casi todos senadores, ni se mencionan en las encuestas. No tienen la vitrina.

[cita]Longueira, por su parte, habría estado todas las noches en nuestros televisores como ministro de Vivienda a cargo de la reconstrucción. Entierrado hasta los párpados, habría sido el ícono de las parcas rojas. Habría usado su magnetismo para comprometer a burócratas y voluntarios en la tarea épica de borrar las huellas del terremoto.[/cita]

Parecía que la Concertación lo había entendido perfectamente. Lagos fue dos veces ministro antes de competir por la presidencia. Bachelet había ocupado dos carteras en el gobierno de este último antes de correr por La Moneda. Eligiendo a Frei como candidato el año pasado, olvidó la máxima y se fue a desempolvar recuerdos a Valparaíso. Longueira ya se había dado cuenta del poco atractivo de los parlamentarios cuando a mediados de los noventa sugirió que la estrategia a seguir era la de Chirac, que había saltado de la alcaldía de París al sillón presidencial de Francia. Desde entonces la UDI ha construido capital político en torno los ediles, siendo imitado por todos los demás partidos. Esta es, sin ir más lejos, la apuesta de Orrego en la DC.

Por todo lo anterior resulta extraño que Hinzpeter considere poco “justo” que Golborne tenga una posición expectante de cara a la sucesión presidencial, por su falta de trayectoria política. Seguramente el ministro del Interior se está refiriendo a la cara “sustantiva” de la justicia, esa que nos permite decir que el resultado de un partido de fútbol no fue justo porque nuestro equipo tuvo más ocasiones de gol que el rival, aunque fueron ellos quienes acertaron más veces. Pero Hinzpeter debiera preocuparse por la cara “procedimental” de la justicia, esa que declara justo ganador al que consigue los objetivos dispuestos en las reglas del juego. Hinzpeter puede estar jugando de delantero neto como jefe de gabinete, y Golborne limitado al puesto de lateral defensivo como ministro de Minería. Pero hay casos en los cuales el lateral cruza la mitad de la cancha -en un arranque de talento, oportunidad o puro amor propio-, llega al área contraria y se despacha un cañonazo que manda la pelota a la red. Nadie se acuerda del delantero entonces y el anónimo lateral se convierte en el “justo” héroe de la jornada.

Lo mismo le podría haber pasado a Allamand o Longueira en el gabinete. Llamados a ser las estrellas del equipo, bien podrían haber terminado cediendo el protagonismo a la revelación de la temporada. Tal como lo iban a ser Insulza o Alvear en el gabinete de Lagos, que terminaron siendo aventajados por una ministra de Salud –y luego Defensa- hasta entonces completamente desconocida. Pero claro, los segundos por lo menos entraron a la cancha. Los primeros no han tenido la oportunidad de mostrarse. Desde la banca, hacen sus piruetas para no perder vigencia, seguir en la mira de los espectadores, y en una de esas, despertar el interés del “profe” Presidente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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