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Cosas que no debo dejar pasar


Siempre he dicho que podría escribir varios comentarios como éste todos los días, pues sobran los temas que me motivan. Pero no puedo cubrirlos todos. Sin embargo, hay algunos que merecen una referencia. Hoy son tres:

El primero, que un juez de izquierda, sin sorprender a nadie, ha denegado la extradición a Colombia de un guerrillero chileno del FPMR cuyos contactos con las FARC han sido más que acreditados. Ojalá ese juez hubiera tenido el mismo rigor para exigir pruebas contra los uniformados chilenos que derrotaron a la guerrilla marxista. A ellos se les procesa y condena incluso por delitos que objetivamente no existen, como el de secuestro permanente. Esto se hace para eludir la aplicación de leyes que sí existen y están vigentes. Y en algunos casos procesan y condenan sin siquiera pruebas de participación, basados sólo en presunciones. Pues bien, aunque para la extradición no se requiere probar la participación en el delito, sino sólo que existan presunciones fundadas de ella, el juez de izquierda la ha rechazado por estimar que no las hay, pese a las fotografías del guerrillero con los jefes de las FARC y a sus comunicaciones con ellos. Es de esperar que la Corte Suprema, ante la cual se ha apelado, revoque la liberación del frentista y éste sea sometido a los tribunales colombianos. Está bien que don Patricio Aylwin haya indultado a los terroristas y les haya concedido cuantiosos beneficios económicos, pero que eso signifique carta blanca para seguir ejerciendo el terrorismo incluso en otros países, parece ser un exceso aún desde el punto de vista de él.

Un segundo asunto que me siento motivado a comentar es el vejamen sufrido por el mismo don Patricio Aylwin y por el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, en un acto en el Museo de la Memoria marxista, que, como tal, es de la Desmemoria, pues oculta la parte fundamental de los hechos que pretende perpetuar: que los fundadores del Museo fueron los iniciadores de la violencia armada en Chile. A don Patricio, a quien tanto le deben en lo penal y en lo económico los terroristas de izquierda y su entorno, éstos lo han tratado ayer de «traidor» por haber apoyado el Pronunciamiento de 1973. No han tenido en cuenta que entonces don Patricio temía por él y su familia, que estaban en inminente peligro de tener que vivir para siempre bajo un régimen totalitario. Por eso apoyó a los militares y hasta les ofreció colaboración en enero de 1974, como lo he documentado en mi libro «Terapia Para Cerebros Lavados». Pero en 1990 ya don Patricio, elegido con votos de la extrema izquierda, entre otros, no tenía ese miedo, de modo que no necesitaba que lo salvaran los militares. Sin embargo, sí tenía otro: sabía que los terroristas de izquierda tenían armas y podían cometer atentados, como de hecho lo hicieron en no pocos casos, entre ellos los de los generales Leigh y Ruiz Bunger y del senador Jaime Guzmán. Por eso hizo lo que querían los terroristas de izquierda, que era condenar a los militares a través del Informe Rettig e impetrar de la Corte Suprema la no aplicación a sus casos de la amnistía, cosa que materializó en una carta a dicho tribunal que trasgredió la Constitución y lo debería haber hecho pasible de juicio político. Pero los terroristas no se conforman con nada y ahora le gritan «traidor», cosa que ni siquiera hacen los que sí fueron traicionados por él. ¡Justicia divina!, diría Julio Martínez. En cuanto a Hinzpeter, por irse a meter donde no tiene nada qué hacer, con su pan se lo coma. Si pretende el voto marxista para remontar en las encuestas, lo que le han gritado ayer demuestra que no se lo van a dar.

El tercer punto que quería tocar es la panoplia de insultos usados por los dirigentes del fútbol triunfadores en la elección de la ANFP. Hubo uno que hasta se importó de España («sinvergüenzonerías»), aplicado por el dirigente Jorge Segovia cuando se pidió su inhabilidad por haber sido elegido en contravención al reglamento. Otro dirigente destacado por su virulencia verbal fue el presidente de la «U», Federico Valdés, que calificó de «asqueroso» pretender que se aplicara el reglamento al mismo caso y luego, cuando se publicó que el nuevo candidato a presidente de su lista era objeto de denuncias de violencia intrafamiliar, señaló que dar a conocer lo anterior era «lo más inmundo que he visto en mi vida» y algo «propio de un gángster». Ahora deberá hacer extensivos esos calificativos a la ministra del Servicio Nacional de la Mujer, que ha protestado por que se haya elegido en la ANFP a una persona formalizada por violencia intrafamiliar, y al director responsable de «El Mercurio», en cuya edición de hoy se han detallado las denuncias de 28 de mayo de 2009 y 22 de septiembre de 2010, contra el presidente recién elegido de la ANFP, y su formalización como autor de lesiones menos graves, de fecha 8 de noviembre de 2010.

Lamentablemente, quedamos en la categoría de autores de maniobras «asquerosas», «inmundas» y «propias de gángsters», en la particular nomenclatura ética del presidente de la «U», todos los que pensamos que deben aplicarse los reglamentos y transparentarse los antecedentes personales de quienes aspiren a cargos de alta figuración pública.

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