Si todos los finales de películas de terror fueran como éste, nos encontraríamos frente a un género evidentemente más valorado por la masa. Angustiante y, a la vez, de una tensión notablemente lograda, se trata de un epílogo que impacta y te hace saltar de donde te encuentres. Porque si bien, avanzado un cuarto de la cinta, sabemos que ya está echada la suerte de Katie y Micah (los mismos nombres de los actores, como un recurso que invita a creer que esto no es ficción), y también podemos llegar a intuir el desenlace de la historia, jamás podríamos imaginar el horror que éste encerrará. Es cierto: el formato del falso documental ha sido bastante manoseado por las películas de terror. En eso, no hay discusión. Por lo mismo, el mérito de “Paranormal activity” no está ahí, sino en su ritmo frenético –pese a que casi todo ocurre en una misma locación–, en el excelente contraste de luces y sombras y en actuaciones que, sin ser descollantes, nos permiten sentir empatía o rechazo hacia sus protagonistas. Consejo: no detenga por nada la cinta; véala de un tirón. Y abrace con fuerza a su pareja.
