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Ensayo de orquesta

Santiago Escobar
Por : Santiago Escobar Abogado, especialista en temas de defensa y seguridad
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Entre las cosas más positivas está la decisión política misma de hacer el ensayo. Porque si bien existía un riesgo real, se requiere voluntad para no desactivar la movilización y continuar adelante con el ejercicio, cuando las señales de mayor riesgo habían pasado y la gente podía pensar que se estaba actuando de manera exagerada.


La evacuación preventiva hecha por el gobierno ante el alerta de tsunami estuvo  plenamente justificada. Si los asesores presidenciales no insisten en hacer con ella pirotecnia comunicacional para captar popularidad,  su éxito significará un paso importante para finalmente empezar a aprobar una asignatura pendiente por décadas en el país, y que ya ha costado muchas vidas humanas y recursos materiales.

La única posibilidad de aprender en manejo de crisis por  desastres naturales es con ensayos a una escala suficiente que permita que todas o la mayoría de las variables que perfilan una emergencia puedan ser sometidas al control de quienes deben manejarlas. Ello es un tema estratégico, sobre todo en un país cuyas dos más grandes catástrofes han ocurrido en un lapso de cincuenta años, con un rango top ten en los registros mundiales, y parálisis sustancial del núcleo vital del país.

[cita]El tema nuclear es complejo y lleno de aristas técnicas que para la mayoría de la población pasan desapercibidas o no son comprendidas, y donde ella tiene que confiar – la confianza una vez más, y mucho- en las decisiones que adoptan sus autoridades.[/cita]

La oposición ha expresado su molestia por la comparación que el Presidente hizo del ensayo a cómo se manejó el 27/F. Tiene razón en cuanto a que no son hechos comparables. Este fue un ensayo sobre algo avisado y el otro un KO sorpresivo.

Pero ella debe aceptar que las patéticas imágenes de la reunión en la ONEMI, con  el mando superior del país, encabezado por la Presidenta Michelle Bachelet, estupefacto y balbuceante, improvisando acciones, no puede repetirse nunca más.

Entre las cosas más positivas está la decisión política misma de hacer el ensayo. Porque si bien existía un riesgo real, se requiere voluntad para no desactivar la movilización y continuar adelante con el ejercicio, cuando las señales de mayor riesgo habían pasado y la gente podía pensar que se estaba actuando de manera exagerada.

Pese a tener una geografía estructuralmente difícil, sometida a todo tipo de riesgos, desde terremotos y tsunamis, hasta avalanchas, erupciones volcánicas e inundaciones torrentosas, es difícil entender por qué el país carece de una institucionalidad y una doctrina de manejo de catástrofes más elaborada. Pareciera que sus habitantes, y en especial sus dirigentes, se hubieran quedado embobados durante décadas con la mano en el corazón entonando la Canción Nacional. Y vivieran convencidos que la Cordillera de Los Andes es solo una majestuosa montaña y el océano Pacífico un mar que tranquilo nos baña.

Luego de cada catástrofe, alguien levanta una bandera deshecha desde los escombros, la TV lo inmortaliza, se organiza una teletón, hay abrazos de hermandad que se felicitan por el espíritu de los chilenos…. y a esperar la próxima tragedia.

De ahí que tener la voluntad de  empezar por algo es buena señal. Pero por favor, sin exageraciones del tipo “los verdaderos héroes son los ciudadanos”. Cada uno a hacer de verdad la pega que nunca se ha hecho. Este fue un ensayo general de orquesta para evaluar y ver quien desafina, nada más.  La gente va a valorarlo positivamente  porque nunca se había hecho antes.

No hay que sobregirarse con sus resultados. Falta coordinación, señalética  e infraestructura de emergencia, e incluso una ponderación de la variedad de riesgos. El país no va a pasarse la vida acarreando enfermos y presos a los cerros porque hay que evacuar cárceles y hospitales. Debe resolver desde dónde construir hasta qué tipo de institucionalidad regional requiere, quién y cómo se coordina y quién toma las decisiones. Aprender la logística de emergencia es un tema difícil. Ni los militares la entienden bien, si no hay que ver lo ocurrido con el Shoa, los hechos de Antuco, el puente sobre el Bio Bío o el caso del helicóptero para la Presidente el día del terremoto.

La desconfianza nuclear

En el control de las exageraciones y auto alabanzas, el gobierno también debe tener la sensibilidad para calibrar la atmósfera de desconfianza que vive el país. Hace rato que no le cree ni a la política ni a las autoridades.  El Presidente lo sufre en carne propia según las encuestas. Sin confianza el manejo de crisis no funciona.  Es razonable que pocos o nadie esté dispuesto a poner su seguridad en manos de quienes cree son incapaces o improvisadores, o incluso demagogos y  especuladores. La transparencia y la confianza son nudos vitales para que ello no ocurra.

Si Japón es un espejo sísmico de Chile y viceversa, la crisis nuclear que vive el país asiático repercutirá fuertemente en Chile. Nadie puede decir esto no pasará en Chile, ni sacar argumentos como los esgrimidos por el Ministro Hinzpeter de que lo de Japón se debe a que se trata de “centrales viejas”.

Hace pocos días que el gobierno ha avanzado en formalizar acuerdos de cooperación con Francia y Estados Unidos en esta materia y el biministro de Minería y Energía, Laurence Golborne ha hecho declaraciones de que se trata de procesos de estudio.

El tema nuclear es complejo y lleno de aristas técnicas que para la mayoría de la población pasan desapercibidas o no son comprendidas, y donde ella tiene que confiar – la confianza una vez más, y mucho- en las decisiones que adoptan sus autoridades.

Para nadie es un misterio que en materia ambiental casi se ha institucionalizado una ideología de la trampa para obtener las autorizaciones ambientales respectivas en todo tipo de emprendimientos económicos. Cambiar calificaciones de suelo vía administrativa, generar auditorias brujas, cambiar estudios de impacto ambiental por medio de declaraciones de impacto ambiental, o simplemente hacer trajes a la medida como ocurrió con la central termoeléctrica Campiche durante el gobierno anterior u ocurre ahora con Castilla o Hidroaysén.

¿Están las autoridades  en condiciones reales de garantizar seriedad y transparencia en el tema nuclear? Desde hace años, rusos, franceses y norteamericanos se disputan el lobby nuclear en Chile. Son numerosos los  parlamentarios y dirigentes políticos, tanto de oposición como de gobierno, los que han viajado invitados por los lobbystas a conocer  los proyectos de sus empresas.  Todo ello ante la mirada ambigua del Estado, incluidos los resultados de la Comisión Zanelli.

Casi siempre, además, el tema es analizado desde la perspectiva de los negocios y la matriz energética nacional, y nunca desde la perspectiva de la seguridad humana. Eso es un tema que el establishment deja a las ONGs como algo menor, un tema a-científico, un problema de conservacionistas radicales, casi tan arcaico como el lobby de los fabricantes de velas. Que son las que generalmente terminan alumbrando las catástrofes.

La emergencia nuclear está expuesta en el caso de Japón, y a menos que lo domine el gen de ejecutivo empresarial, el ministro Golborne, como buen músico que es, debería volcar sus esfuerzos al actual ensayo de orquesta del gobierno, y no desafinar con notas nucleares que hieran el oído ciudadano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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