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Logros de las autoridades «políticas»


Salió la última encuesta mensual Adimark GFK y el apoyo al Presidente es el más bajo desde que asumió (41%), mientras que el rechazo (49%) es el más alto.

Como este Presidente ha arrebatado las banderas a sus adversarios, es tentador concluir que los resultados anteriores derivan de que ha perdido más apoyo entre sus partidarios del que ha ganado entre aquellos.

La idea de designar «ministros políticos» tampoco parece haber sido buena, a la luz de la misma encuesta. De partida, no creo que a la gente le parezca bien que se designe como ministros a parlamentarios. A simple vista, bajo el régimen constitucional en que vivimos eso es un resquicio legal o «una maniobra politiquera»: el pueblo elige a alguien para ser legislador y resulta que termina de ministro, con el agravante de que ello genera la necesidad de «designar» reemplazante en el Parlamento. ¿No decían que los parlamentarios designados eran poco democráticos?.

Todo ese jugueteo hacer desmerecer a un gobierno, sea éste de la Concertación o de la Alianza. Es decir, desprestigia a los políticos en general.

Y lo que han hecho los «ministros políticos» tampoco es convincente. El de Defensa está empeñado en modificar una de las pocas cosas que andan muy bien en el desempeño del Estado: el aporte de recursos suficientes para tener unas fuerzas armadas muy bien equipadas y preparadas. Eso es particularmente valioso y tranquilizador cuando se agitan las aguas fronterizas: se prepara una reforma constitucional en Bolivia que declara como propios territorios chilenos y se yergue la amenaza de un gobernante nacionalista extremo en Perú, declarado admirador de las políticas expansionistas de Hitler (entrevista a la periodista germano-peruana Ulrike Baader, que todo chileno preocupado de la soberanía del país debería leer).

Todos sabemos que las modificaciones de la Ley Reservada del Cobre no van a ser para aumentar ni mantener los recursos que reciben las fuerzas armadas, sino para disminuirlos.

Una norma básica del sentido común dice que cuando algo funciona bien, no hay que meterse a arreglarlo. El ministro de Defensa está precisamente haciendo eso.

Y la ministra del Trabajo está complicada con otra idea, que tampoco es propia, sino de la Concertación y, por tanto, del Presidente: la supresión de los multiruts. Hoy aparece en «El Mercurio» una carta de un académico (no de un empresario) en que explica la división de las empresas (y por lo tanto de los ruts) por necesidades naturales y de eficiencia de los modelos de negocios.

Por poner en práctica esta idea de la izquierda, que ni siquiera la Concertación mostró entusiasmo por llevar adelante, se va a ocasionar un daño a la eficiencia y la productividad de las empresas. En su afán de «abrazar las ideas de la Concertación», como confesó el brazo derecho del Presidente, Rodrigo Hinzpeter, que había sido su estrategia para triunfar, ahora se está contradiciendo las ideas propias, que subrayan la eficiencia productiva y el crecimiento.

Y, en fin, los propios «ministros políticos», quienes probablemente creyeron que como tales podrían mejorar sus índices de popularidad, tampoco han conseguido ese objetivo personal, según la encuesta Adimark GFK, pues en ella aparecen conservando virtualmente el mismo porcentaje de adhesión que cuando asumieron sus cargos (el de Defensa gana un punto y la del Trabajo mantiene su porcentaje).

En conclusión, el Presidente, a fuerza de ser «político», está en el mínimo de apoyo y el máximo de rechazo, tras haber abrazado variadas ideas de sus adversarios; y sus «ministros políticos», también empeñados en hacer realidad aspiraciones antiguas de la Concertación, no han conseguido mejorar el nivel de adhesión ciudadana, ni para el gobierno al que se incorporaron ni para sí mismos.

Parece que no sólo habría sido más consecuente, sino también más conveniente, que el Presidente hubiera basado más sus decisiones en las ideas de sus partidarios que en las de sus adversarios.

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