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No dejes que la verdad mate una buena historia

Mario Schilling
Por : Mario Schilling Abogado y director de Schilling Abogados. Ex vocero de la Fiscalía Oriente.
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Señor lector, ni se imagina lo común que son los malos reconocimientos. A mí me tocó en dos ocasiones en mi calidad de vocero de la Fiscalía aclarar por qué pedimos equivocadamente la prisión preventiva de personas “reconocidas equivocadamente” por las víctimas. Si usted tiene la mala fortuna de parecerse a un criminal, puede que termine tras las rejas. Eso resulta simplemente kafkeano.


La noticia judicial que impactó hace días relataba que un menor detenido por su participación en el asalto en una vivienda de El Arrayán, en la comuna de Lo Barnechea, en que la dueña de casa embarazada de seis meses sufrió agresiones sexuales, quedó libre por determinación del Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago. En seguida, los medios de prensa ya tenían identificada a la villana de la historia: la jueza del tribunal Andrea Díaz.

Ella determinó, a pocas horas de ser detenido, que no había suficientes pruebas para inculpar al adolescente de 15 años, sindicado por la propia víctima en la detención como uno de los dos que la golpearon y le efectuaron tocamientos libidinosos el martes 16 de mayo.

Las autoridades descargaron su enojo con la resolución de la jueza. Y, por supuesto, el marido de la víctima disparó contra el sistema, diciendo: “Mi familia hoy día está devastada con esto, genera una rabia espantosa.  Si hay justicia no sé para quién es, pero para nosotros ya no corre, derechos humanos nosotros tampoco ya tenemos”.

[cita]Señor lector, ni se imagina lo común que son los malos reconocimientos. A mí me tocó en dos ocasiones en mi calidad de vocero de la Fiscalía aclarar por qué pedimos equivocadamente la prisión preventiva de personas “reconocidas equivocadamente” por las víctimas. Si usted tiene la mala fortuna de parecerse a un criminal, puede que termine tras las rejas. Eso resulta simplemente kafkeano.[/cita]

En la jerga periodística hay un dicho cínico que reza: “no dejes que la verdad mate una buena historia”. Y pienso que hay una buena historia que no es verdad en este hecho. Los chilenos nos hemos acostumbrado a pensar mal de los jueces. Como las noticias muestran generalmente los aspectos negativos de la sociedad, ella misma se ha formado una imagen nefasta de la judicatura, la fiscalía y todo lo que huela a sistema judicial penal. Cuando un juez falla normalmente decretando la prisión preventiva, muchas veces no es noticia. Recuerdo que cuando trabajaba en la Fiscalía Oriente me costaba muchísimo que nos publicaran las condenas obtenidas y los éxitos logrados. La explicación era simple: Good news, no news.

Cada vez que ocurre algo insólito como esta historia caben dos posibilidades que a casi nadie se le pasa por la cabeza. Voy a revelar uno de los secretos mejor guardados del sistema judicial penal. Mal que mal fueron ocho años dentro del sistema. De ahora en adelante el lector podrá leer críticamente estas noticias. El secreto es que hay, al menos, dos posibilidades: que el menor no tenía nada que ver en el asunto; o que el delito no existe como se presenta.

¿Horroroso lo que estoy diciendo? Por cierto que sí, pero nadie puede salir por los medios de comunicación diciendo que la víctima no se acuerda bien de quiénes la asaltaron. Es muy posible que su reconocimiento haya sido inducido, mal formado, mal recordado, perturbado por sus emociones, etc. Y no por eso, hay que llevar a la cárcel a cualquiera que se parezca al delincuente. Hay que capturar al que cometió al delito, no al más parecido a él.

Señor lector, ni se imagina lo común que son los malos reconocimientos. A mí me tocó en dos ocasiones en mi calidad de vocero de la Fiscalía aclarar por qué pedimos equivocadamente la prisión preventiva de personas “reconocidas equivocadamente” por las víctimas. Si usted tiene la mala fortuna de parecerse a un criminal, puede que termine tras las rejas. Eso resulta simplemente kafkeano.

Hoy la Fiscalía de Chile cuenta con un protocolo de reconocimiento que fue elaborado con los estándares internacionales para minimizar este error. ¿Qué señaló la magistrada? ¿Se cumplió con dicho protocolo? La PDI que trajo rápidamente al sospechoso que dé las explicaciones. Otro factor en juego son las policías que se disputan resolver el caso mediático para salir en la prensa moviendo la cola como un mastín con la presa en el hocico. Costumbre nefasta que debería prohibirse por ley. Ahora, es más fácil esconderse en las faldas de la jueza y lavarse las manos que reconocer la mala labor realizada.

El problema es que todos queremos creerle a la víctima, ¿por qué va a faltar a la verdad en algo tan terrible? Lamentablemente a veces sucede: falsos secuestros, ladrones misteriosos, víctimas en tratamiento por depresión que desean hacerse notar, entre tantos casos que me tocó conocer en mi antigua función.

Lector, ¿quiere hacer una apuesta? Escriba a mi twitter. Apuesto a que la resolución de la jueza fue acertada. A pesar de que todo Chile la odie. ¡Qué difícil es ser juez!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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