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La Moneda chica de Longueira

Marco Moreno Pérez
Por : Marco Moreno Pérez Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile.
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Longueira tiene espacio para levantar una agenda propia y, tiene sobre todo audacia. Hay una expectativa de que es un actor con peso que ha dado muestras de autonomía y que no es controlable por los llamados poderes fácticos. Pero lo anterior no estará exento de costos. Habrá tensiones al interior de la UDI y también entre la derecha económica y la derecha política.


No cabe duda que la llegada del ex senador Longueira al gabinete ha copado la agenda esta última semana. Lo más comentado del ajuste terminó siendo su incorporación al gabinete y lo inusual de la cartera asignada, decisión que no estuvo en ningún cálculo ni análisis previo.

Sin embargo, y a pesar del escaso peso del Ministerio de Economía –paradojalmente herencia de la dictadura militar y de los “chicago boys” que impusieron sobre éste la hegemonía de Hacienda– Longueira se las ha arreglado para sacarle brillo a su gestión a través de lo que parece será su sello: darle una dimensión política a la gestión económica del gobierno. El secretario de Estado se ha tomado la agenda con sus propuestas y reuniones con empresarios y políticos. Aquí ha desplegado su estilo político en dos acciones mediáticas. La visita del Secretario General de la OEA José Miguel Insulza y la reciente salida a terreno que realizó el martes  en el mercado Tirso de Molina –junto a dos asesores políticos, el ex alcalde Cordero y el ex diputado Leay- donde saludaron, recorrieron los puestos y conversaron con locatarios. La imagen de ministros de Economía con un claro perfil político como Pedro Enrique Alfonso, Julio Philippi Izquierdo, Domingo Santa María Santa Cruz, Andrés Zaldívar, Carlos Matus, Orlando Millas o Pedro Vuskovic parece estar muy presente en el estilo que quiere imponer el ministro Longueira.

[cita]El país ha crecido pero ahora hay que compatibilizar esas cifras con el desarrollo social. Este rayado de cancha que propone Longueira se hace viable en la medida que ahora dispone de poder efectivo para instalar una agenda social que apunte en esa dirección. Longueira sabe que este discurso le podría permitir a la UDI proyectarse en el poder, instalando a un hombre de sus filas –o al propio Longueira– en La Moneda el 2014.[/cita]

Pero también su agenda se perfila en otros dos frentes: la defensa de los consumidores frente a las malas prácticas empresariales, especialmente del retail –le sacó provecho político a Wall-Mart por el tema de la tarjeta PRESTO,  acción que el SERNAC tenía más o menos definida– y en lo que será su otro caballo de batalla: las regulaciones en ámbitos donde hay mucha concentración y asimetrías como el mercado eléctrico.

En el ministerio de Economía ha instalado una suerte de Moneda chica, con varios asesores –el ex alcalde Cornejo entre otros– y con un fuerte despliegue mediático, que sin buscarlo o deliberadamente, ha construido la imagen del Premier Longueira como tituló acertadamente el análisis de Carlos Correa hace unos días en El Mostrador.

El auto-empoderamiento y puesta en escena del ministro se sustenta en una misión –como la tuvo Jaime Guzmán– y a la que Longueira se siente llamado. El país ha crecido pero ahora hay que compatibilizar esas cifras con el desarrollo social. Este rayado de cancha que propone Longueira se hace viable en la medida que ahora dispone de poder efectivo para instalar una agenda social que apunte en esa dirección. Longueira sabe que este discurso le podría permitir a la UDI proyectarse en el poder, instalando a un hombre de sus filas –o al propio Longueira– en La Moneda el 2014.

Longueira tiene espacio para levantar una agenda propia y, tiene sobre todo audacia. Hay una expectativa de que es un actor con peso que ha dado muestras de autonomía y que no es controlable por los llamados poderes fácticos. Pero lo anterior no estará exento de  costos.  Habrá  tensiones al interior de la UDI y también entre la derecha económica y la derecha política. Pero también serán inevitables los conflictos con el propio Presidente. La historia entre ambos ha estado marcada por estos.  Habrá que ver si son capaces y están dispuestos esta vez a procesarlos o nuevamente se impondrá uno sobre el otro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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