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Preguntas sobre Juan Fernández

Por: Elizabeth Subercaseaux


Señor Director:

La terrible tragedia del avión que cayó en las cercanías de Juan Fernández vuelve a poner en evidencia que en Chile somos más dados a farandulizar el drama que a profundizar en lo ocurrido y tomar conciencia de sus causales. Los accidentes son accidentes, por supuesto, no hay mala fe en ellos, nadie hace que se caiga un avión a propósito. Sin embargo, hay preguntas que no pueden dejar de formularse.

La isla Juan Fernández tiene un clima complicado que es de sobra conocido y una pista de aterrizaje que ha sido descrita por quienes la conocen como pista de portavión. ¿Cómo es posible que la FACH envíe a Juan Fernández aviones que no pueden regresar a Santiago en caso de cualquier emergencia? ¿Cómo es posible que se permita a un grupo de civiles subir a un avión militar que no cuenta con autonomía de vuelo suficiente para hacer frente a la imposibilidad de aterrizar? Y si este era un vuelo civil, puesto que no iban militares dentro ni se empleó para una misión militar, ¿cómo es que no se rigió por la normativa de todo vuelo de línea aérea comercial que no puede efectuarse en aviones sin autonomía para regresar al aeropuerto más cercano?¿En algún momento se notificó a TVN o a alguno de los pasajeros de ese avión sobre los riesgos de volar en un aparato que pasado el punto de no retorno debe aterrizar, cualquiera sean las condiciones climáticas de última hora, porque no tiene bencina para volver? ¿Es usual que TVN envíe a sus periodistas a Juan Fernández u otros lugares peligrosos en aviones que no cumplen con mínimas normas de seguridad?

Compadezco profundamente a los familiares de las víctimas, no sólo por la tragedia de haber perdido a sus seres queridos de manera tan terrible sino por lo que han tenido que vivir el día después. Estoy segura que los familiares de las víctimas agradecerían a los medios de comunicación, sobre todo a los canales de televisión, terminar con el carnaval del morbo y comenzar, como periodistas de verdad, a buscar las causas y responsabilidades de un accidente atroz que no puede volver a repetirse. Lo mismo cuenta para las autoridades de gobierno. Las palabras de condolencia son muy bonitas, pero no sirven de nada si no van acompañadas de una investigación a fondo en la cual si han de volar cabezas, que vuelen.

Donde hay mando, hay obligación. En este caso la primera obligación de la autoridad es señalar a los responsables. Y la de los responsables, dar un paso adelante y hacerse cargo de su falta de profesionalismo y seriedad.

Elizabeth Subercaseaux

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