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Isapres: el peso de la noche

Marcos Vergara
Por : Marcos Vergara Académico Escuela de Salud Pública UCh
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En el planeta de los indignados ¿Sería posible, acaso, que las personas participen del sistema de seguridad social en la tranquilidad y en la certeza de que el peso que hoy han de poner demás, mañana lo pondrán otros por ellas, cuando estén más viejas y propensas a enfermar? Pienso que sí.


Una nueva comisión de expertos en salud acaba de entregar sus resultados al gobierno. Se trata de una propuesta para hacer solidaridad en los riesgos de enfermar en el sistema ISAPRES y eliminar la tarificación basada en esos riesgos. Esta es una materia muy delicada y sensible para nuestro país, pues intenta corregir la “falla” de un diseño realizado también en tiempos de excepción y de hacerlo de modo sensato. Cabe tener cuidado, entonces, con las cifras apocalípticas –los miles que abandonarán el sistema-, que luego se instalan como carteles eternos en la prensa más intencionada. Por lo pronto, vale la pena señalar lo siguiente:

a) En un esquema de seguro de salud con tarifa plana, un grupo de los actuales afiliados a ISAPRE deberá hacer un esfuerzo adicional para comprar el Plan Garantizado de Salud, ya que el 7% de sus remuneraciones podría resultarles insuficiente para ello. Eso es efectivo. Sin embargo, muchas personas de ese grupo, en el esquema tradicional de tarificación por riesgos que la propuesta pretende dar por superado, tendrían que cotizar por encima de su 7% de todas maneras y lo más probable es que así lo estén haciendo la mayoría de ellos, pues al menos un 85% de los cotizantes a las ISAPRE cotiza sobre el 7% en la actualidad, dado que la cotización obligatoria se les ha hecho insuficiente para obtener una cobertura apropiada a sus necesidades.

b) Recordemos que la cotización promedio en el sistema ISAPRE alcanza a un 10% de las remuneraciones, 3 puntos porcentuales más que el 7% y todavía más si se piensa que a salud no se destina el 7%, sino sólo un 5,46% -y menos de un 5,00 si se excluyen gastos de administración y utilidades-, pues el resto va a las licencias médicas. Es decir, hoy se cotiza en el sistema ISAPRE al menos un 55% más para salud que lo que la cotización legal permite.

[cita]Ha pasado tanta agua bajo el puente, que en Chile se nos ha hecho más difícil explicar lo que antes era una cosa sencilla –la solidaridad por riesgos y por ingresos tradicionalmente asociada a una típica cotización obligatoria de un sistema de seguridad social- y mucho más fácil explicar lo inexplicable –la apropiación individual de esas cotizaciones-.[/cita]

c) Otras personas del grupo antes mencionado –unos pocos- no estarían en la situación ya descrita, pues su 7% sí sería insuficiente para financiar el PGS y no estarían dispuestos ni en posición de cotizar por encima de él. Estas son personas que, de acuerdo a lo que se desprende lógicamente del análisis, hoy estarían recibiendo coberturas insuficientes o al menos peores que las que el PGS ofrecería. Entre estos últimos habrá quienes podrían desincentivarse a participar en el sistema ISAPRE y optar por la oferta de FONASA, que es solidaria en los ingresos. Pero éstos son los menos.

d) Del mismo modo, para un conjunto de personas la prima plana a pagar por el PGS estará por debajo del 7% de sus remuneraciones. En el esquema tradicional de tarificación por riesgo que estamos superando, muchas de estas personas estarán ocupando de todas formas su 7% e incluso más, para pagar su plan, como ya hemos visto. Otras personas podrían generar excedentes que les serían devueltos, tal como hoy ocurre en la práctica. Si bien para el conjunto de personas, las diferencias entre el 7% de las remuneraciones y la prima plana del PGS representaría un excedente, sólo una parte de aquel es real desde una perspectiva del riesgo individual. Son, de nuevo, unos pocos.

e) Si las cotizaciones actuales, en un 85% de los casos pactadas por encima del 7%, son reflejo de los riesgos individuales de los grupos familiares asociados a cada cotizante y si estos riesgos se distribuyen independientemente de los tamaños de las remuneraciones de las personas, lo que en buena medida debería ser así, en el peor de los casos un 15% de las personas que aparentemente se encuentran con un 7% inferior al PGS estarían en posición de no poder pagarlo y, por otra parte, no más de un 15% de aquellos que figuran con excedentes, tendrían excedentes reales.

El problema del déficit o excedente que se ilustra en los párrafos anteriores dice relación, sin embargo, con introducir insoslayablemente en la reflexión la variable ingresos, como consecuencia de la persistencia de la cotización obligatoria para salud, establecida por ley como porcentaje de la remuneración. Este elemento -la cotización- en un sistema como el de ISAPRES que ha funcionado y funcionará basado en precios pierde sentido y agrega otro problema difícil de resolver sólo en uno de los dos componentes de un sistema de seguridad social para salud que es dual, como el chileno: la solidaridad por ingresos. No obstante lo anterior, tales excedentes o déficits no existirían si la obligación de cotizar un 7% no existiera y fuera reemplazada por la simple obligación de tener el PGS. Quienes no pudieran financiar el PGS –que no son muchos hoy en el sistema ISAPRES- encontrarían en FONASA una respuesta razonable para sus necesidades de cobertura, a la que concurrirían incluso subsidios del Estado si es que fuesen necesarios. Y, por otro lado, no existirían los “excedentes”.

Ha pasado tanta agua bajo el puente, que en Chile se nos ha hecho más difícil explicar lo que antes era una cosa sencilla –la solidaridad por riesgos y por ingresos tradicionalmente asociada a una típica cotización obligatoria de un sistema de seguridad social- y mucho más fácil explicar lo inexplicable –la apropiación individual de esas cotizaciones-.

Por último, en el planeta de los indignados ¿Sería posible, acaso, que las personas participen del sistema de seguridad social en la tranquilidad y en la certeza de que el peso que hoy han de poner demás, mañana lo pondrán otros por ellas, cuando estén más viejas y propensas a enfermar? Pienso que sí.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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