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Inés y el nacional miedo al otro

Por: Wendy Chadwick


Señor Director:

Todo este capítulo de “Inés Pérez & The Walking Nanas” me ha hecho reflexionar… inicialmente vi el video y también me indigné con las declaraciones de la Sra. Pérez … pero me di cuenta que mi indignación no era muuucho más que mi ego, al considerar que mi juicio acerca de la situación era “el correcto” y que Inés estaba “equivocada”…  Ésto, sumado a la híper-reacción de bulling en cadena que ha sufrido la Sra. Pérez, hoy me hace sentir y pensar diferente. Porque, deteniéndome un poco más en los dichos de Inés, en su cara, y en su contexto, cuando ella dice lo que dice, yo escucho el terror nacional: el terror a la vida, el terror a vivir el presente y no ser “lo que hay que ser”, el terror a perder “lo que se tiene” y por tanto perder “lo que se es”. Escucho en sus declaraciones el terror a “los malos”, el terror a ser de éstos y a no ser de aquellos… «los buenos».

En resumidas cuentas, en las palabras de Inés Pérez escucho el terror a los otros, y es ahí donde se me aparece la contradicción de la reacción nacional frente a la discriminación… porque Inés no piensa como yo, ni como muchos, pero… ¿Nos da eso el derecho a tratarla como se la ha tratado? ¿No estaremos arrojando la mismísima piedra por la que la estamos criticando? Porque ¡qué políticamente correcto es valorar la libertad de expresión y alzarse contra la censura de opiniones! ¡Y qué importante y urgente es hablar fuerte y teorizar sobre la no discriminación! Pero, cuando la persona que está frente a mi piensa diferente ¿qué hago? ¿qué hacemos?

Recuerdo una historia en la que se preguntaba a las personas de una organización cuáles eran los valores más importantes de practicar en la oficina y contestaban la honestidad y el respeto… pero al mismo tiempo se preguntaban, entonces, ¿qué hacemos con los idiotas de la oficina? Si no les decimos que son idiotas estamos faltando a la honestidad y si les decimos idiotas estamos faltándoles el respeto…

-Silencio-

No es fácil el acertijo, sobre todo porque es un espejo y mirarse al espejo es difícil… o, dicho de otra forma, es algo que nos cuesta porque no lo sabemos hacer.

Cuando nos preguntamos “¿qué hacemos con los idiotas de los condominios?” Lo que no estamos viendo es que, considerar idiota a quien piensa diferente a mí es el primer paso para arrancar de una conversación que no sé tener sin descalificar al otro. Considerar idiota al otro es entregarse al el sentimiento de superioridad o a una manifiesta, pero inconsciente incapacidad de construir acuerdos… (Y ahí tenemos a C. Vallejo llamando a la vía armada y a R. Hinzpeter culpando a las movilizaciones del aumento de la delincuencia, entre tantos otros…)

Así es cómo se perpetúan y se agrandan las brechas, no cómo se superan.

Y ya hemos estado ahí antes en nuestra historia… ¿De verdad no hemos aprendido nada?

Wendy Chadwick
Periodista y Coach Ontológico

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