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Lo que esconde el auge de las carreras de la salud

Cecilia Sepúlveda
Por : Cecilia Sepúlveda Decana Facultad de Medicina UCh.
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Se hace urgente que nuestro país exija la acreditación de todas las carreras de la salud. No sólo es un imperativo ético con los miles de jóvenes y familias que ponen sus esperanzas y su futuro en esas manos, sino que con el derecho a la vida y a la salud de millones de chilenos.


Las carreras de la salud han crecido explosivamente en los últimos años. Es así que constatamos un aumento de 600% de los estudiantes de educación superior universitaria en el área.  Cabe destacar que, desde 2005, la tasa crece  por sobre un 16% cada año.  Así, este 2012 el fenómeno se mantiene: no sólo tenemos nuevas facultades, sino que universidades tradicionales abriendo nuevas carreras.

Ciertamente esta es una ola difícil de detener: en sólo 6 años hemos pasado de 49 mil estudiantes a 120 mil y el número de carreras de la salud ofertadas de 250 a 489: un crecimiento de 86%. Esto se debe, sin lugar a dudas, a la brecha existente en el país de profesionales en el sector salud y, por lo tanto, a la actual alta empleabilidad y retorno de muchas de estas carreras.

Un fenómeno que no se va a mantener, como salta a la vista al analizar la proyección a largo plazo por carrera. Para  Medicina y Enfermería al 2030, ésta muestra que se cerrarán las brechas de profesionales definidas por los estándares de OMS y que, incluso si se mantiene la actual distribución geográfica de estos profesionales, habrá un importante superávit en las grandes ciudades del país y déficit en  regiones extremas o de menor urbanización. Las carreras que han tenido un mayor aumento de matricula total en los últimos años (Kinesiología, Nutrición y Terapia Ocupacional), muestran ya, hoy, tasas de empleabilidad menores que las otras.

[cita]Se hace urgente que nuestro país exija la acreditación de todas las carreras de la salud. No sólo es un imperativo ético con los miles de jóvenes y familias que ponen sus esperanzas y su futuro en esas manos, sino que con el derecho a la vida y a la salud de millones de chilenos.[/cita]

Asimismo preocupan las tasas de retención a segundo año en las carreras de salud más nuevas, las mismas que registran importantes  aumentos de matrícula. La retención menor al 70% nos habla de  la desilusión de un gran porcentaje de jóvenes.

Esto apunta a lo más preocupante: la calidad de los programas es muy dispar entre instituciones. Casi el 60% de los estudiantes de la salud  no estudian en carreras con calidad acreditada. Además esta cifra esconde algunos fenómenos: llegamos a un 40% de acreditación, sólo gracias a que en Medicina ésta es obligatoria y a la creciente tendencia de certificar  las carreras más antiguas de la salud como Obstetricia, Odontología y Enfermería. Esto da cuenta que quienes eligen carreras más nuevas como Kinesiología, Nutrición, Terapia Ocupacional o Fonoaudiología, corren un riesgo: si revisamos ese universo, cerca del 75% de los jóvenes que estudian dichas carreras lo hacen en entidades no acreditadas.

Se hace urgente que nuestro país exija la acreditación de todas las carreras de la salud. No sólo es un imperativo ético con los miles de jóvenes y familias que ponen sus esperanzas y su futuro en esas manos, sino que con el derecho a la vida y a la salud de millones de chilenos. Chile tiene indicadores sanitarios de los cuales nos enorgullecemos y, claramente, los estamos poniendo en peligro con un mercado desregulado, al cual poco le interesa la calidad de la atención de salud de los chilenos en  un futuro cercano.

Al respecto, cabe destacar que el 68% de los alumnos de Universidades del CRUCH estudia en carreras acreditadas, versus un 22% de los jóvenes que se educan en entidades privadas no tradicionales. Esto da cuenta que es fundamental exigir calidad y acreditación obligatoria para todas las carreras de la salud.

Y un tema polémico: los aranceles por carrera también presentan diferencias injustificables. Es así que los aranceles de las carreras de la salud han crecido un 16% real en los últimos 6 años, casi a la par que el crecimiento que ha experimentado su matrícula. En Medicina, las universidades privadas en promedio tienen aranceles un 38% más altos que las entidades del CRUCH, esto es más de 1,5 millones más por año, tomando en consideración el arancel real (matricula + arancel). En Química y Farmacia, las privadas cobran un 29% más, en Odontología un 25%, en Obstetricia un 22%, todas ellas con diferencias entre 500 y 1 millón de pesos en promedio.

Lo cual hace fundamental que el Ministerio de Educación tome cartas en el asunto y junto con hacer obligatoria la acreditación de las carreras de la salud, regule el mercado y los aranceles.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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