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La trampa parlamentaria de la Nueva Mayoría Opinión

La trampa parlamentaria de la Nueva Mayoría

Claudio Fuentes S.
Por : Claudio Fuentes S. Profesor Escuela Ciencia Política, Universidad Diego Portales. Investigador asociado del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR)
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La condición de contar con una mayoría robusta nunca se ha dado ni para la Concertación ni menos para la Alianza. Las elecciones de 1989 fueron el momento de gloria de la coalición del arcoíris al controlar 71 de los 120 escaños de la Cámara baja. Pero incluso allí no tenían la mayoría del Senado, producto de la existencia de los senadores designados. Desde aquel momento y hasta hoy, la batalla electoral ha tendido a empatar las fuerzas políticas en el Congreso Nacional.


La introducción de cambios estructurales en el modelo político, económico y social requiere de un fuerte contingente de congresistas que apoyen las iniciativas de un eventual gobierno de Michelle Bachelet. El cumplimiento del programa pasa entonces por contar con un alto número de disciplinados congresistas en ambas cámaras. Si no se logra aquella mayoría, el programa deberá ser negociado con los partidos. Si se negocia, los avances serán menos profundos y volverán a plantear suspicacias respecto de la voluntad real de implementar transformaciones que beneficien a las mayorías del país.

La condición de contar con una mayoría robusta nunca se ha dado ni para la Concertación ni menos para la Alianza. Las elecciones de 1989 fueron el momento de gloria de la coalición del arcoíris al controlar 71 de los 120 escaños de la Cámara baja. Pero incluso allí no tenían la mayoría del Senado, producto de la existencia de los senadores designados.  Desde aquel momento y hasta hoy, la batalla electoral ha tendido a empatar las fuerzas políticas en el Congreso Nacional.  En la última década se ha reducido dramáticamente la posibilidad que alguna de las dos coaliciones pueda doblar.

La excepción fue en el año 2005 cuando fue electa Michelle Bachelet ya que se dio una circunstancia inédita al contar con una leve mayoría en ambas cámaras producto de los cinco doblajes que alcanzó en Diputados y uno en el Senado (además de la supresión de los senadores designados). Sin embargo, esta ventaja duró poco más de un año por la salida de varios congresistas de la coalición gobernante.

[cita]Bajo el actual esquema binominal que fuerza el doblaje para ganar los dos asientos, resulta extremadamente difícil para cualquier coalición desempatar. Los resultados electorales anteriores muestran que sólo al inicio de la transición la Concertación tuvo una ventaja electoral considerable, pero ella estuvo mediada por los senadores designados. También muestra que la fuerza electoral de Bachelet en 2005 ayudó a incrementar doblajes, pero no fueron los suficientes como para promover una coalición de gobierno estable.[/cita]

Pero, ¿Cuánto contingente en el Congreso requiere para avanzar propuestas más significativas? Supongamos que la Nueva Mayoría vence en la presidencial y no desea negociar su programa con la Alianza. Supongamos que la Alianza obtiene un doblaje—su doblaje histórico en el distrito 23. Y finalmente, supongamos que los congresistas son disciplinados al votar las iniciativas del gobierno—cuestión que empíricamente ha sido así.

Bajo esos supuestos, si la Nueva Mayoría deseara aprobar proyectos que requieren de un quórum calificado (50% + 1 de congresistas en ejercicio), necesitaría alcanzar como mínimo 2 doblajes en Diputados y 1 en el Senado.  Pero el desafío se incrementa cuando se busque reformar alguna de las veinte leyes orgánicas constitucionales que requieren para su modificación un quórum de 4/7 (57%, o 69 diputados y 22 senadores).  En nuestro ejemplo, la Nueva Mayoría requeriría alcanzar 10 doblajes en Diputados y 3 en el Senado.

Para reformas a la Carta Constitucional los quórum suben todavía más, lo que implicaría obtener 13 doblajes en diputados y 4 en senadores si se quieren reformar capítulos que requieren un quórum de 3/5; y 21 doblajes en diputados y 7 en senadores si se quieren cambiar aspectos constitucionales que necesitan de 2/3 del Congreso Nacional.

Bajo el actual esquema binominal que fuerza el doblaje para ganar los dos asientos, resulta extremadamente difícil para cualquier coalición desempatar. Los resultados electorales anteriores muestran que sólo al inicio de la transición la Concertación tuvo una ventaja electoral considerable, pero ella estuvo mediada por los senadores designados. También muestra que la fuerza electoral de Bachelet en 2005 ayudó a incrementar doblajes, pero no fueron los suficientes como para promover una coalición de gobierno estable.

Enfrentados a la coyuntura de inscripción de candidaturas, cada cupo será relevante. Importará mucho quién competirá en el distrito 23, para romper el único doblaje que tiene la Alianza. Importarán en demasía las duplas de senadores, e importarán de sobremanera las posibilidades de doblaje en un número significativo de distritos. Como ambas coaliciones saben que el éxito de un gobierno depende de la fuerza electoral representada en el Congreso, harán sus mejores esfuerzos por doblar (o por evitar doblajes de la fuerza contraria). Entonces, el juego en la Nueva Mayoría será buscar más doblajes; mientras el de la Alianza será evitarlos.        

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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