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Ramón Freire: el militar democrático olvidado

Vlado Mirosevic
Por : Vlado Mirosevic Diputado Partido Liberal de Chile
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Una vez alejado del poder y retirado en una hacienda familiar, Freire es solicitado por el gobierno liberal del Presidente Pinto para su última batalla. El 17 de abril de 1830 en la batalla de Lircay, los liberales de Freire fueron derrotados por el ejército mercenario de los conservadores, bajo el apoyo de Diego Portales. Aquella batalla en la actual región del Maule, enfrentó dos visiones de cómo construir Chile. Con la derrota militar de Freire y sus tropas liberales, ganó la visión conservadora de construir un Estado centralizado en Santiago, autoritario y confesional entregado a la Iglesia Católica, tal como lo plasmaría en nuestra institucionalidad la figura de Diego Portales.


Las Fiestas Patrias es la ocasión donde muchos brindan, discursean y reviven las figuras históricas de algunos próceres independentistas, en muchos casos sin mayor reflexión sobre sus figuras y lo que encarnaron. Es en aquellas redundancias donde ocultamos un olvido o simple ignorancia sobre la obra de otros héroes —hoy menos recordados— que también cumplieron un rol clave en la Independencia de Chile.

El año pasado en estas mismas fechas recordamos la figura de José Miguel Infante, el padre del federalismo frustrado en Chile. Hoy reviviremos en la memoria pública al General Ramón Freire, un militar democrático y civilista.

Mucho sabemos de Bernardo O’Higgins, pero poco de las razones de su abdicación y posterior exilio al Perú. Corría 1823 y los territorios del norte y el sur acusaron al gobierno de O’Higgins de derivar en un régimen poco democrático y concentrador del poder en Santiago. En aquellos territorios de provincias —desde donde se iniciaba la disidencia al gobierno de la capital— existía una larga tradición de democracia local y mecanismos de decisiones democráticas, llegando algunos historiadores a mencionar la existencia de 42 pueblos en el territorio nacional, con sus respectivos cabildos.

[cita]Una vez alejado del poder y retirado en una hacienda familiar, Freire es solicitado por el gobierno liberal del Presidente Pinto para su última batalla. El 17 de abril de 1830 en la batalla de Lircay, los liberales de Freire fueron derrotados por el ejército mercenario de los conservadores, bajo el apoyo de Diego Portales. Aquella batalla en la actual región del Maule, enfrentó dos visiones de cómo construir Chile. Con la derrota militar de Freire y sus tropas liberales, ganó la visión conservadora de construir un Estado centralizado en Santiago, autoritario y confesional entregado a la Iglesia Católica, tal como lo plasmaría en nuestra institucionalidad la figura de Diego Portales.[/cita]

Frente al corte centralista que tomó el gobierno de O’Higgins, fueron las provincias de La Serena y Concepción (las dos ciudades más importantes después de Santiago) las que pidieron la abdicación del Director Supremo. Ese movimiento insurreccional y regionalista estuvo liderado por el General e Intendente de Concepción, Ramón Freire, quien llevó a las tropas del sur hacia las afueras de Santiago hasta lograr la abdicación de O’Higgins.

Freire fue pieza clave en muchas de las batallas contra el ejército realista y, según algunos, el que tuvo mayores victorias militares entre los Generales independentistas del nuevo Chile, siendo hombre vital para el triunfo de la batalla de Maipú.

Una vez abdicado O’Higgins, el liberal Ramón Freire asume el mando del naciente país, pero promete dejar el poder una vez constituido un Congreso, sin embargo dado su prestigio de militar democrático y civilista, es este mismo Congreso quien lo nombra Director Supremo. Bajo su mandato se producen dos hechos dignos de homenajear: el primero es el intento de una Constitución federalista de 8 grandes provincias poderosas y con autonomía, que consideraba elección directa de Intendentes, coherente con la práctica democrática de Freire y del también liberal José Miguel Infante, ideólogo del cuerpo legal. La oposición de los conservadores y las divisiones internas hicieron impracticable dicha Constitución, frustrando así el intento federalista en Chile. El segundo hecho de gran importancia durante el gobierno de Freire fue la conquista de Chiloé, que hasta 1826 todavía se encontraba en manos de España. La gran capacidad militar de Freire y la lealtad que las tropas tenían hacia el General, quien las lideró personalmente, lograron terminar con el último territorio sudamericano en manos de España y concluir completamente la independencia de Chile.

Durante el ejercicio del poder, Freire encarnó —como muchos otros liberales de la época— la defensa por las libertades públicas como la libertad de prensa, la libertad de culto que pretendía poner freno al predominio moral de la Iglesia Católica, además de jugársela por un mayor poder y representación política de las provincias. Aquello le costó enfrentarse a los ‘pelucones’ o conservadores que frente al temor de la anarquía promovían la autoridad como único valor, incluso dispuestos a excesos y autoritarismos.

Una vez alejado del poder y retirado en una hacienda familiar, Freire es solicitado por el gobierno liberal del Presidente Pinto para su última batalla. El 17 de abril de 1830 en la batalla de Lircay, los liberales de Freire fueron derrotados por el ejército mercenario de los conservadores, bajo el apoyo de Diego Portales. Aquella batalla en la actual región del Maule, enfrentó dos visiones de cómo construir Chile. Con la derrota militar de Freire y sus tropas liberales, ganó la visión conservadora de construir un Estado centralizado en Santiago, autoritario y confesional entregado a la Iglesia Católica, tal como lo plasmaría en nuestra institucionalidad la figura de Diego Portales.

En este nuevo septiembre, en nuestras Fiestas Patrias, me pregunto qué país tendríamos hoy de haber triunfado el bando liberal de Ramón Freire, un militar democrático y civilista que nuestra historia tiene relegado a un tercer lugar. Probablemente estaríamos hablando de otro Chile, de seguro uno más descentralizado, menos autoritario y más libre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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