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El Tío: yuxtaposiciones de una película maldadosa Opinión

El Tío: yuxtaposiciones de una película maldadosa

Alejandra Pallamar y Esteban Valenzuela
Por : Alejandra Pallamar y Esteban Valenzuela Sicóloga y diplomada en estética UC; y, Director del Dpto. de C. Política y RRII de la U. A. Hurtado.
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Un retrato crítico de Jaime Guzmán donde se le reconoce su inteligencia, la sagacidad, la cercanía (le gusta que le digan “Jaime”, sin títulos de profesor o senador), los valores profundos que lo movieron, el estilo austero y polemista, su pelea con Manuel Contreras y la policía secreta de Pinochet. Pero luego lo destrozan: la mujer torturada interpretada con horror epidérmico por Andrea Freund muestra la trivialidad de Guzmán y acusa de Pilatos a todo su grupo.


La franqueza intelectual de Ignacio Santa Cruz es notable, quiere redimirse de su Tío, gritar su homosexualidad a su filogénesis conservadora, y a su vez liberar al propio “estadista de la dictadura”, en neo Portales de su propias contradicciones. Él es el sobrino de Jaime Guzmán, el ideólogo de un film crítico y freak sobre el híper ideólogo, el mentor y productor de un película extraña  donde se yuxtaponen los tiempos, los colores (se usa el blanco y negro), lo histórico-documental, la tragedia griega, la autobiografía para dar la biografía alocada del Tío, aquel, el famoso, el amado y vilipendiado: Jaime Guzmán Errázuriz, articulador de lo más cuestionado de la Constitución de 1980 (sistema binominal, inmovilismo, democracia protegida) y creador del gremialismo en la Universidad Católica, luego la UDI.

Son cuatro películas en una:

 a.- El documental sobre los claroscuros de Guzmán: un retrato crítico de Jaime Guzmán donde se le reconoce su inteligencia, la sagacidad, la cercanía (le gusta que le digan “Jaime”, sin títulos de profesor o senador), los valores profundos que lo movieron, el estilo austero y polemista, su pelea con Manuel Contreras y la policía secreta de Pinochet. Pero luego lo destrozan: la mujer torturada interpretada con horror epidérmico por Andrea Freund muestra la trivialidad de Guzmán y acusa de Pilatos a todo su grupo. Se repiten como mantra del cinismo las frases del abogado y senador sobre valores fundamentales y verdad, para luego hacerse a-histórico, porque el compromiso con la vida que viene de Dios y es superior (derecho divino) es conculcado ferozmente por el régimen que él sostiene, que aviva, que defiende como cruzado de la Guerra Fría y el anticomunismo. Entre líneas, el sobrino-productor y/o el izquierdista director-guionista Mateo Irribarne, afirman que la mismísima  Fundación Jaime Guzmán no tiene ningún antecedente documentado de que el Tío hubiese ayudado a alguien a liberarse de la tortura o la desaparición. Este hecho ha desatado controversia, ya que habría testimonios de que Guzmán hizo gestiones, lo que en nada morigera la crítica clave de la película: haber estado enfrentado a Contreras, el peor de todos, es más bien una comprobación de que se sabía de las atrocidades de la dictadura a la cual se siguió apoyando.

[cita]Guzmán tiene derecho a palabra en la película. Discute con estudiantes que le contradicen en sus clases de Derecho en el Campus Oriente de la UC, un progresista ilustrado y una mujer que será torturada. ¿Imaginación? No del todo, en ese  Campus de patios de convento inglés, se persiguió a muchos, desapareció Eduardo Jara, se torturó a Marcela Palma y José Grossi, se sancionó a cien seminaristas, teólogos y monjas por denunciar los derechos humanos y se prohibió el ingreso del cardenal Silva y el Rector Fernando Castillo. Guzmán y los gremialistas dominaban la Católica con mano férrea.[/cita]

Guzmán tiene derecho a palabra en la película. Discute con estudiantes que le contradicen en sus clases de Derecho en el Campus Oriente de la UC, un progresista ilustrado y una mujer que será torturada. ¿Imaginación? No del todo, en ese  Campus de patios de convento inglés, se persiguió a muchos, desapareció Eduardo Jara, se torturó a Marcela Palma y José Grossi, se sancionó a cien seminaristas, teólogos y monjas por denunciar los derechos humanos y se prohibió el ingreso del cardenal Silva y el Rector Fernando Castillo. Guzmán y los gremialistas dominaban la Católica con mano férrea.

Guzmán habla en favor del “crecimiento” en los años de la despolitización forzosa, se presenta como el creador de una Constitución que más que atrapar el futuro con el inmovilismo, permitió que el dictador entregara el poder en forma pacífica y el país gozara de estabilidad, lo cual es debatido rabiosamente por el club de izquierdistas que son los actores y actrices que montan la obra de teatro sobre Guzmán Errázuriz.

b.- La contradicción de los actores con la misma película-obra de teatro: el punto de vista del film es un exorcismo permanente en el diván de un sicoanalista historiador y brujo. El film se presenta como reality show de la factura de la misma película: el mismísimo Ignacio Santa Cruz rogándole al reventado, díscolo y rojo Irribarne que le haga el guión para la obra de teatro que se convierte en el subtema/subtexto de toda la historia. Los actores aborrecen el personaje, pero algunos aceptan por necesidad, morbosidad o  ganas de aportar a la destrucción del Gran Tío.

c.- Una sátira sobre la homosexualidad real y latente en la elite conservadora: El sobrino besa a su Tío en un gran televisor; el abogado se refugia a redactar la Constitución de 1980 con el ex Presidente Jorge Alessandri, solterón como el mismo Guzmán, con sugerencia de vínculo de amistad amorosa; el sobrino vive con una pareja que odia su obsesión con el Tío; el protagonista (en verdad es una trilogía entre Ignacio Santa Cruz, Jaime Guzmán y el propio director Irribarne) termina enamorándose del asesino.

d.- Un thriller bien logrado con atmósfera densa: hay pulsión en el desenlace, se trama bien, crece la adrenalina, el asco y el terror, las contradicciones, se suda como la actriz y se bebe como el director, se vuela con Santa Cruz, y se duda como Guzmán, que presiente la hora final (volvió a hablar con la secretaria, llamó al chofer, comentó que dos jóvenes merodeaban). El Campus Oriente aparece fantasmagórico  y surrealista, con una fotografía apocalíptica, en que los rostros de todo el elenco no saben si festejar o llorar en el epílogo. El cielo estaba nublado. Guzmán es mártir de la UDI, las balas en el mismo Campus Oriente, la muerte revolotea… Faltó  la bandada de pájaros de Hichtcock y un terremoto grado 11.

No tiene sentido tratar de estar de acuerdo con la película. Es una obra notable, hiperrealismo yuxtapuesto de los fantasmas que siguen vivos y revolotean en la historia siempre des-consensuada. Una película rabiosamente maldadosa y bien lograda.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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