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El hospital universitario y el espacio público

Por: Ennio Vivaldi Véjar, vicedecano de la Facultad de Medicina de la U. de Chile


Señor Director:

En todos los países el sector público cuenta con un área de imbricación que compromete las esferas públicas de salud y educación, donde éstas comparten responsabilidades asistenciales, de investigación y formativas. Esa área pivote permite elaborar proyectos estratégicos en formación de recursos humanos. En todo el mundo se asume como un hecho natural la interacción mancomunada de hospitales y universidades públicos para generar una infraestructura que permita formar y especializar profesionales de la salud. Al mismo tiempo, son innumerables los proyectos basados en iniciativas estatales de gran impacto; por ejemplo, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, que permite el acceso remoto gratuito a la información biomédica actualizada. En Chile, el área de interacción entre salud y educación en el ámbito público ha tenido como su expresión más notable, ayer y hoy, la contribución de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile a la docencia de pre y postgrado y a la investigación biomédica. Esta relación ha contado como principal sustrato con el Hospital de la Universidad de Chile y con la presencia vital de nuestra Universidad en los hospitales tradicionales de Santiago. Consecuentemente, ha resultado conmovedora para académicos, estudiantes, funcionaros, pacientes y ciudadanía, las noticias acerca de la situación financiera del Hospital José Joaquín Aguirre y sus implicancias.

La solución de problemas suele depender menos de encontrar respuestas correctas y más de formular preguntas correctas. En vez de ponderar operaciones financieras, la cuestión relevante debería ser qué rol cabe al Hospital dentro del sistema de salud chileno. La respuesta ha de darla el país y, en gran medida, ella viene siendo sugerida por un ámbito político que transversalmente ha ido abriendo expectativas de justicia y equidad y ha ido revalorizando el rol del sistema público. Es en este contexto de reconstrucción del espacio público, y sólo en él, donde adquiere sentido la solución al problema del Hospital. Si el país necesita una política de formación de especialistas es evidente que la Universidad de Chile, con todos los hospitales en que está presente, el propio y los del Ministerio, ha de jugar un papel principal en la generación e implementación de dicha política. La formación de especialistas requiere y merece un financiamiento tanto en infraestructura como en docentes. En ninguna parte se pretendería que, por ejemplo, el equipamiento de última generación necesario para formar oftalmólogos se adquiriera con lo que estén dispuestos a pagar como arancel aquellos interesados en esa especialidad. Además de la formación de especialistas, la Universidad puede contribuir a la revalorización del sector público con muchas otras tareas. Entre ellas, el apoyo a la práctica médica en lugares remotos mediante telemedicina, educación continua o interconsultas, mecanismos que, además de impactar en la calidad de la atención, hacen más formativa y atractiva la estadía inicial de los médicos jóvenes. Otro ejemplo es el rol de los centros universitarios en desarrollar, evaluar e introducir nuevos modelos de atención en salud.

En la práctica, todos los gobiernos, y notablemente el actual, han confiado en la Universidad de Chile para la formación de especialistas. Una razón es la historia, factor más tangible de lo que suele admitirse, pues un centro formador de especialistas requiere de una cultura, de una tradición, de un saber hacer, que no se improvisan. Otra razón son sus académicos, seleccionados y autoseleccionados por factores vocacionales e intelectuales y por compartir valores de servicio público que transmiten a sus educandos.

Apropiadamente, esta discusión sobre el Hospital llega en medio de un debate sobre cómo entender el carácter público de una universidad. Acerca de los nuevos significados de la palabra «público» debemos citar a Lewis Carroll cuando Alicia objeta a Humpty Dumpty el haber usado una palabra otorgándole un significado inusitado:

«—No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» —observó Alicia.

Humpty Dumpty sonrió despectivamente.

—Pues claro que no…, y no lo sabrás hasta que te lo diga yo… Cuando yo uso una palabra —insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso— quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

—La cuestión —insistió Alicia— es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

—La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién es el que manda…, eso es todo.»

Pero en el mundo contemporáneo, este principio de que quien manda escribe el diccionario, parece perder validez. El Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina al comparar diversos países en cuanto al porcentaje que concurre a educación pública y privada, afirma que en Chile esos porcentajes son, respectivamente, 44-56 para la Educación Media y 0-100 para la Educación Superior. Para el resto del mundo, todos los estudiantes universitarios chilenos son estudiantes privados, así definidos porque pagan la mitad o más del costo de su educación. Al contrario de lo que aquí se oye proclamar, no somos todos públicos, más bien somos todos privados.

El debate sobre la educación pública universitaria y su relación con el sistema público de salud debe dejar atrás la empobrecedora discusión centrada en presupuestos, financiamientos e inversiones y volver a esa narrativa que da sentido a la vida académica. Es esa narrativa sobre su sentido y razón de ser, y no la focalización en la gestión, la que iluminará caminos de soluciones. Alguien ingeniosamente comparó dos revistas paradigmáticas afirmando que «Life es una revista con fotos y sin ideas, mientras que Time es una revista sin fotos y sin ideas». Quizás se pueda acusar al enfoque basado en un querer ser académico, como un enfoque con capacidad de narrativa y sin capacidad de gestión. Pero de lo que no cabe duda, y la historia del hospital universitario lo reafirma, es que el enfoque basado en el pragmatismo administrativo es un enfoque sin capacidad narrativa y sin capacidad de gestión.

La recuperación del hospital universitario y la revitalización de la presencia de la Universidad de Chile en sus campos clínicos nos llevan a replantearnos y a reencontrarnos, intelectual y afectivamente, con la razón de ser de la educación y de la salud públicas.

 

Ennio Vivaldi Véjar
Vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Ex vicepresidente del Senado Universitario

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