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U. ARCIS, patrimonio de Chile

Mauricio Weibel Barahona
Por : Mauricio Weibel Barahona Periodista. Coordinador Biblioteca Latinoamericana de las Memorias de la Usach.
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Ahora, y justamente debido a nuestra perspectiva contraria al neoliberalismo, la universidad tuvo problemas desde su cultura para dialogar con una institucionalidad educativa que entendió por años la educación como un bien de consumo y a los estudiantes como clientes. Esta dificultad motivó una profunda reflexión en nuestra casa de estudios, en su proyecto de seguir contribuyendo al país.


La Universidad de Arte y Ciencias Sociales es parte del patrimonio cultural e intelectual de Chile.

Desde sus aulas y grupos de investigación germinaron desde hace décadas líneas de pensamiento que robustecieron reflexiones académicas, sociales y políticas del país. Ejemplo de ello son los trabajos de Tomás Moulian, Mario Berrios, Gabriel Salazar, Luis Vitale y Carlos Ossandón, entre muchos otros intelectuales que nos enorgullecen como casa de estudios y sociedad.

El rasgo distintivo de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales, desde su fundación en dictadura, como un proyecto de resistencia y creación, es por tanto la promoción de un pensamiento crítico que cuestionó el modelo neoliberal de desarrollo. Por años fue una posición solitaria en el sistema universitario.

Sin embargo, en una sociedad plural y democrática dicho pensamiento es tan válido como el que anidan centros de estudios ligados al Opus Dei, la Iglesia Católica, la Masonería o cualquier otro sector de la sociedad.

Ahora, y justamente debido a nuestra perspectiva contraria al neoliberalismo, la universidad tuvo problemas desde su cultura para dialogar con una institucionalidad educativa que entendió por años la educación como un bien de consumo y a los estudiantes como clientes.

[cita]Ahora, y justamente debido a nuestra perspectiva contraria al neoliberalismo, la universidad tuvo problemas desde su cultura para dialogar con una institucionalidad educativa que entendió por años la educación como un bien de consumo y a los estudiantes como clientes. Esta dificultad motivó una profunda reflexión en nuestra casa de estudios, en su proyecto de seguir contribuyendo al país. [/cita]

Esta dificultad motivó una profunda reflexión en nuestra casa de estudios, en su proyecto de seguir contribuyendo al país.

Hoy una señal clara de ello es la decisión de contratar a un centenar de académicos a jornada completa o similar durante el primer semestre de 2014. Este proceso estratégico comenzó ya con la contratación de académicos investigadores en la Escuela Latonoamericana de Postgrado, unidad que me toca dirigir.

Otra decisión clave es la de constituirse en una universidad privada de manifestación y vocación pública. Este es un cambio central para nuestra casa de estudios y el sistema educativo en general, idealmente.

Es una transformación que implica favorecer el ingreso de estudiantes en desventaja social, impulsar políticas académicas que acompañen esta inclusión, mantener el no al lucro como un principio rector de nuestra universidad, mejorar los estándares de acreditación e impulsar un amplio programa de investigación, entre otros aspectos.

Pero no sólo se trata de cumplir con aspectos académicos administrativos. El valor de nuestro proyecto reside en sus singularidades, en su capacidad de desarrollar iniciativas que son propias de nuestra perspectiva crítica.

Un hermoso ejemplo de ello es la constitución de la Biblioteca Latinoamericana de las Memorias, una iniciativa basada en Internet que albergará miles de archivos secretos de las dictaduras del continente. Es un esfuerzo que permitirá realizar amplias investigaciones a nuestros académicos y a todos los que lo deseen.

Otro ejemplo es la colaboración con universidades y gobiernos del continente. Hoy, de hecho, la mitad de nuestros estudiantes de postgrado son extranjeros. Muchos de ellos académicos de otras universidades de la región.

Durante años, con aciertos y errores, la Universidad de Arte y Ciencias Sociales levantó críticas al modelo neoliberal de desarrollo. Prueba de este esfuerzo es que nuestra institución es la que más propuestas levantó en el país en el seno del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), el principal foro de estas disciplinas en el continente.

Todas estas reflexiones y planteamientos teóricos se hicieron carne a partir de las movilizaciones civiles de 2011.

Hoy nuestro enorme desafío es robustecer nuestra academia –por ejemplo con la contratación de profesores y el financiamiento de investigación propia–, para  involucrarnos activamente en la formulación de propuestas al país, sobrepasando lo meramente comprensivo.

En ese diálogo, bienvenidos Mauro Salazar y Eduardo Sabrovsky, quienes desde ópticas diversas debatieron sobre nuestro proyecto político académico los últimos días.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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