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Mercado y Estado: El caso del terremoto del norte

Cristián Villanueva Acevedo
Por : Cristián Villanueva Acevedo Egresado de Sociología UNAP
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Claus Offe (1994), sociólogo alemán, plantea que identificar los rasgos del Estado capitalista es muy difícil ahí donde es altamente eficiente. Así, se hace virtualmente imposible demostrar de forma empírica la naturaleza clasista del Estado (1), es por ello que plantea que los momentos más apropiados para develar sus características son los momentos de crisis. El reciente terremoto tsunamigénico en el norte de Chile ofrece esta oportunidad.

Ya decretado con celeridad el estado de catástrofe en las regiones afectadas, podemos apreciar ciertos atisbos, muy evidentes, de los mecanismos selectivos del Estado capitalista neoliberal chileno para proteger la economía de mercado, mediante un fortalecimiento sistemático de la institucionalidad que ha velado por élEl eficiente despliegue de las FF.AA. en la zona de catástrofe es un mecanismo selectivo del Estado que comprueba su carácter de clase. Un mecanismo selectivo opera bajo ciertas condiciones ideales (en este caso un estado de excepción desatado por una catástrofe) en las que utiliza su estructura interna para favorecer (al mercado en su conjunto o a determinados grupos) intereses de capital y/o comercial.

Dentro del amplio espectro de mecanismos institucionales del Estado que operan y podrían operar, nos enfocaremos en dos:

1.- En primer lugar, para mantener la apariencia estoica de gobernabilidad de la crisis, muy bien el gobierno podría dejar en manos de las empresas (de retail, por ejemplo) que se verían en riesgo de ser saqueadas, el manejo de sus propios recursos para el resguardo de sus mercancías. Es decir, estas empresas debieran contratar de forma rápida y eficiente mayor contingente de seguridad a las empresas especialistas en el rubro y de esta forma enviar una señal clara de que la crisis está controlada y que el mercado funciona. O en su defecto, enviar personal de la policía o carabineros correspondiente para evitar los tan temidos desórdenes públicos.

Que se entienda claramente: bajo la excusa del resguardo del orden social y seguridad de las personas, el despliegue de las FF.AA. tal como se ha hecho, es expresión de la importancia que tiene para el Estado el resguardo de los intereses de la hegemonía económica imperante, a tal nivel que es el mismo Estado el que debe desembolsar recursos, tanto económicos como humanos para la protección de un determinado grupo de la sociedad; esto evidencia el carácter de clase del Estado capitalista neoliberal chileno.

2.- Una variante, es decir la actitud opuesta a estos mecanismos selectivos (sean positivos, negativos o enmascarantes), sería efectivamente operar con la solidez que requiriere y que ofrece la institucionalidad. Sin embargo, ya decretada la zona de catástrofe, ya decretado el estado de excepción, a ningún funcionario de Estado -de cualquier nivel- se le pasaría jamás por su cabeza (entre el espectro de posibilidades de acción) expropiar la mercadería o los artículos de primera necesidad para abastecer a la ciudadanía. En este sentido, es de esperar entonces que efectivamente se rehabiliten los supermercados, sus estanterías y que los militares en sus puertas cumplan con lo decretado por el gobierno.

Por otro flanco, no menos estratégico, sería evitar categóricamente lo que Naomi Klein (2007), periodista y economista canadiense, llama capitalismo de desastre, a saber: políticas neoliberales, implementadas mediante terapias y/o situaciones de shock social, que desarticulan la resistencia a estas políticas unilaterales (2). La sismicidad de Chile facilita este operar estratégico emanado desde la propia mente de su progenitor, Milton Friedman.

Un estado de excepción como el decreto de estado de catástrofe en las zonas afectadas podría evitar legítimamente este actuar unilateral (parcialmente) y nocivo para cualquier sociedad que se tenga por democrática. Implicaría, por ejemplo, congelar los precios de artículos de necesidad básica, congelar los precios de los pasajes desde y hacia zonas afectadas, facilitar la comunicación de las personas que se encuentran en las áreas afectadas mediante la liberalización del uso de las redes sociales en dispositivos móviles, a lo menos. Estos mecanismos deberían ser parte del accionar de la institucionalidad en casos de catástrofes.

Desde el punto de vista de la gobernanza, la ciudadanía debe estar atenta a estas señales, sobre todo al considerar que junto con la catástrofe viene la reconstrucción y la reapropiación (expropiación) de zonas inundables y la aparición oportuna de las empresas constructoras e inmobiliarias. Los mercaderes del desastre están a la expectativa de lo que pueda ocurrir y donde el peor escenario es el que ofrece la mejor oportunidad.

(1): Offe, C. Las contradicciones del Estado de Bienestar. Alianza Editorial, Madrid, 1994.
(2): Klein, N. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Paidós Ibérica, Barcelona, 2007.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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