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El partido del orden vuelve al Mineduc Opinión

El partido del orden vuelve al Mineduc

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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El diagnóstico era el caos político que se estaba incubando en el gabinete del Mineduc. Haciendo lo que mejor sabe hacer, el partido del orden que late también en la Nueva Mayoría, cooptó el sentido del relato reformista educacional, se alineó estratégicamente con la crítica de la calle e introdujo su propio discurso, sus propios instrumentos y sus propias finalidades.


El arribo del partido del orden al Mineduc es una extraordinaria saga (o sainete) de cómo la Concertación sigue operando hoy en la Nueva Mayoría, y de cómo, de aquí en más, lo seguirá haciendo. La historia es más o menos así.

Quienes se supone iban a interpretar el deseo de la calle con una reforma destinada a recoger el relato profundo de las movilizaciones sociales, terminaron siendo rápidamente desconocidos por el mismo élan vital que ánima el malestar ciudadano ante una innegable educación entregada al capital.

Luego del fallido diseño que incluía a Claudia Peirano –reconocida experta ligada a los sectores más pro mercado de la Concertación– como subsecretaria de la cartera, el ministro Eyzaguirre optó por reforzar una retórica política antilucro, esta vez, de la mano de Revolución Democrática y Educación 2020, lo más chascón que se atrevió a buscar en la Nueva Mayoría que triunfó con Bachelet.

Sin embargo, esa retórica no ha sido acogida con entusiasmo por la calle y la movilización social, después de conocer el contenido de la Reforma Educacional; y no sólo por su disonancia discursiva sino, sobre todo, porque las tesis del reformismo de la Nueva Mayoría, expresadas en los proyectos de ley, apuntan directamente al fortalecimiento de lo privado en detrimento de lo público: nuevamente la Educación Pública tiene que esperar, en el orden de las prioridades, el último número en el checklist de la agenda política.

Comunicacionalmente, la apuesta de La Moneda, al lanzar la Reforma Educacional tres días antes del 21 de mayo, cuando ya se anunciaban movilizaciones estudiantiles, sirvió para ganar tiempo y simpatía ante la opinión pública, apareciendo proactiva y preocupada por darles respuesta a quienes precisamente pensaban usar la calle de nuevo, como instrumento de concientización ciudadana; de ese modo, la Presidenta se blindó otra vez de las críticas directas de las que podía ser objeto. Si el proyecto era malo, ese ya no era problema suyo, sino de Eyzaguirre, Revolución Democrática, Educación 2020, o de quien sea; por último, el perfeccionamiento sería producto del diálogo parlamentario.

[cita]Los elegidos para la intervención fueron cuadros históricos del sector: Jaime Veas (PS; reconocido operador de Escalona en el Mineduc desde los 90), Harold Correa (PPD; hombre fuerte de Sergio Bitar y Rodrigo Peñailillo en las redes del Mineduc), Pedro Montt (DC; ampliamente reconocido como el gestor de la traición a los Pingüinos del primer gobierno de Bachelet y por sus vínculos con la DC más “guatona” o con la UDI tecnocrática de Larroulet).[/cita]

En breve tiempo, el río se revolvió de manera violenta: a la estrategia comunicacional discursiva antimercado de Eyzaguirre y al rechazo de la movilización social a la Reforma, se sumó una ofensiva crítica (muy apoyada por los medios más conservadores) del ala de intelectuales corporativos más influyentes y más próximos al statu quo liberal, representados fundamentalmente por José Joaquín Brunner (PPD) y Mariana Aylwin (DC).

A ellos hubo de agregarse el mantram de siempre de la derecha: ni María José Hoffman (UDI) ni Andrés Allamand (RN) han sido capaces de ir más allá de las típicas frases hechas a favor de la libertad de enseñanza.

Así las cosas, tuvo que venir a dar el golpe de gracia el presidente de la DC Ignacio Walker, quien incendió la pradera. Un verdadero acierto fue la articulación respecto a que el Mineduc se iba a transformar en un “gestor inmobiliario”: golpeó de lleno al corazón más progre de la Reforma (¿qué más neoliberal que ser un gestor inmobiliario?) y dio el aviso de que, si no se le tomaba en cuenta a él y a lo que representa, la coalición corría serio riesgo de debilitarse anticipadamente. Walker matando dos pájaros de un tiro: genio. Luego de ello, tres conspicuos ex ministros DC repasaron a Eyzaguirre: Mariana Aylwin, José Pablo Arellano y Sergio Molina.

¿Cuántos diálogos había ya tenido Eyzaguirre programados en su agenda comunicacional? ¿Estudiantes? ¿Apoderados? ¿Trabajadores de la Educación? ¿Universitarios? Ninguno de ellos verdaderamente relevante. Puro simulacro. Este último, en cambio, sí que había sido un diálogo para él, y de trascendencia: los fácticos de la educación le rayaron la cancha.

Eyzaguirre, debió olfatear el arribo del poder real a su cartera. La salida de madre de Rodrigo Roco –uno de sus asesores jóvenes– en The Clinic contra Ignacio Walker, a estas alturas, era sólo anecdótica, pues Camilo Escalona terminaría por marcar pauta, en Radio Cooperativa, el día lunes posterior a los dichos del presidente de la DC en El Mercurio del weekend, de lo que sería el “nuevo” Mineduc de Bachelet. El que siempre debió ser y el que, en rigor, siempre ha sido.

Dijo Escalona en su pétreo estilo: “Hay cosas que no se han presentado bien, lamentablemente, porque no se termina el copago, lo reemplaza el Estado: va a ser el fisco el que va a pagar el financiamiento compartido en reemplazo de los apoderados; entonces, con razón se genera una preocupación en diferentes representantes sociales porque dicen: mire, usted va a normalizar la situación particular subvencionada, pero no está normalizando al mismo tiempo la situación de la educación pública”.

Y remata en su ya característico manierismo discursivo para enviar mensajes a La Moneda: “Me formé una opinión: falta algo ahí (en los proyectos del ministro Eyzaguirre), falta un plan de fortalecimiento de la educación pública”.

En términos concretos y simbólicos el partido del orden asumiría el control y monitoreo de Eyzaguirre y su tropa hipster de asesores buena onda.

El diagnóstico era el caos político que se estaba incubando en el gabinete del Mineduc. Haciendo lo que mejor sabe hacer, el partido del orden que late también en la Nueva Mayoría, cooptó el sentido del relato reformista educacional, se alineó estratégicamente con la crítica de la calle e introdujo su propio discurso, sus propios instrumentos y sus propias finalidades.

Los elegidos para la intervención fueron cuadros históricos del sector: Jaime Veas (PS; reconocido operador de Escalona en el Mineduc desde los 90), Harold Correa (PPDhombre fuerte de Sergio Bitar y Rodrigo Peñailillo en las redes del Mineduc), Pedro Montt (DC; ampliamente reconocido como el gestor de la traición a los Pingüinos del primer gobierno de Bachelet y por sus vínculos con la DC más “guatona” o con la UDI tecnocrática de Larroulet). El Partido Comunista entra al juego con Juan Andrés Lagos (pese a sus conflictos por la Universidad Arcis). Todos ellos son los encargados de controlar, monitorear y diseñar lo que en este Ministerio está por venir. En las sombras, si se quiere, dejándole todas o parte de las cámaras a RD y Educación 2020.

Mario Waisbluth, que los conoce, olió de lejos la sangre de esta operación. Como el animal político que es, salió a desmarcarse rápidamente y a tratar de salvar lo que quede de Educación 2020. Dijo sobre la Reforma y sus errores: «No le pongo un cero, le pongo un menos 2». Soldado que se arrepiente, sirve para la próxima batalla (aunque el chivo expiatorio sea la propia subsecretaria).

La operación fue limpia (Mundial mediante), pues los deja ad portas de influir en lo más duro que se viene: la reforma de la Educación Superior, donde hay huesos duros de roer.

¿Lo que sigue? Ya lo anunció hace rato el mismo Escalona y lo anunciará hoy la Presidenta Bachelet. En palabras de Escalona: “Hay que tomar un conjunto de medidas, pronta, ya, para fortalecer la educación pública… así como se les va a colocar millones de dólares a los colegios particulares subvencionados, también se les tiene que colocar millones de dólares a los colegios públicos: hay la necesidad de equilibrar el proceso con un conjunto de medidas que permitan fortalecer la educación pública”. ¿No es lo que está recién hoy anunciando Michelle Bachelet?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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