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Chile y Brasil, en busca de nuevos espacios de encuentro

Jaime Gazmuri
Por : Jaime Gazmuri Ex senador del PS. Director de la Fundación Felipe Herrera.
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Particular importancia damos al área de la educación, la ciencia y la tecnología, la cultura, la energía y la concreción de los proyectos de interconexión física entre el Atlántico y el Pacífico. Los procesos de integración serán sólidos en la medida en que se multipliquen los contactos y las relaciones entre las personas y las instituciones de la sociedad política y civil. El fomento del turismo en todos los niveles contribuye poderosamente a este propósito.


Apenas asumió el gobierno de Chile, en marzo pasado, la Presidenta Michelle Bachelet definió que un objetivo prioritario de su política exterior es desarrollar una presencia más activa en América Latina, y en particular en  América del Sur. Y así lo demostró al hacer sus primeras visitas oficiales a Argentina y Brasil.

Chile es un país que ha logrado articular, desde el retorno a la democracia, en 1989, mecanismos de interacción bastante fluidos y de cooperación con los principales actores – económicos y políticos– del sistema internacional.

Sin embargo, el desarrollo sustentable del país exige una sólida inserción de Chile en su espacio geográfico natural, que es el Cono Sur de América Latina. Por ello, la relación con Brasil, un país determinante a nivel regional y que se proyecta como un actor global, adquiere una  importancia estratégica.

Las relaciones económicas son, desde 1990 hasta hoy, muy significativas para ambos países. Baste decir que Brasil es el principal destino de las inversiones chilenas en el exterior, con un stock acumulado de US$ 24,6 billones.

Chile y Brasil son, por otra parte, modelos exitosos de democracias que han ampliado sus bases de sustentación al encarar políticas sociales que tienen como fin mejorar la inclusión social y corregir las desigualdades que nos impiden  avanzar sólidamente hacia el desarrollo.

[cita]Particular importancia damos al área de la educación, la ciencia y la tecnología, la cultura, la energía y la concreción de los proyectos de interconexión física entre el Atlántico y el Pacífico. Los procesos de integración serán sólidos en la medida en que se multipliquen los contactos y las relaciones entre las personas y las instituciones de la sociedad política y civil. El fomento del turismo en todos los niveles contribuye poderosamente a este propósito.[/cita]

En el plano de la política externa, nuestros caminos son, asimismo, convergentes. Coincidimos en fortalecer los procesos de integración y diálogo político a través de UNASUR y de CELAC, y sostenemos posiciones comunes en un amplio espectro de temas de la agenda multilateral.

Estamos convencidos de que la presencia de Chile en la Alianza del Pacífico debe servir también para favorecer la integración con los países del Atlántico. Nos proponemos constituirnos en puente y puerto entre las grandes economías sudamericanas del Atlántico y las del Asia Pacífico. Nos resistimos con fuerza, a la idea –o, mejor dicho, a la caricatura– de un hemisferio dividido entre un Pacífico libremercadista y un Atlántico proteccionista y estatista.

Para Chile, es absolutamente claro que la única posibilidad de que América Latina tenga incidencia en la configuración del nuevo orden global y pueda, en conjunto como región, impulsar temas comunes referidos a la gobernanza mundial, la seguridad colectiva o el cambio climático, depende de la capacidad de hacernos oír con una voz potente y única.

Sobre la base de nuestras convergencias en política internacional, nos proponemos darle mayor densidad a la relación bilateral entre Brasil y Chile, fortaleciendo las áreas en las que la relación es robusta, como la económica, la de seguridad y defensa y la colaboración antártica; y abriendo nuevos campos de colaboración e intercambio.

Particular importancia damos al área de la educación, la ciencia y la tecnología, la cultura, la energía y la concreción de los proyectos de interconexión física entre el Atlántico y el Pacífico. Los procesos de integración serán sólidos en la medida en que se multipliquen los contactos y las relaciones entre las personas y las instituciones de la sociedad política y civil. El fomento del turismo en todos los niveles contribuye poderosamente a este propósito.

El Gobierno de la Presidenta Bachelet está fuertemente comprometido con un programa de reformas –tributaria, educacional y política– que apuntan a enfrentar la desigualdades sociales, ampliar las libertades y fortalecer la democracia. En las últimas dos décadas y media, Chile ha realizado enormes progresos en la disminución de la pobreza y en la consolidación de una economía sana y dinámica, pero enfrenta el gran desafío de romper las desigualdades que se expresan en todos los planos de la vida social.

Un desafío que, sin duda, es muy parecido a los retos que enfrenta hoy Brasil. Y que hará posible que nos sigamos reencontrando para pasar de la “amistad sin fronteras”, de la que hablaba el Barón de Río Branco a comienzos del siglo XX , a la construcción de nuevas fronteras –entendidas no como límites y sí como espacios de encuentro– que nos permitan intensificar una estrecha y profunda relación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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