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Aborto: un debate que no se abre

Claudia Dides
Por : Claudia Dides Vocera de Miles Chile
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No es posible seguir esperando, no sabemos cuántos casos más hay hoy día. En el caso de violaciones solo tenemos el dato de que en Chile existen 17 denuncias de violación diariamente, entre las cuales lo más probable es que no estén nuestras niñas, que supuestamente están creciendo en una “familia” que las acoge y cuida.


Han pasado cuatro meses desde el anuncio de la Presidenta Bachelet respecto al envío del proyecto ley de aborto por tres causales. El tiempo pasa y en Chile se han seguido vulnerando los derechos de las mujeres, las adolescentes y las niñas. Esta situación es imperdonable, en pleno siglo XXI, en un país que se dice ser moderno y democrático.

Según el sondeo de Adimark del mes de junio, el 70% de la población chilena está de acuerdo con las tres causales, siendo una de las “reformas” con mayor aceptación. La última encuesta del CEP plantea datos similares. A pesar de estas cifras que dan cuenta de un gran apoyo ciudadano –así se lo quisieran otras reformas–, el gobierno no ha dado ninguna señal, y tampoco ha proporcionado indicios de convocar a la Sociedad Civil para abrir un diálogo participativo y vinculante. Recordemos que fue la Sociedad Civil la que ingresó los proyectos de ley sobre el tema con el apoyo de parlamentarios durante el 2013, y quien además ha luchado históricamente por la despenalización del aborto a través de distintos movimientos y organizaciones.

[cita]No es posible seguir esperando, no sabemos cuántos casos más hay hoy día. En el caso de violaciones solo tenemos el dato de que en Chile existen 17 denuncias de violación diariamente, entre las cuales lo más probable es que no estén nuestras niñas, que supuestamente están creciendo en una “familia” que las acoge y cuida.[/cita]

Lamentamos este silencio, puesto que en los últimos meses hemos asistido a varias situaciones complejas, tristes y que vulneran todos los derechos de mujeres, niñas y adolescentes. Dos adolescentes de 16 años, una en la Región Metropolitana y otra en Victoria, han llegado con un aborto inducido, con hemorragias graves afectando no solo su salud física sino también su salud psíquica, su rendimiento escolar y proyecto de vida. Ambas adolescentes fueron denunciadas. Por otra parte, una niña de 11 años en la ciudad de Los Lagos fue violada por su padrastro y ha sido obligada a seguir con su embarazo, puesto que en Chile se restringe la libertad de decidir informadamente. Se suma el caso de una mujer de 33 años, con un feto inviable con múltiples malformaciones y que pidió un aborto terapéutico por razones de inviabilidad fetal en Valparaíso, esta petición fue negada, su feto murió a las 33 semanas del embarazo.

Los detalles de cada una de estas historias de mujeres son penosas e indignantes a la vez, puesto que vuelven a plantear en qué tipo de país vivimos, donde no se respetan los derechos humanos de las mujeres. Como Corporación Miles hemos apoyado algunos de estos casos y seguiremos haciéndolo. Estas situaciones solo se sintetizan en una frase: el Estado de Chile una vez más ha vulnerado un derecho básico de las ciudadanas: el derecho a elegir.

En este sentido, hemos repetido tantas veces que la penalización sin excepciones de la interrupción del embarazo constituye un incumplimiento a la obligación que el Estado chileno ha adquirido en materia de derechos humanos de las mujeres. Seguimos siendo uno de los seis países que tiene penalizado el aborto en toda circunstancia en el mundo. En este contexto, los convenios que nuestro país ha firmado y ratificado son letra muerta, cada vez que una mujer o una niña se enfrentan a situaciones de violencia. Tal como señalé en otra columna durante el 2013, la colonización de los cuerpos continúa tanto para mujeres como hombres de todas las edades en una sociedad patriarcal y neoliberal, y tiene un efecto e impacto en lo psíquico, físico y económico. En el caso de las mujeres el cuerpo sigue siendo doblemente colonizado, debido a la sobrevalorización como un ente reproductor como único valor.

El silencio cómplice de una sociedad contribuye a que la violencia contra las mujeres y niñas se perpetúe. No queremos una mujer, una adolescente, ni una niña muerta, porque entendemos que la sociedad no necesita dramas ni tragedias para comprender que es necesario legislar.

No es posible seguir esperando, no sabemos cuántos casos más hay hoy día. En el caso de violaciones solo tenemos el dato de que en Chile existen 17 denuncias de violación diariamente, entre las cuales lo más probable es que no estén nuestras niñas, que supuestamente están creciendo en una “familia” que las acoge y cuida.

Si el miedo invade la agenda de los políticos y no son capaces de enfrentarse al mundo conservador, entonces a este país le faltan políticos/as con agallas, porque mientras los tecnócratas y operadores sacan las cuentas, y aunque la ciudadanía este de acuerdo con los cambios referidos a sus Derechos Sexuales y Reproductivos, en Chile, las ciudadanas no tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y su proyecto de vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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