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Senadis: la barrera institucional de la inclusión en Chile

La inclusión no es una cuestión netamente de recursos, va mucho más allá; saber hacer, saber escuchar, canalizar e interiorizar las críticas no como algo personal, sino como una puerta abierta hacia los cambios, la oportunidad de un hacer juntos, no un hacer desde lo que se cree que necesitamos, el respeto por la persona. Esto le ha faltado a este Servicio, el respeto por la persona, más allá de la discapacidad.


Entre el discurso, la política pública y la realidad concreta de las personas en situación de discapacidad estamos frente a una tremenda contradicción y violencia institucional, donde a diario se violan derechos humanos, poniendo a quienes vivimos una discapacidad en un estado de vulnerabilidad en todas las dimensiones de lo que podemos llamar discriminación y exclusión social. El descontento de las personas en situación de discapacidad ha ido incrementándose, pero esta insatisfacción sigue en la invisibilidad. Se han creado leyes e innumerables tratados y una Convención en pro de la igualdad de oportunidades que en el fondo se traducen en una gran burla, ya que en rigor nada de esto se cumple. La inclusión se ha delegado a instituciones que más que propiciar un cambio y establecer herramientas para la no discriminación han fundado barreras que dificultan y obstaculizan de manera coercitiva la transversalidad, validación y reconocimiento de la discapacidad. El Servicio Nacional de la Discapacidad es un gran ejemplo de ello, donde no hay lineamientos de Trabajo claros en cuanto a su operatividad, dónde la excusa de la ineficiente son los recursos económicos y la nula potestad que tienen sobre las demás instituciones. Claramente el Senadis es apenas la cara visible de la violencia a nivel de país hacia las personas en situación de discapacidad, donde se permite instrumentalizar el concepto discapacidad y a la persona para la justificación de recursos y leyes que solo han sido creados para el papel.

[cita]La inclusión no es una cuestión netamente de recursos, va mucho más allá; saber hacer, saber escuchar, canalizar e interiorizar las críticas no como algo personal, sino como una puerta abierta hacia los cambios, la oportunidad de un hacer juntos, no un hacer desde lo que se cree que necesitamos, el respeto por la persona. Esto le ha faltado a este Servicio, el respeto por la persona, más allá de la discapacidad.[/cita]

La inclusión no es una cuestión netamente de recursos, va mucho más allá; saber hacer, saber escuchar, canalizar e interiorizar las críticas no como algo personal, sino como una puerta abierta hacia los cambios, la oportunidad de un hacer juntos, no un hacer desde lo que se cree que necesitamos, el respeto por la persona. Esto le ha faltado a este Servicio, el respeto por la persona, más allá de la discapacidad.

Dentro del mundo de la discapacidad el concepto de inclusión no es aceptado, ya que se argumenta que no tienen por qué incluirnos, si nosotros somos parte de la sociedad, si bien es cierto que las personas en situación de discapacidad somos parte de la población y no un grupo separado, yo soy una de las que discrepó con esto, somos la parte excluida de la población, de las políticas públicas, segregados del desarrollo social, discriminados en nuestros derechos. Un ejemplo de esto es que estamos ad portas de una nueva campaña Teletón, donde se supone todos son un solo corazón y se llora en masa por las historias de vida de los “discapacitados”, instrumentalizando el concepto discapacidad como medio de lastima para obtener recursos, para miles de niños y jóvenes que requieren rehabilitación, una rehabilitación que según la Ley 20.422 es tarea del Estado proporcionar. Y, ojo, que no estoy cuestionando el valiosísimo rol den Instituto de Rehabilitación Teletón, sino la forma y el contexto en que se lleva a cabo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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