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Profesores: entre las pugnas de poder y el oportunismo

Carlos Vásquez Órdenes
Por : Carlos Vásquez Órdenes Magister en Educación (Universidad de Chile). Ex Dirigente Nacional Colegio de Profesores
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Ahora le toca el turno a Jaime Gajardo, quien con profunda inocencia y para festín de quienes quieren reemplazarlo con la ilusión de revivir un Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) en un gremio absolutamente profesionalizante, somete a votación demandas económicas que en treinta y cinco años no han tenido soluciones satisfactorias para el profesorado y que, junto con la deuda histórica, se tornan impagables porque siempre la propuesta compensatoria será insuficiente y los afectados, que en cada negociación son menos, siempre rechazarán una solución parcial.


Si existe un sector social que pese a la atomización del sistema educativo ha sido capaz de levantar una plataforma de lucha permanente, este es el profesorado y ello, principalmente, porque ha podido mantener un instrumento organizativo de carácter gremial en sus orígenes, pero con perspectiva sindical en su accionar de lucha.

La reciente consulta nacional en que los sufragantes optaron por rechazar la propuesta de la comisión negociadora ha tenido una serie de lecturas interesadas, pero ninguna de ellas apunta a lo esencial que es la elevada vocación democrática de sus dirigentes, aun cuando ello signifique la inmolación político-gremial, como sucedió con Osvaldo Verdugo y Jorge Pavez. Con el primero me cupo el honor de levantar el Estatuto Docente en 1991, cuando la precariedad en el sistema de contratación y remuneraciones sí que bordeaba la indignidad y al segundo lo vimos trabajar con convicción y lucidez por un sistema de evaluación docente formativa, no punitiva para fortalecer la perspectiva profesional de los docentes.

Ahora le toca el turno a Jaime Gajardo, quien con profunda inocencia y para festín de quienes quieren reemplazarlo con la ilusión de revivir un Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) en un gremio absolutamente profesionalizante, somete a votación demandas económicas que en treinta y cinco años no han tenido soluciones satisfactorias para el profesorado y que, junto con la deuda histórica, se tornan impagables porque siempre la propuesta compensatoria será insuficiente y los afectados, que en cada negociación son menos, siempre rechazarán una solución parcial.

[cita]Ahora le toca el turno a Jaime Gajardo, quien con profunda inocencia y para festín de quienes quieren reemplazarlo con la ilusión de revivir un Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) en un gremio absolutamente profesionalizante, somete a votación demandas económicas que en treinta y cinco años no han tenido soluciones satisfactorias para el profesorado y que, junto con la deuda histórica, se tornan impagables porque siempre la propuesta compensatoria será insuficiente y los afectados, que en cada negociación son menos, siempre rechazarán una solución parcial.[/cita]

Sin embargo, su fortaleza reside en colocar al gremio docente como un actor principal en el proceso de Reforma Educacional que se está llevando a cabo, con resistencias que, lejos de provenir del profesorado, representan los intereses de quienes por décadas han lucrado con los recursos públicos asignados a educación. En ese contexto, donde los aspectos principales del fenómeno son el fin al lucro, erradicar la discriminación y terminar con el copago, resulta disonante haber intercalado una negociación en competencia con las necesidades y carencias de nuestro pueblo por una educación gratuita y de calidad.

Pero los dirigentes pasan, las directivas se renuevan y la organización gremial, instrumento clave para seguir avanzando en sus reivindicaciones, debe redefinir su estrategia para enfrentar al divisionismo y el debilitamiento de un Colegio de Profesores al que ya desde el oficialismo están pretendiendo descartar como interlocutor. Cometería grave error el gobierno si resuelve negociar con las bases en sí, buscando artificiosamente interlocutores regionales, idea ni siquiera concebida por José Piñera en su plan laboral y que no considera la fuerte influencia de los sostenedores sobre los profesores más dispersos, con menor cultura política y que trabajan en el sector subvencionado.

Cabe señalar que el mayor problema para esta directiva y las que vienen es la baja representatividad, aun cuando el resultado de sus negociaciones favorece a todos, estén o no afiliados al Colegio. Baste recordar que los profesores subvencionados en 1990, por una jornada de 45 horas, ganaban un ingreso mínimo y ello fue resuelto por el Estatuto Docente, disminuyendo la mejora económica del profesorado municipal, solidaridad gremial transferida gratuitamente, en cuanto no ha sido retribuida con una adhesión masiva a la orden gremial. De este modo, se explica que en esta consulta nacional haya participado solo un tercio de los docentes del país.

Desde fuera, pero con cariño, solo enunciar un llamado de unidad y templanza a la dirigencia, que en concreto se exprese ampliando la representación política de la comisión negociadora sin perder la perspectiva de una carrera docente, abriendo con las bases un horizonte de acuerdo y reeducándolas para que entiendan que apostar al todo o nada trae como consecuencia que algunos celebren como triunfo un impecable autogol.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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