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Voto chileno en el exterior y desafíos para las políticas públicas nacionales

Otro gran desafío del país será reorientar el rol del Ministerio de Relaciones Exteriores, no sólo en el ámbito de implementación de voto exterior, sino que en la creación de una nueva política pública que recoja las demandas de estos “nuevos votantes”, fortaleciendo la institucionalidad gubernamental y su propio trabajo en terreno, además de facilitar la incorporación de la comunidad exterior a los Consejos de la Sociedad Civil.


Entre el 01 y el 03 de octubre de 2014 se realizó en Santiago de Chile el Primer Encuentro de Chilenas y Chilenos del Exterior donde representantes de alrededor de noventa organizaciones chilenas residentes en el extranjero se congregaron en el ex Congreso Nacional. Este encuentro se suma a otros que diversas comunidades chilenas en el exterior han estado organizando en sus ciudades y regiones de residencia. Del mismo modo, el Gobierno de Chile ha realizado durante el año en curso Diálogos Participativos con estas comunidades, especialmente en Argentina, donde reside la mayor cantidad de compatriotas fuera del país.

Muchas personas se preguntarán por qué las chilenas y chilenos residentes en el extranjero continúan deliberando con tanta fuerza sobre el tema del voto exterior. Si se promulgó en el 2014 la Reforma Constitucional que explicitó en el mismo texto constitucional el derecho a voto en el extranjero (en elecciones presidenciales, primarias y plebiscitos nacionales), muchos pensarán que nuestros compatriotas en el exterior “ya pueden votar”. Pero eso es parcialmente cierto. Efectivamente, hubo una Reforma en la Constitución, la cual consagra el derecho a voto de los chilenos residentes en el exterior, la que desde un punto de vista práctico no era necesaria, puesto que sólo bastaba una reforma legal.

[cita]Otro gran desafío del país será reorientar el rol del Ministerio de Relaciones Exteriores, no sólo en el ámbito de implementación de voto exterior, sino que en la creación de una nueva política pública que recoja las demandas de estos “nuevos votantes”, fortaleciendo la institucionalidad gubernamental y su propio trabajo en terreno, además de facilitar la incorporación de la comunidad exterior a los Consejos de la Sociedad Civil.[/cita]

Aún no existe la ley (orgánica constitucional) que implemente dicho derecho a voto de los chilenos en el extranjero. Mientras esta ley no sea despachada al Parlamento y sea aprobada, no podremos ver en los titulares de la prensa que los “chilenos en el extranjero pueden votar”. Por tanto, lejos de dormirse en los laureles, es conveniente pensar que la etapa en la que nos encontramos es la más importante del largo proceso de consagración del legítimo derecho a voto de los chilenos en el exterior. Una razón que lo avala es que la apertura al debate acerca de cómo votarán los chilenos en el exterior ha reforzado la necesidad de la urgente modernización de nuestro sistema electoral. Muchos piensan que la “seguridad del voto” pasa por seguir teniendo el mismo sistema electoral tradicional de registro y voto con papel y lápiz, en donde las ciudananas y ciudadanos dispongan de un día para poder expresar sus preferencias. Sin embargo, los enfermos con dificultad de desplazamiento, las personas no condenadas a pena aflictiva, trabajadores en faenas mineras o con actividades laborales lejos de sus lugares de residencia, los chilenos que están de viaje dentro o fuera del país, entre otros casos, no pueden en la actualidd hacer efectivo su legítimo derecho a voto. Cómo se diría “en buen chileno”, si no estás el día de la elección en tu local de votación, “pasó la vieja”.

Desde esta perspectiva, constituye un error entender la implementación del voto chileno exterior como una política aislada. Al contrario, la clave de la modernización del sistema electoral chileno es avanzar, considerando las situaciones de votación de todos los ciudadanos, especialmente la de aquellos que por diversas razones no pueden votar (entre ellos, los chilenos en el exterior). La evidencia es contundente en señalar cómo en el actual sistema electoral con inscripción automática, voto voluntario y sufragio en local de votación (con lápiz y papeleta tradicional), la participación ciudadana ha descendido a niveles más que preocupantes.

Se ha enfatizado el voto electrónico presencial como una alternativa para el voto chileno en el exterior. En este punto, es importante aclarar que es reduccionista ver dicha alternativa como exclusiva para aquellos compatriotas que residen en el extranjero, excluyendo a los que viven en el territorio nacional. Por el contario, la campaña “Haz tu Voto Volar” aboga y promueve que cualquier tipo de modernización e incorporación de nuevas formas de sufragio debe facilitar el acto de votar a todos los chilenos, independientemente de su lugar de residencia. Con la tecnología y su accesibilidad, se apuesta por introducir o, por lo menos, debatir la incorporación del voto postal y del voto electrónico presencial como alternativas complementarias al sistema tradicional. Cabe advertir que la segunda posibilidad se concretaría en lugares establecidos –urnas fijas o itinerantes– que puedan facilitar el voto ejercido de manera digital.

Resulta preocupante que, frente a la propuesta de incorporar la alternativa del voto electrónico presencial en la agenda política, las respuestas inmediatas más comunes son que es “poco seguro” y “poco confiable”. Resulta curiosa esta apreciación porque lo mismo valdría para su utilización en el sistema financiero, donde ya se avanza en la posibilidad de que las transacciones puedan realizarse a través de los propios teléfonos. Por otro lado, hace ya un tiempo considerable que la declaración de impuestos, las transacciones bancarias y muchas de nuestras compras y ventas en internet se realizan de esa forma. Miles de cajeros automáticos se encuentran diseminados por todo el radio urbano en las ciudades y hasta en los lugares más insólitos. Por ello, no se entiende la objeción al uso de la tecnología como sistema de votación mientras es usada como medio seguro y eficaz en el sistema económico. ¿Por qué podría ser más seguro realizar una transacción electrónica que expresar una preferencia en una elección a través computadores o centrales informáticas de votación? ¿Por qué la tecnología en el sistema financiero es considerada segura, permiténdonos usar nuestras tarjetas de crédito en cualquier parte del mundo, pero es insegura si la utilizamos para facilitar la participación ciudadana, independiente del lugar donde se encuentren los electores? Dicha posición es inconsistente ya que, por un lado, se promueve el uso de las tecnologías para incentivar el consumo y, por otro, se cuestiona el uso de las tecnologías cuando tienen como objetivo facilitar y convocar a la participación ciudadana.

Otro gran desafío del país será reorientar el rol del Ministerio de Relaciones Exteriores, no sólo en el ámbito de implementación de voto exterior, sino que en la creación de una nueva política pública que recoga las demandas de estos “nuevos votantes”, fortaleciendo la institucionalidad gubernamental y su propio trabajo en terreno, además de facilitar la incoporación de la comunidad exterior a los Consejos de la Sociedad Civil.

Finalmente, queda aún un desafío mayor: que la comunidad chilena en el exterior cuente con su propia representación parlamentaria. Si bien es cierto que los parlamentarios se eligen en un distrito o circunscripción, ellos no legislan sólo para los ciudadanos que residen en sus distritos o circunscripciones, sino que lo hacen para todas las chilenas y chilenos, independientemente de que se encuentren dentro o fuera del territorio nacional. Es por ello que es fundamental que los chilenos que están en el exterior sean representados en el Parlamento. La reciente Reforma Constitucional, al dejar fuera las elecciones parlamentarias en el mismo texto constitucional, excluyó la voz legislativa de casi 800.000 chilenos. Esa cantidad es similar a la población de la Región de Los Lagos (798.141) o la población de la Región de O’Higgins (877.784) que cuentan con 2 senadores y 8 diputados. ¿Quién representa a los 800.000 chilenos que están fuera del país? Hoy se debate un cambio al sistema binominal y aumentar el número de diputados y senadores. Esta sería también una oportunidad histórica para poder dar escaños en el Parlamento a los chilenos en el exterior. Frente a ello, son muchas las reticencias. Históricamente, la participación y la representatividad han sido unos de los aspectos más débiles de la democracia chilena. Por eso, el desafío es de envergadura: que se establezca en la Constitución la representatividad parlamentaria que, desde el exterior, legítimamente nos corresponde y para ello la campaña “Haz tu Voto Volar” seguirá trabajando activamente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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