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Doble estándar al cubo: partidos y precampaña(s)

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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«Como ovejas silentes al matadero van caminando mansas frente a quienes las trasquilan». Como el Salmo se cumplirá la tragedia griega de Martelli-Peñailillo como símbolos de las anomalías de las precampañas, el murmullo de voces que se cuela con olor a crimen por las puertas del poder y su fetidez enrarecen aún más la capa invernal de la metrópolis ahogada en sus excesos. Los partidos regionales que quieren nacer ya están en la guillotina de los partidos grandes que preparan leyes fast track, relámpagos como su voracidad, para pedirles lo que ellos no quieren cumplir: lograr persuadir a ciudadanos libres a que vayan a una notaría ex profeso a adherir a una declaración de principios y unos estatutos.

La supina materialización del doble estándar chileno, el arreglo de las bisagras del orden, a menos que la Judicatura haga justicia, haga florecer y motive los cambios. La calle y la firmeza de los jueces han transformado lo que las oligarquías partidarias niegan, desde Nápoles (contra la mafia y el «penta partido» de allá), Colombia (meter presos a los paramilitares)  a Chile, cuando Aránguiz –no sin excesos– permitió con sus «cuadernos» de investigación llegar a develar el MOP-Gate y la cooptación de dicho ministerio por las empresas que debía fiscalizar.

¿Dónde está la Fiscalía? ¿Por qué se ciñe a una precampaña si han salido datos concluyentes de (casi) todas? Allí está Piñera financiando sus precampañas con cientos de millones que luego RN le devuelve con donaciones de empresas ligadas; allí está el yerno del terror sembrando su consorcio del salitre dejando las piedras de Atacama  petrificadas de impunidad. Por doquier se cruzan las firmas falsas, los pseudoinformes, los que se sorprenden desde el cinismo, los que pedían y ahora desconocen.

Me conmueve el caso Martelli y Peñailillo. Son huérfanos, dos hijos «huachos», sin padre ni madre, sin hermanos, casi sin amigos. ¿Dónde están?

Es  más digno, a la vieja usanza, que se diga la verdad, se pida perdón, se pague lo evadido y  mal habido, se despejen las contraprestaciones de los informes inexistentes, se acepte una justicia pareja, aquella que no duele, por ser justa. No es el empate de la impunidad que aboga la UDI, es el clamor por «reconocer» frente a la negación que es (im)posible a la historia, aunque se pretenda tapar el sol con un dedo.

No sé por qué no se pidió apoyo a los partidos de la Nueva Mayoría, ni se usaron sus fundaciones (Igualdad, ICAL, CED, Fundación Frei, Por la Democracia), las sedes políticas, la Fundación de la propia Presidenta.

[cita]Verdad y coherencia, el imperativo en esta hora difícil en que la única forma de recuperar la confianza es salir desnudos bajo la luna creciente, hacer penitencia en el frío para que llueva y una diluvio lave la suciedad acumulada en el cinismo y el doble estándar. Y entonces, en cuarenta días o antes de primavera, se haga verdad y castigo, aunque duela y los editoriales de siempre rasguen vestiduras en favor del orden del cementerio.[/cita]

Parece evidente que su afán, fundado o no, de ser figura reformista «autónoma» en medio de una nueva coalición haciéndose a tiranteces (PC-DC) y a negativas (el discurso oficial PS contra la nueva Constitución), llevó al camino de la soledad, donde la voracidad de los lobbistas y empresas «visionarias» no requirió mucho esfuerzo recaudatorio. Todos fueron a los comités, las esperas, las atestadas comisiones programáticas, pidieron audiencias y bebieron café, llevaron delegaciones de Copiapó a Maipú, de Rengo a Concepción. Está todo –al parecer– documentado, con una meticulosidad pasmosa. Ningún hijo ni pareja de Martelli-Peñailillo en el payroll. Impecabilidad. Podemos suponer lo mismo de la campaña de primarias de Velasco, de Orrego, de Gómez. Suponemos que ME-O y Longueira/Matthei, como Frei/Piñera el 2009, bajo el sistema sin financiamiento público ni obligación de gastos a rendir por «techos» inexistentes (sí operacionables en período oficial de campaña), gastaron de lo propio y de lo ajeno generosamente ofertado por los consorcios en el sistema made in CEP.

La justicia debe ir al fondo, tener la mirada integral y juzgar no por goteo. Es grotesco pensar que el 30 de junio o en cualquier fecha temprana, como los casos también de algunos parlamentarios derechistas, se vean ahora, sin agotar las pistas, hilos de la historia, «cuadernos complementarios» que son evidentes.  La justicia requiere celeridad, pero no montaje. En lo complejo e integral de un caso de perogrullo como este de las precampañas, debe ser firme, completa y certera, sin chivos expiatorios, ni niños símbolos para calmar el circo romano. La obviedad y notoriedad de las tramas debe aclararse y entonces juzgar. Basta apretar algunos teclados, cruzar datos y llamar a 17 gerentes y siete «brazos derechos». Habrá de todo y deberán hacerse clasificaciones. Ese trabajo es mucho más meritorio que elegir una presa en una temporada de caza acotada.

La misma Judicatura, en su acepción amplia –del Servel al Tribunal Constitucional–, debe detener también el doble estándar de los partidos grandes con los pequeños regionales que quieren nacer. Los «grandes» pidieron el voto de los independientes para cambiar el binominal y ahora les quieren elevar las exigencias para formarse con una ley rápida, dejarlos fuera del financiamiento electoral  y ellos –de los cuales ninguno pasa el test de la blancura en sus registros, como confesó Eduardo Engel– se resisten a la promesa de reinscripción para depurar y emancipar a los «falsos militantes», vendidos por mafias de registros, engañados con falsas campañas filantrópicas, obligados a firmar para que el senador jodido no los saque de los listados de subsidios habitacionales o la posibilidad de que la parentela acceda a los cargos públicos.

Sé del esfuerzo titánico del Partido Mapuche Wallmapuwen de juntar las firmas para iniciar su proceso, de los costos de notarios que no trepidan, de los viajes a Santiago porque los trámites «deben» hacerse en la «capital», y los del «territorio» deben volver a desentrañar las normas llenas de plazos poco amables para la «indómita provincia nunca sometida». Si a los partidos que están en formación se los quiere joder el duopolio, la Justicia debiera preparar sus sentencias reparatorias en favor de recursos de amparo.

Verdad y coherencia, el imperativo en esta hora difícil en que la única forma de recuperar la confianza es salir desnudos bajo la luna creciente, hacer penitencia en el frío para que llueva y una diluvio lave la suciedad acumulada en el cinismo y el doble estándar. Y entonces, en cuarenta días o antes de primavera, se haga verdad y castigo, aunque duela y los editoriales de siempre rasguen vestiduras en favor del orden del cementerio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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