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Gratuidad educacional: de la promesa al mito

Por: Germán Gómez Veas, académico y consultor en materias de liderazgo y gestión educacional


Señor Director:

La promesa de educación superior gratuita ha sido para una gran mayoría, la reforma social más profunda que se ha planteado para el desarrollo de nuestro país. Pero al mismo tiempo, es necesario advertir que nunca se había visto una política pública tan precipitada, improvisada y que para muchos ciudadanos, está dejando una importante sensación de ser desigual.

Lo cierto es que la estrategia asumida por la actual administración para concretar la implantación de la gratuidad en el sistema de educación superior ha sido una receta que sólo ha provocado confusión, controversia, ansiedad, desazón, y enojo. De cierta forma, lo que está subsistiendo son inquietantes preguntas. ¿Puede mejorarse el rumbo de esta reforma sin que exista un liderazgo que movilice a los actores en torno a metas y procedimientos arduos y complejos, pero al mismo tiempo respetados y apreciados?, ¿desde cuándo podrán las familias tener esperanzas de que sus hijos estudiarán gratis una carrera técnica o profesional donde ellos estimen adecuado?, ¿serán las familias que no tendrán derecho a la gratuidad los que financiarán la gratuidad de quienes sí serán beneficiados?, ¿cómo compensarán las instituciones los efectos de largo plazo de la gratuidad?, ¿hasta cuándo seremos testigos de esta travesía guiada por una brújula desalineada?

En mi opinión, la promesa de gratuidad se está transformando en mito.

Tal como define el concepto la Real Academia Española, mito es un relato maravilloso que logra situarse fuera del tiempo histórico. Creo que en este caso no cabe una mejor correspondencia con lo que estamos viendo.

Pero a propósito de esta definición, conviene tener presente tres características de los mitos. En primer lugar, en contraste con el relato racional, los mitos se asientan como una narración fantástica, sorprendente, fascinante, funesta o sublime, a la que sólo se puede referir como un eslabón perdido en una larga tradición.

En segundo término, respecto de lo que acontece en la realidad, los mitos en muchas ocasiones se posicionan como una leyenda engañosa, ilusoria o definitivamente irreal.

En tercer lugar, numerosos mitos plantean asuntos ideológicos, religiosos o filosóficos con una atemporalidad que los vuelve siempre plenamente vigentes, desbordando de esa forma, las circunstancias típicas o los aspectos formales, específicos y originales.

Dicho de otro modo, en lo que atañe a la gratuidad para cursar estudios terciarios, sean técnicos, profesionales o universitarios, no se puede ser condescendiente con la construcción de mitos porque lo que está en juego es demasiado importante para la vida de las personas, de las instituciones y para el progreso del país.

Lo correcto es que las familias obtengan certezas en lo concerniente a que sus hijos puedan formarse en instituciones sin incurrir en el gigantesco endeudamiento actual. Lo mismo debe ocurrir con las instituciones proveedoras de los servicios educativos: éstas requieren certidumbres respecto a que no se verán afectadas en su plataforma de gestión, ni mucho menos en su autonomía curricular o en sus misiones corporativas.

Germán Gómez Veas
Académico y Consultor en materias de liderazgo y gestión educacional

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