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La reforma antisindical de Bachelet

Sergio Gamonal C.
Por : Sergio Gamonal C. Profesor de Derecho del Trabajo UAI.
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El proyecto de reforma laboral de la Nueva Mayoría se ha convertido en un cuento de terror hecho realidad. No se trata del terror vaticinado por los empresarios, los cuales se han opuesto a todas las reformas laborales desde la primera ley inglesa de 1802, sobre trabajo infantil. En años recientes, de haberse cumplido los vaticinios de nuestros empresarios locales con reformas como la subcontratación o el nuevo procedimiento laboral, nuestro país estaría al borde de la bancarrota y con una cesantía galopante. Por ello sus aprensiones no pasan de ser una mera exageración y una falta de espíritu republicano.

Esta vez, con todo, la trama de terror viene desde la Nueva Mayoría, desde el epicentro del Gobierno de la señora Bachelet, sus ministros y parlamentarios.

Han sido numerosas las señales de alarma manifestadas por diversos profesores de derecho del trabajo, importantes sindicatos, institutos de derechos humanos e, incluso, estos últimos días la OIT –más vale tarde que nunca–, en el sentido de que el proyecto en vez de reforzar el sindicalismo lo limita aún más.

Basta leer las indicaciones firmadas por al Presidenta para entender por qué tanta preocupación. La flamante propuesta establece, por ejemplo, que una vez iniciada la negociación colectiva, si los trabajadores se desafilian del sindicato, podrán desligarse del proceso negociador. No hay que tener un intelecto de proporciones para percatarse que esta norma facilitará todo tipo de presiones a los trabajadores para que abandonen el sindicato.

Otra perla de esta indicación gubernamental establece que durante la huelga no se verá afectada la libertad de trabajo de los no involucrados en ella, ni la ejecución de los servicios pactados en sus contratos de trabajo. ¿Qué sentido tiene esta norma? Consagrar un reemplazo encubierto, basta con pactar varias labores alternativas que permitan reemplazar las funciones de los sindicalizados. Y a este perfeccionamiento –antisindical– se une la norma de los servicios mínimos en huelga. Además, la indicación precisa en las prácticas antisindicales que el empleador podrá hacer las adecuaciones necesarias para que los no huelguistas cumplan las funciones convenidas en el contrato.

[cita] Presidenta Bachelet, aún es tiempo de que retire este proyecto. Es una iniciativa que profundiza el Plan Laboral, lo perfecciona. Quizás no ha sido su intención, pero el tenor del proyecto es claro y denigra a los trabajadores y sus organizaciones. De aprobarse esta reforma, lamentablemente será conocida como la Reforma Antisindical de Bachelet. Aún es tiempo de evitar este perjuicio para el país.[/cita]

La indicación hace presente que durante la huelga el recinto o local de la empresa no constituirá sede sindical. O sea, en otras palabras, por ley se persigue a los sindicalistas. Derechos como el piquete y la huelga de ocupación de locales quedan fuera de este proyecto que –según sus autores– colocaría a Chile al nivel del estándar europeo y de la OIT.

Aunque usted, lector, no lo crea, la Indicación firmada por la Presidencia establece que, una vez declarada la huelga, cada 5 días el empleador podrá obligar a los trabajadores a pronunciarse sobre una nueva oferta. Sí, como escuchó, cada 5 días, permitiendo al empleador amedrentar de esta forma a los huelguistas. La OIT había dicho en numerosas ocasiones que el procedimiento chileno estaba sobrerreglamentado. Ahora quedará ultrarreglamentado.

Un gran avance para los redactores de este reforma antisindicatos es que los pactos de flexibilidad –condiciones especiales de trabajo, o sea, trabajar más aún que lo actual, cuando en nuestro país ya se trabaja muchas más horas que en la mayoría de los países de la OCDE– podrán extenderse a los no afiliados siempre que conste su consentimiento expreso. Así como se lee, este precepto borra 200 años de historia del derecho del trabajo. Ya no es necesaria la tutela legal ni sindical, porque los redactores de la indicación nos notifican que el trabajador, sobre la base de su “libertad”, podrá ver si firma o no la extensión, si le conviene o no. Increíble.

O sea, el Gobierno piensa que todos los chilenos ganan como ministro, asesor o gerente, entonces te llama tu jefe y te dice que trabajes horas extras y el trabajador le dice no, no me conviene, écheme no más, total vendo la casa de la playa y busco tranquilamente otro peguita. O vendo mi segundo auto, o saco las acciones que tengo en el extranjero, etc. Este proyecto ofende al 70% de chilenos que gana menos de 400 mil al mes, y al otro 20% también.

Como vemos, la indicación del Gobierno obedece a un principio de fondo: un rotundo desprecio por los trabajadores y los sindicatos.

Desde su primera formulación denunciamos que este proyecto constituía un retroceso. Mucho se ha discutido en la prensa, sobre todo en materia de reemplazo interno –tema zanjado en diciembre pasado por la Corte Suprema–. Pero estas discusiones son de temas menores desde una perspectiva global, aunque cobran relevancia, dado lo continuista de la propuesta de la Nueva Mayoría que no establece un sistema ramal de negociación y tampoco consagra la huelga como derecho fundamental. Ese es el tema de fondo. Obviamente, con una reforma tan poco ambiciosa, de retoque semántico al Plan Laboral y que, pero aún, en el fondo constituye una profundización del mismo, cobran relevancia temas como el famoso reemplazo interno.

Varios especialistas han hecho presente que en Alemania, Finlandia o Suecia y otros países del primer mundo se permite el reemplazo interno. Escuche lector: el reemplazo interno se calibra según el sistema de negociación. O sea, cuando se negocia a nivel nacional, ramal, de área, etc., un eventual reemplazo interno no es un tema relevante. En esos países hay huelga de solidaridad, con ocupación de locales, se permite el piquete primario y secundario, etc. Incluso hay huelgas transnacionales. La lista es muy larga y son los países capitalistas más prósperos del planeta. Pero, claro, en un sistema hiperreglamentado, con negociación solo de empresa, con huelga anunciada 45 días antes, etc., es capital que no haya reemplazo interno. Ya que pareciera que dichos analistas adhieren al sistema de Alemania, Finlandia o Suecia, sería excelente que nuestro país acogiera esos sistemas, pero en su integridad, sin resquicios, sin omisiones, sin cambiar el sentido de las reglas legales.

Presidenta Bachelet, aún es tiempo de que retire este proyecto. Es una iniciativa que profundiza el Plan Laboral, lo perfecciona. Quizás no ha sido su intención, pero el tenor del proyecto es claro y denigra a los trabajadores y sus organizaciones. De aprobarse esta reforma, lamentablemente será conocida como la Reforma Antisindical de Bachelet. Aún es tiempo de evitar este perjuicio para el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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