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Mujeres y el transporte público

Por: Isabel Serra B., arquitecta e investigadora UDP


Señor Director:

En el marco del siempre contingente –y controvertido- tema del transporte público, pero especialmente en el otorgado por la recién concluida 3era Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género, “Mujer y cuidad”, organizada la semana pasada por la Municipalidad de Santiago junto a otras instituciones, quisiera plantear algunas reflexiones en torno a las políticas de género en Chile. Particularmente interesante –y es el aspecto que quiero destacar- fue poner en la agenda por parte de la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá,  el tema de transporte sustentable desde la mirada de género. Algunos datos: Según la encuesta Santiago Cómo Vamos 2013, el 27% de los hombres viaja en auto a sus trabajos, versus el 13% de las mujeres. Es decir, el auto de la casa lo usa el hombre, aun cuando los trayectos cotidianos de las mujeres implican trayectos radiales, flexibles y multipropósito. Generalmente los viajes de los hombres son lineales desde un punto “a” hasta un punto “b”. En tanto, para las compras, el 31% de los hombres utiliza el auto, versus un 21% de las mujeres, en general, ellas hacen estas actividades caminando

Pero, ¿por qué invertir tiempo y dinero en transporte sustentable desde una mirada de género?
Porque las mujeres mueven la economía de este país: trabajan, cuidan, crían, educan, y para que esta economía se desarrolle de manera sustentable (económica, física y socialmente hablando) necesitan llegar de manera digna y fluida a sus lugares de trabajo, estudio, hogar y recreación. ¿Cuánto dinero ahorraríamos al Estado y a nuestras economías familiares, si nuestra manera de movernos fuera considerada por los diseñadores de políticas públicas? Esto también implica cambios en el mercado del trabajo y otros, pero comenzar con la movilidad, es algo inteligente, primero, es una política pública que tiene consenso de todos los colores políticos, incluyendo movimientos sociales, estudiantiles, sindicatos y el apoyo del ciudadano a pie. ¿Quién no quiere llegar rápido y  cómodamente a su destino?

Segundo, a partir de la experiencia del Transantiago se podrían sacar importantes lecciones y plantear modificar el modelo desde una política público-privada hacia una política pública con perspectiva de género: los diseños de recorridos de transporte deberían tomar esa consideración, estudiar cómo se mueven las mujeres e incluso fomentar las conductoras femeninas que se sabe son más cuidadosas al manejar, tienen niveles de agresividad bastante menores que los que los hombres, y básicamente, “apaciguan el ambiente de estrés”.

Tercero, tenemos en el horizonte varias oportunidades: la Mesa por un Nuevo Transantiago –organización formada por distintos actores de la sociedad que busca incidir en los nuevos recorridos del Transantiago que se licitarán en los próximos meses-,  está trabajando en una propuesta para un nuevo Sistema de Transporte Público Metropolitano; se lanzó también el Plan Centro de Movilidad de la Municipalidad de Santiago, proyecto innovador en materia de movilidad en nuestro país, y además el Ministerio de Transportes está  iniciando la elaboración de una estrategia de promoción de la movilidad peatonal, es decir, está el escenario dado para que de manera inclusiva y respetuosa por la diferencia, diseñemos una política de movilidad que incluya el punto de vista de género.

Isabel Serra B.
Arquitecta e Investigadora
Laboratorio Ciudad y Territorio
Universidad Diego Portales

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