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Sobre cine y la historia de un Oso

Por: Juan Carlos Moraga D, Ex Vicepresidente de Chile Films


Señor Director:

La realización de “Historia de un oso”, que acaba de ganar un Oscar, como los grandes triunfos, trajo gran alegría a los chilenos. También nos enteramos que su costo de producción fue de 25 millones de pesos y muchos se hacen la misma pregunta que se han hecho cuando triunfan deportistas modestos, ¿Por qué el estado no los apoya y si lo hace con quienes no le han ganado a nadie? Es evidente que quien gobierna apoya “a los suyos”, en este gobierno y el anterior. El caso de una cineasta de gobierno que el año pasado se adjudicó más de 150 millones de pesos del FONDART nadie sabe para qué producción y que ahora, además de un sueldo millonario como funcionaria del estado, se adjudica un documental de la presidenta, hablan por sí solos, lo que en comparación de los 4 años de trabajo y bajo costo de la historia de un oso, no solo es risible, sino un insulto. Entonces, ¿qué corresponde hacer para apoyar realizadores jóvenes que adquieren notoriedad solo cuando, como algunos deportistas, sin apoyo de nadie triunfan en el exterior? Pero esto no siempre fue así.
Durante la UP algunos cineastas de izquierda y escasa creatividad, desde Chile Films obtuvieron recursos para producir panfletos y unos cuantos bodrios que, con suerte, veían algunos militantes, mientras realizadores de calidad, como Raúl Ruiz, tenían que recurrir a los amigos para producir películas. Consciente de esto el presidente Allende instruyó al Dr. Eduardo Paredes, presidente de Chile Films, para que, junto a Douglas Hubner, se crearan talleres de cine, donde tuvieran acceso jóvenes sin recursos, pero con creatividad para realizar sus producciones. Simultáneamente se creó un departamento de 16 mm que tenía como tarea exhibir películas en poblaciones, después de las cuales se realizaba un debate con los pobladores. Sin duda era un impulso fuerte para poner el cine al alcance de todos y después de 5 años contar con una nueva generación de cineastas que reemplazara a quienes, más que arte o revolución, hicieron negocios con el cine.
La historia de un Oso nos hace presente que quienes gobiernan, por sobre legítimas diferencias, aprendieran algo del cine de la Unidad Popular y pusieran éste al alcance de la gente. Tarea difícil porque Chile films fue privatizado y hoy pertenece a la familia del novio de Cecilia Bolocco y la costra que profita del séptimo arte y los recursos del estado, parece inamovible. Felizmente Osorio, con su historia emotiva, pero sin odios, nos devuelve la esperanza de que un buen cine sea posible.

Juan Carlos Moraga D, Ex Vicepresidente de Chile Films

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