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Lagos-Piñera: los Trump chilensis

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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El apocalipsis decadente que sostienen Piñera y Lagos sobre el Chile actual es la archiconocida estrategia conservadora del duopolio con las grandes empresas que teme reformas, ve comprometida a parte de la elite en investigaciones  y apuesta a los golpes de autoridad paternalistas de quienes han perdido «autoridad». Como Trump, apelan al efecto, a la figura fuerte.

Piñera desaprovechó el quinquenio de mayor auge del precio del cobre en medio siglo, endeudando a Codelco, aumentando el déficit fiscal a pesar de la extrema bonanza, disminuyó los impuestos a las grandes mineras y él sabe que la desaceleración comenzó en las postrimerías de su Gobierno. Su política de «mano dura» y fin de la delincuencia fue un eslogan banal y su círculo más cercano está ligado a los mayores escándalos en curso de investigación: Penta, los Matte y la colusión del papel, su delfín Golborne, el negocio del litio en su subsecretario de Minería, la no aclaración de los pagos de Aguas Andinas al director de su canal de TV.

Lagos sigue la receta anticuada del modelo que entró en crisis; golpe a la mesa, alianza «público-privada», centralismo autoritario (quieren macrorregiones y postergar avances de empoderamiento autonomista), la evidente búsqueda de un «perdonazo» al financiamiento irregular de la política, que en el caso de los «grandes» es cuestión estructural de dependencia a los grupos económicos, financiamiento de sus fundaciones, cooptación y pérdida de autonomía relativa de la propia voluntad. La tesis universitaria de Lagos sobre la concentración económica es borrasca incómoda en su semiliberalismo («parcial», porque los liberales creen en la dispersión del poder y no en la concentración, porque muchos defienden la libertad y autonomía de la esfera pública).

El país cruje sanamente ante el develamiento de la compra de buena parte de sus actores políticos, en el gesto superfluo, en la corrupción estructural de las oligarquías de los poderes. En vez de apocalipsis, Chile está en un momento excepcional de buscar un pacto social real, ir a la  igualdad y al fin de los privilegios y abusos. Se acerca el fin del sobregasto en armas, de las pensiones de grupos de interés y del fracaso de las AFP. Da vergüenza ajena que las salmoneras noruegas golpeen la mesa y se salgan de Salmón Chile pidiendo al Estado mayores controles y autorregulación a las empresas del capitalismo salvaje. Ya no son aisladas las voces que piden mayor austeridad y menos sobreinstitucionalización burocrática de la política, mientras como moneda opuesta faltan recursos para las reformas y garantizar derechos.

[cita tipo=»destaque»]El país cruje sanamente ante el develamiento de la compra de buena parte de sus actores políticos, en el gesto superfluo, en la corrupción estructural de las oligarquías de los poderes. En vez de apocalipsis, Chile está en un momento excepcional de buscar un pacto social real, ir a la  igualdad y al fin de los privilegios y abusos. Se acerca el fin del sobregasto en armas, de las pensiones de grupos de interés y del fracaso de las AFP. Da vergüenza ajena que las salmoneras noruegas golpeen la mesa y se salgan de Salmón Chile pidiendo al Estado mayores controles y autorregulación a las empresas del capitalismo salvaje. Ya no son aisladas las voces que piden mayor austeridad y menos sobreinstitucionalización burocrática de la política, mientras como moneda opuesta faltan recursos para las reformas y garantizar derechos.[/cita]

Se debate con profundidad y hacia la corresponsabilidad; se acabó el marketeo trivial, se demuestra que hay que cotizar más y aumentar los años de jubilación, que la descentralización implica mayor pago de tributos locales, a la vez que lograr mayor tributación de las empresas. La Fundación Sol pesa más que el CEP, este medio que la convergencia editorial reaccionaria de los dos megagrupos, los nuevos movimientos y liderazgos que la trivialización de los «prometedores» de la corrupción programática.

El momentum constituyente ha sido forjado por los movimientos sociales, la prensa libre, los jueces y fiscales más autónomos, los informes críticos de la OCDE y otros organismos internacionales, la disidencia al poder y los nuevos partidos. Chile se aproxima a un nuevo consenso y mayoría social por las transformaciones, lo que obliga a una fase sociopolítica de creación de un Frente Amplio desde la izquierda autonomista al liberalismo federal, desde los cristianos liberacionistas a los movimientos regionales y verdes, desde el humanismo al «Buen Vivir» de los pueblos naciones del Chile diverso y fraterno.

Trump apela al norteamericano blanco, racista, asustadizo con los «otros» y neoliberal, que no quiere solidaridad estructural, como lo expresó Sanders y lo asume parcialmente la candidatura de Hillary Clinton.

Piñera y Lagos nos proponen la crítica al mejor momento de Chile en muchas décadas si logran cuajar las reformas. Los «otros» convergerán y nada está aún escrito.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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